Dentro de las tareas programadas para la segunda etapa de la Campaña Antártica de verano 2020/21, un grupo de especialistas de la aviación militar argentina trabaja en la compleja tarea de extraer de la Isla James Ross los restos de la aeronave militar siniestrada en 2019 durante un intento de aterrizaje que, si bien la dejó inoperable, afortunadamente no causó victimas fatales.
La Campaña Antártica se desarrolla mientras tanto bajo el control operacional del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR), con personal y medios transportados a bordo del Rompehielos ARA “Almirante Irízar” y complementados con el puente aéreo que realizan los sistemas de armas “Hércules” C-130,
Fuentes del Estado Mayor Conjunto detallaron a Infobae que la tarea, si bien es de altísima complejidad y demandó que el personal involucrado debiera permanecer varios días en condiciones de máxima rigurosidad climática, su realización se tornó imperativa en virtud del compromiso asumido por el país con el COMNAP (Council of Managers of National Antartic Programs), organismo internacional formado en 1988 y que tiene como objetivo principal desarrollar y promover las mejores prácticas en materia de investigación científica antártica. “El mantenimiento de bajos o nulos niveles de polución o contaminación del continente blanco es parte de las exigencias de este colectivo de naciones con intereses en la Antártida”. señalan los expertos consultados.
Una vez que se tuvo la certeza de que el daño estructural de la aeronave la tornaba totalmente inapta para la vuelta al servicio activo, a lo largo de todo el 2020 se diagramó el operativo para su recuperación como chatarra con el objetivo de devolverla al continente y evitar el daño ambiental que conlleva su presencia en el lugar, explicaron. Se conformó para tal fin un equipo con personal de la Fuerza Aérea Argentina capacitado para acampar en el lugar del siniestro y proceder al desarmado del aparato y, mediante el empleo de helicópteros Bell 12 de la propia fuerza, trasladar las partes reducidas a la base Marambio para luego embarcarlas en el Rompehielos Irizar con destino al continente.
La decena de hombres de la FAA que acamparon en la Isla James lo hizo en un entorno extremadamente hostil ya que el mismo se encuentra totalmente helado. “Para que esto sea posible hubo que planificar cuidadosamente qué elementos de supervivencia y abrigo deberían ser provistos para garantizar la subsistencia de los efectivos destinados a la operación hasta que puedan completar la misión. La tarea inició con el “desenterrado” del Twin Otter que se encontraba en un 80 pro ciento de su superficie cubierto por el hielo antártico, para luego mediante una combinación de aparejos arrastrarlo literalmente sobre la superficie helada para estabilizarlo y proceder a su despiece, señalan desde el Comando Conjunto.
Cabe destacar que durante esta segunda parte de la campaña antártica está previsto el relevo de las dotaciones de las bases permanentes “Orcadas” y “Belgrano II”, continuar con el abastecimiento de “Marambio” y “Esperanza” atendiendo en todos los casos el repliegue de desechos antárticos y la reparación de instalaciones. Todo bajo un estricto protocolo COVID-19.
El Twin Otter
El Sistema de Armas Twin Otter fue incorporado a la Fuerza Aérea Argentina a fines de la década del 60 con la intención de satisfacer las necesidades de transporte de pasajeros entre aeropuertos de fomento para localidades patagónicas. Posteriormente y en virtud de sus prestaciones y capacidades se desarrolló al T.O como avión antártico adaptando entre otras cosas su tren de aterrizaje para poder “esquiar” sobre hielo. La Aeronave está impulsada por dos motores turbo hélice, tiene una altura de 8,94 metros su envergadura es de 19,81 metros, un peso de 3365 kgs. ( vacío) y su altura máxima de vuelo ronda los 8000 mts.
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