Enero, pandemia, temporada tímida, selfies, declaraciones políticas, videos con fuerzas de seguridad y todo compartido en redes sociales en los inicios de un año electoral clave para la construcción de poder del Frente de Todos y para la reconstrucción de Juntos por el Cambio tras la derrota de Mauricio Macri en 2019. La ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich se lanzó a una campaña proselitista disfrazada de presentación literaria y todo parece indicar que le dio resultado. Tanto fuentes cercanas al Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta como a Bullrich afirman que la exfuncionaria es la “candidata ideal” para encabezar las listas porteñas de este 2021.
“Cierra por todos lados”, sostienen desde oficinas del edificio de Uspallata mudadas estivalmente a la costa argentina, y agregan que “Patricia cumple con los requisitos”. Sin dejar de remarcar –quizá para no generar heridos de antemano– que hay varios que cumplen con esos “requisitos”, afirman que Bullrich “deja tranquilo al núcleo duro y le permite a Larreta seguir tejiendo hacia el centro”. Por otro lado Bullrich ve despejado su camino hacia la cámara de diputados que podría haber sido opacado por María Eugenia Vidal: “Horacio necesita a Vidal en la provincia de Buenos Aires”. Por lo pronto, si bien nadie se anima a dar por sentado un cierre de la cabeza de lista, la frase “sería una buena candidata para encabezar en CABA” se repite como mantra entre todos los consultados.
El largo y sinuoso camino
Patricia Bullrich ha tenido una carrera política sinuosa tanto en lo referente a su paso por distintos partidos políticos como por los altibajos, de Montoneros, la Juventud Peronista y el Cafierismo de PJ a ministra de la Alianza y volver a comenzar. Solo por poner un ejemplo, basta recordar que la ex ministra que hoy se encuentra entre los dirigentes que mejor miden de la oposición –aunque varía mucho respecto dónde se la mida–, en 2011 fue la única diputada que logró ingresar de la lista de la Coalición Cívica.
Hoy, con una situación política argentina absolutamente atomizada dentro de dos polos de atracción pero con liderazgos difusos, Bullrich potenció su juego de llevar la contra para afuera y para dentro de su partido. ¿Cómo? Lo vimos todos: salió de gira por la costa atlántica en plena temporada y las redes sociales hicieron el resto. Incluso generó una polémica: tras el saludo de un grupo de agentes de la Policía Bonaerense en Villa Gesell se generó un cortocircuito en la gobernación bonaerense en el que el propio Sergio Berni tuvo que salir a decir que “estaría loco” si echara a policías por un saludo y que él mismo los entrenó para que sean así de respetuosos, desafiando toda lógica de tiempo-espacio. El hecho no es menor más allá de la imagen del video: Berni también buscar marcar el mensaje del orden y lleva la contra discursiva al ala progresista del Frente de Todos.
En aquel 2011 que pareció sepultar la carrera política de Elisa Carrió, Bullrich terminó por romper con la Coalición Cívica y se acercó de a poco hacia el PRO de la mano de Horacio Rodríguez Larreta, con quien la une una relación de mutua defensa. Y ello a pesar de la diferencia en los tonos utilizados para los mensajes que los especialistas –y los asesores– definen como “no es lo mismo hablar desde la gestión del territorio que desde afuera”.
Bullrich pasó de ser denunciante del PRO a presidir el partido a nivel nacional en menos de una década. En el camino respaldó fuerte a Rodríguez Larreta en su interna contra Gabriela Michetti y llegó a utilizar la gestión en materia de seguridad como un sello político a pesar de las manchas generadas por la detención de tuiteros que en su mayor parte habían amenazado al presidente pero que ninguno generó un peligro real. La percepción lo es todo y Bullrich dio una clase magistral al dar un discurso contracorriente, defender públicamente y darle asistencia legal al policía Luis Chocobar, quien no dependía de su cartera por ser bonaerense. La buena relación con Larreta quedó sellada en el traspaso de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal Argentina al ámbito de la Policía de la Ciudad, lo que constituyó básicamente en el cambio de control sobre las 53 comisarías porteñas, un reclamo de los distintos gobiernos porteños de cualquier signo político desde 1996.
Podría decirse sin temor a equivocarse que Bullrich logró capitalizar para ella la percepción de una mejor seguridad en los porteños sin controlar la seguridad porteña. Y eso es clave en su discurso: la inseguridad figura entre las tres principales preocupaciones de los encuestados, junto a la inflación y el temor a perder el empleo. Para la percepción pública, inseguridad e impunidad van de la mano y largo derrotero de la Argentina en materia de seguridad y justicia ha llevado a que no sean precisamente pocos los que ven con excelentes ojos que se baje la edad de imputabilidad y que se le dé más libertad de acción a la policía. Y ese es el lugar en el que entra Bullrich, al utilizar su cuenta de Twitter para lanzar dardos al oficialismo y señalarlos por “solo buscar la impunidad de los exfuncionarios” o al difundir fotos de su visita a Carolina Píparo cuando el resto de Juntos por el Cambio tardó una semana en salir a respaldar a una de las caras más visibles del espacio a nivel bonaerense.
2021 y después
Si bien en la Argentina todos los políticos sueñan con ser presidente –el que diga que no, ya es presidente– y pensar a largo plazo en un país en el que seis meses son tres milenios en tiempos electorales, lo cierto es que es inevitable comenzar a imaginar el 2023. Los escasos períodos de tiempo entre elecciones obligan a las distintas fuerzas a tener diversos planes. Y es tan volátil todo que hace un año el panorama era totalmente distinto: Carrió renunciaba a la diputación, el solo hecho de pensar en Vidal como cabeza de lista en provincia era “bajarle el precio a una exgobernadora” y el candidato natural a suceder a Rodríguez Larreta en la Ciudad era el radical Martín Lousteau.
Incluso, luego de disputarle la elección a Larreta –y forzar un balotaje– en 2015, Lousteau y el Jefe de Gobierno sellaron un pacto de caballeros que llevó al ex ministro de Economía a ser senador por la ciudad de Buenos Aires. No es ninguna novedad que Lousteau quiera insistir en reemplazar a su colega –ambos son economistas– por lo cual el ingreso de Patricia Bullrich en ese esquema no es algo que caiga muy simpático. Pero así como Larreta compitió en una interna contra Gabriela Michetti, estaría más que justificado que Lousteau y Bullrich se midan con el mismo sistema. Sin embargo, resta saber qué tan en gracia le caerá la idea al senador que este fin de semana vivió un momento poco grato tras la publicación de una entrevista en la que afirmó que “el aporte a la historia de Macri será haber modificado el sistema político” tras haber dejado “en pie una fuerza del 41 por ciento que, si convence a otro diez por ciento, puede volver a gobernar”. La frase dicha por cualquier otra persona habría pasado sin pena ni gloria, pero no cayó bien a Hernán Lombardi ni al PRO puro, que hicieron que Lousteau deseara pasar el domingo lejos de su celular.
Mientras tanto, a 387 kilómetros, Patricia Bullrich llegaba a Mar Azul para finalizar su gira costera. Unas fotos con vendedores ambulantes de playa, una frase dándole épica al trabajador estival, y una vuelta tardía a Buenos Aires para pasar la noche y partir con rumbo a Rosario. La excusa es el libro, pero hablar de seguridad en Rosario no es inocente.
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