Un mes atrás, cuando en Argentina la propagación del coronavirus parecía haber remitido, la provincia de Buenos Aires tenía un promedio de 1.300 contagios diarios. El número más bajo desde que la pandemia empezó a golpear con fuerza en todo el país y el gobierno nacional, junto con el respaldo de los gobernadores, aplicó el aislamiento obligatorio como principal medida para frenar la circulación del virus. Una realidad opuesta al presente.
Según el último reporte del Ministerio de Salud bonaerense, que conduce Daniel Gollán, en el último mes los casos de coronavirus se triplicaron en toda la provincia. En la semana del 7 al 13 de diciembre del 2020 el promedio de casos era de 1.365 por día. En la semana del 4 al 10 de enero del 2021 el promedio diario pasó a ser de 4.510 casos. El aumento fue exponencial. Se triplicó.
En el plano más específico, en el AMBA los contagios diarios pasaron de 815 a 2.969, mientras que en el interior bonaerense estaban en 545 por día y en la actualidad el promedio es de 1.529. Esos datos duros son los que preocupan a las autoridades sanitarias de la provincia y mantienen ocupado a Axel Kicillof, que busca equilibrar la balanza entre el impacto sanitario y el económico. Una tarea que ya enfrentó en los últimos meses.
El gobierno bonaerense hará todo lo posible para mantener la temporada de verano activa. Esa es la voluntad. Lo fue siempre. En octubre del año pasado en el Ejecutivo provincial delineaban los protocolos contra reloj para poder iniciar el período de vacaciones en noviembre. Así como en el segundo semestre del 2020 se trabajó para que comenzara la temporada, hoy se estiran los tiempos y las decisiones para que las restricciones sean las menos posibles.
“La preocupación es sostener la temporada con la menor cantidad de contagios”, asumió un ministro de Kicillof, que sigue de cerca las negociaciones con los intendentes. El objetivo está claro: mantener abierta la temporada todo lo que se pueda. No pueden, ni quieren, volver a frenar la actividad económica. Lo evalúan, como también lo hacen en la Casa Rosada, pero solo será una posibilidad concreta si los casos de COVID-19 siguen aumentando en las próximas dos semanas a un ritmo vertiginoso.
El sistema sanitario se mantiene sin inconvenientes. Pero es una foto del día. Hoy tiene camas disponibles, la semana que viene el porcentaje de ocupación puede empezar a crecer y el escenario se modificará. Así lo entendieron siempre en el Ministerio de Salud. El comportamiento del virus les marcó esa pauta. El virus es extremadamente contagioso y las circulación de gente acelera ese nivel de contagiosidad. Por eso la realidad puede variar en forma abrupta con pocos días de distancia.
En la actualidad el porcentaje de camas de terapia intensiva ocupadas en el AMBA es de 55,88%, mientras que en el interior de la provincia es de 41,81 por ciento. El aumento de casos comenzó a verse en las guardias de los hospitales y en el resultado de los testeos PCR. También en el aumento de llamadas al 148, un número dispuesto por la provincia para que las personas consulten cuando tiene síntomas. Con esos llamados las autoridades sanitarias logran proyectar, una semana para adelante, cuántos casos nuevos podrán producirse.
La explicación del aumento de casos es conocida: el incumplimiento de las medidas de prevención, las fiestas clandestinas y los encuentros sociales en lugares cerrados. Con el operativo de vacunación recién activado y con la imposibilidad de generar inmunización de rebaño por varios meses, la única salida para frenar la circulación es el aislamiento o la restricción de las actividades que están abiertas con protocolos.
“El sistema de salud está sólido, tenemos stock de camas y las guardias no están saturadas. Pero los casos aumentan muy rápido y tenemos que estar preparados si necesitamos brindar atención en forma inmediata”, le explicó a Infobae el director de Hospitales de la provincia de Buenos Aires, Juan Riera.
En este momento el virus está circulando con velocidad y la gente se está moviendo con normalidad. A ese vertiginoso camino, se suma la falta de cumplimiento de los protocolos. El resultado de la cuenta es sencillo: la curva de contagios crece. Menos de un año atrás la circulación viral era baja y la gente estaba en su casa, entonces el riesgo de contagio era menor. Los escenarios son distintos y están contextualizados por un tiempo diferente. La sociedad está más reacia a aceptar medidas restrictivas.
A grandes rasgos, según indicó Riera a este medio, la mayor cantidad de contagios se da en el fragmento etario más joven. Sobre todo en los menores de 40 años. Así fue también durante el 2020. La cantidad de adultos mayores que se contagian es, en proporción, menor, pero la tasa de letalidad de ese grupo es mucho más alta. El retrato de la realidad epidemiológica actual es un calco del de hace seis meses.
Frente a esa similitud, hubo cambios alrededor de ese escenario. En primer lugar, la voluntad política de Kicillof, que intenta mantener abierta la temporada y encontrar un punto de acuerdo con los intendentes de la Costa. En segundo lugar, la experiencia de los médicos para aplicar los protocolos a los enfermos que ingresan al hospital. La sistematización del procedimiento de atención hizo que al día de hoy un paciente en terapia intensiva esté internado entre 7 y 10 días en esa zona, mientras que en el pico de la pandemia el tiempo era el doble. Llegaban a los 20 días de internación.
Sin embargo, la complejidad de la atención está anclada en otro problema. “Ahora el coronavirus compite con otras patologías en las camas de terapia intensiva. Hay más accidentes, hay cirugías activas y la gente volvió a concurrir a los hospitales. Eso cambia la cantidad de ocupación”, sostuvo Riera, que se encarga de la coordinación de todos los hospitales de la provincia. Como un dato alentador en el medio de la preocupación, explicó que por el momento no están derivando pacientes entre diferentes terapias con el fin de hacer lugar en los distritos más complicados, una situación que atravesaron en el pasado reciente.
La mayor esperanza sigue siendo la vacuna. Pero las autoridades sanitarias reconocen que el impacto real se verá bastante más adelante en el tiempo. Mientras tanto, en la provincia se preparan para enfrentar el aumento de casos. Los datos epidemiológicos les marcan el camino hacia adelante. Difícilmente los contagios bajen abruptamente como consecuencia de que la gente haya tomado conciencia de su mal accionar. Parece ser tarde. En paralelo, Kicillof mira milimétricamente las variables sanitarias de cada día. Solo los datos duros lo llevarán a profundizar las medidas más estrictas.
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