El presidente Alberto Fernández realizará finalmente su primera visita de Estado a Chile entre el martes 26 de enero y el miércoles 27. El viaje estaba previsto para una semana antes pero se había cancelado porque el mandatario chileno, Sebastián Piñera, tuvo que mantenerse en una cuarentena preventiva durante dos semanas junto a su esposa por haber tenido contacto estrecho con un portador de coronavirus.
Piñera y la primera dama chilena, Cecilia Morel, habían compartido varios momentos con una persona que trabaja en la casa del presidente trasandino y, aunque no evidenciaron síntomas tras un test de PCR negativo, estuvieron aislados por 14 días, desde el 12 de enero. Esto provocó la cancelación de la visita de Fernández, quien finalmente viajará con una comitiva reducida en la que estarán el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, y el de Economía, Martín Guzmán.
Para que se concrete este encuentro entre Fernández y Piñera resultaron clave los roles de Rafael Bielsa, el flamante embajador argentino en el país vecino, y el del embajador chileno en Argentina, Nicolás Monckeberg.
Ambos presidentes, de extracciones políticas bien opuestas, tuvieron varios roces en los primeros meses de 2020 pero las posiciones se fueron acercando paulatinamente. Sobre todo se produjeron diferencias sobre el manejo de la pandemia cuando el argentino exhibió “filminas” con estadísticas comparativas entre los dos países y sobre las medidas sanitarias que se adoptaron a un lado y al otro de la Cordillera de los Andes. Los chilenos, muy molestos por la difusión de esos datos erróneos, los desmintieron casi inmediatamente.
Luego empezaron mayores acercamientos. El 29 de agosto, por ejemplo, se eliminó el roaming para las comunicaciones telefónicas entre ambas naciones y ese fue un avance importante para mejorar las relaciones bilaterales. Ese día los mandatarios conversaron por teleconferencia durante 45 minutos y coincidieron en reactivar la economía y en promover una mayor integración en el continente.
También en los últimos meses se registró un acuerdo automotor bilateral cuya entrada en vigor está prevista para marzo de este año, que sirvió para afianzar el vínculo. Se estima que las exportaciones argentinas en este rubro permitirán sumar unas 10 mil unidades al año, según lo que informó la Cancillería argentina. “El nuevo régimen establece un Índice de Contenido Regional –ICR– alentando un incremento sustantivo de los flujos comerciales bilaterales con miras a potenciar el comercio y las inversiones bilaterales, y a fin de avanzar en el encadenamiento productivo regional”, expresó el comunicado que difundió el ministerio que encabeza Felipe Solá a mediados de diciembre.
Habrá otros temas comerciales y políticos que se abordarán entre ambos presidentes cuando finalmente puedan encontrarse personalmente. La relación entre el Mercosur –donde Argentina ejerce la presidencia del bloque por seis meses– y Chile también será un eje de los intercambios. Además, existe la intención de fortalecer las exportaciones de nuestro país a través del océano Pacífico. Se conversará sobre las probables soluciones de algunos diferendos limítrofes, como la delimitación fronteriza de Campos de Hielo, en los Andes patagónicos. Rige allí un tratado de 1998 que está pendiente de una resolución definitiva.
El presidente argentino, según el sitio web chileno Emol, mantendrá una reunión con otros dirigentes políticos de Chile. Uno de los que lo recibirá en su casa es Marco Enríquez Ominami, ex candidato presidencial por el Partido Socialista, amigo personal de Fernández y uno de los fundadores del Grupo de Puebla, el espacio de centroizquierda de América Latina en el que ambos participan.
Además, Fernández visitaría la ciudad de Valparaíso, 115 kilómetros al noroeste de la capital Santiago y donde está uno de los puertos más importantes de la nación trasandina, para ir hasta la sede del Parlamento chileno,
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