La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, apuntó hoy contra los gremios que anunciaron retenciones de servicios para el próximo 17 de febrero, fecha establecida por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para el regreso de las clases presenciales, y afirmó que “quieren generar miedo en las familias”.
“No solo es necesario, sino que es posible tener las escuelas abiertas si se toman los cuidados necesarios”, consideró la funcionaria en declaraciones radiales, que fundamentó el anuncio realizado la semana pasada por el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, al considerar que se tomó en cuenta la experiencia internacional y la información recolectada durante el ciclo lectivo 2020.
En este sentido, indicó: “Lo que hemos decidido, también aprendiendo del caso de España, es que la burbuja puede ser el grado, o la sección en secundaria, eso como criterio de agrupamiento, que no quiere decir criterio de organización”. “No quiere decir, como están diciendo algunos gremios para generar miedo a las familias, que vamos a hacinar a 30 chicos adentro de las aulas, lo que quiere decir es que la burbuja, en caso de aislamiento, va a ser el grado, que pueden estar juntos en algún momento, pero puede ser que en otro momento estén separados”, agregó Acuña en diálogo con radio Mitre.
Sobre la respuesta de sindicatos docentes, como Ademys o Ctera, la ministra consideró: “En este momento, con la angustia de los niños y de las familias, tenemos que tener la altura de transmitir certeza, no seguir haciendo política con esto”. “Escucho el fin de semana que un sindicato va a hacer paro, que no se anima a decir paro y lo llama de otra manera, y lo que hacen es no darle clases a los estudiantes, pero esta confederación de gremios nacionales hace paro en la ciudad de Buenos Aires, no en el resto de las provincias”, completó.
El pasado viernes, los dirigentes de Ute-Ctera adelantaron la medida de fuerza. “Si quieren empezar las clases el 17 de febrero, vamos a hacer retención de servicios. No vamos a concurrir al lugar de trabajo”, señaló Angélica Graciano, secretaria general del principal sindicato docente porteño.
La dirigente gremial planteó que en diciembre del año pasado se podía vislumbrar un panorama más alentador respecto al regreso a las aulas, pero que el rebrote de casos no permite la apertura educativa. “En el mes de diciembre la situación sanitaria estaba más o menos controlada, pero ahora está muy descontrolada. Mantener una fecha a como dé lugar denota que no tienen un interés en la educación pública”, advirtió.
“Tengamos la altura que la gente nos pide en este momento y digamos las cosas con la verdad, los chicos ya sufrieron bastante para que sigamos haciendo un juego político. A los gremialistas les pido que hablemos con respeto”, enfatizó Soledad Acuña.
El mismo día del anuncio del retorno de la presencialidad de las clases, Ademys, uno de los gremios más combativos que confrontan con el gobierno porteño, se opuso al regreso a las aulas por el nivel de contagios de coronavirus en la Ciudad y definió las medidas presentadas como un “plan criminal”. “Están delegando de forma inconsulta la responsabilidad a los directores de las escuelas. Son irresponsables y se lavan las manos. No tienen un plan serio para presentar”, sostuvo el secretario adjunto Jorge Adaro.
El gobierno porteño, en tanto, ratificó en las últimas horas que se les descontarán los días a los docentes que no asistan a trabajar a partir del 17 de febrero.
Según el plan oficial, el retorno será escalonado y el objetivo es lograr que haya un mínimo de 4 horas por día de presencialidad para todos los alumnos porteños. El 17 de febrero iniciarán cuatro grupos de estudiantes: los chicos de los jardines maternales, el nivel inicial, los del primer ciclo de primaria (primero, segundo y tercer grado) y los del primer ciclo de secundaria (primero y segundo año).
Luego, el 22 de febrero se sumará el resto de los alumnos de la primaria y una semana después, el 1 de marzo, será el turno de todo el nivel secundario.
Desde Ute-Ctera cuestionaron la idea oficial de que las burbujas ahora pasen a ser los cursos enteros, con docentes que trabajan en distintas aulas. “Un docente secundario tiene cinco escuelas. Y no puede ir en bicicleta de escuela en escuela. Son palabras que suenan muy bien, pero caen al vacío. No tienen un arraigo en la realidad de cómo organizar un establecimiento educativo”, señaló Graciano.
Consultada al respecto en otra entrevista, Acuña explicó: “La propuesta la elaboramos con docentes, directivos y especialistas en educación. No es una decisión improvisada, no es algo inventado. Es algo posible, realista y algo necesario porque los chicos estuvieron un año sin clase sin haber podido aprender entre pares y estar con sus docentes”.
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