Alberto Fernandez se movió del “toque sanitario” a un acotado cierre nocturno para consensuar con la oposición las medidas contra el COVID-19

La idea de las restricciones se orientó desde un esquema de prohibición de la circulación durante la noche a uno de parámetros y recomendaciones sin obligatoriedad

El presidente Alberto Fernández impulsó la toma de medidas para paliar la suba de casos de coronavirus

“No vamos a implementar un toque de queda, pero sí un toque sanitario, que fue algo que funcionó en muchas ciudades del interior”. Era el último día de 2020 y con esas palabras, el presidente Alberto Fernández daba el primer puntapié al tema político que marcaría el inicio del 2021. A partir de entonces se desató una serie de especulaciones sobre cómo planeaba el gobierno nacional hacer frente a la nueva suba de casos de coronavirus que habían comenzado a dispararse en diciembre. Siguieron siete días de presiones, diálogos y concesiones que culminaron en un acuerdo en el que el Gobierno delegó la responsabilidad por la suba de casos en las provincias.

La idea primaria de la medida, que el Presidente había deslizado en Radio 10 y mantuvo vigente hasta mitad de esta semana en diálogos con sus funcionarios más cercanos, fue orientándose, a partir del miércoles, desde un esquema de prohibición de la circulación nocturna, a uno de parámetros y recomendaciones, sin obligatoriedad. De hecho, finalmente las provincias más pobladas decidieron instaurar un cierre de locales nocturnos, sin prohibir el tránsito.

El movimiento en el rumbo se basó, en buena parte, en los diálogos que mantuvo el Presidente con los gobernadores durante la reunión por videoconferencia el miércoles; y en el resultado de conversaciones a puertas cerradas, a posteriori, entre funcionarios nacionales y de las distintas jurisdicciones. En las dos tandas de conversaciones, tres provincias plantearon reparos a las restricciones a la circulación: la Ciudad, Mendoza y Córdoba. Y el jueves, Juntos por el Cambio emitió un comunicado en el que rechazó la “restricción a las libertades individuales como única respuesta a la crisis sanitaria del coronavirus”.

Fuentes oficiales nacionales aseguraron a Infobae que la mirada del Presidente se adaptó a lo conversado con los gobernadores en la búsqueda de consensos con el foco en la situación sanitaria, aseguraron que el único móvil de todos es que bajen los casos y desecharon cualquier medición de costos políticos. “No hubo una mirada maquiavélica, sino sincera, basada en el diálogo”, aseguraba un colaborador. En la decisión de Alberto Fernández, afirmaban, reinó la búsqueda de un equilibrio entre la necesidad de mantener en pie la temporada y la economía, pero permitiendo, al mismo tiempo, aplanar la curva de contagios después de un diciembre con pocos cuidados, especialmente entre los más jóvenes.

“La responsabilidad les quedó a ellos. Decidieron cerrar los bares a la una de la madrugada, ahora que se hagan cargo de lo que pasa”, le comentó Alberto Fernández a su círculo cerrado en Olivos una vez que se conocieron las decisiones de las jurisdicciones. Según pudo saber Infobae, en Gobierno planean publicar, día por día, cuáles son las provincias que alcanzan los dos parámetros que se publicaron en el decreto del viernes en el Boletín Oficial.

Junto con los mandatarios de Mendoza y Córdoba, Horacio Rodríguez Larreta expresó sus reparos al plan de restricciones que estaba evaluando el Gobierno nacional

En la decisión del Presidente también influyeron los informes que llegaron a Olivos desde el Ministerio de Turismo. El titular de la cartera, Matías Lammens se reunió esta semana con las cámaras de hoteleros y gastronómicos, sectores muy golpeados por la pandemia. Según registró, mientras los gastronómicos comenzaron a tener un repunte en la actividad a medida que se flexibilizaron las medidas de aislamiento, para los hoteles el escenario fue menos alentador. Por la pandemia, un alto porcentaje de turistas cambió hábitos y eligió alojarse en casas, cabañas, departamentos y aparts por el riesgo de contagio.

Lammens transmitió al primer mandatario lo preocupante de la situación ya que los locales gastronómicos, al igual que los hoteles, son grandes empleadores en las ciudades del interior, y muchas dependen por completo de ese tipo de actividades. Durante el año pasado recibieron ayudas desde el gobierno nacional, que serían difíciles de sostener si hubiera un cierre total. Golpear también a los gastronómicos con una restricción a la circulación nocturna o cierres más tempranos se transformaría en un problema también a nivel de fondos de las arcas nacionales, que ya destinaron altos presupuestos durante el año pasado para paliar la situación.

La Ciudad, Córdoba y Mendoza, los distritos que se habían alarmado sobre la obligación para tomar medidas, quedaron satisfechas con el rumbo que terminó eligiendo el Presidente. “Es un decreto que aprendió del proceso de diálogo”, observó un importante funcionario de la sede de Uspallata. Se refirió así al encuentro del Presidente con gobernadores, que suscitó atención nacional, pero también a los diálogos tras bambalinas entre los principales dirigentes porteños, bonaerenses y nacionales.

La libertad de acción que dio la Nación a las provincias también desactivó el conflicto que amenazaba con aparecer entre los distritos del AMBA, que mantuvieron sus propios diálogos el viernes por la tarde y evitaron situaciones de poca sintonía, como el año pasado. Esta vez, el potencial problema se vinculaba a la posibilidad de que la Provincia restringiese la circulación y la Ciudad no. Finalmente, las jurisdicciones tomaron medidas simétricas: mantuvieron la circulación, disminuyeron de 20 a 10 la cantidad de personas que pueden estar presentes en una reunión, y obligaron a los locales a cerrar de 1 a 6. En lugar de prohibir la circulación, buscarán evitar las aglomeraciones y fomentar la conciencia social.

“Dinamismo”. Esa era una palabra clave en los días en la Casa Rosada, la gobernación y las intendencias. Por ahora no hay agendadas nuevas reuniones para analizar la situación. Ni entre el Presidente con los gobernadores; ni entre el la gobernación bonaerense con los intendentes; ni entre la Ciudad y la Nación por la situación en el AMBA. Inclusive las autoridades radicales del gobierno de Tandil, con Miguel Ángel Lunghi, y el gobierno de Kicillof se encuentran en comunión. Los bordes de la mamushka que conforman los tres niveles estatales, esta vez, coincidieron, y el juego cerró perfecto. Al menos este fin de semana, enero volvió a parecerse a enero. Pero el pacto está a prueba. Alberto Fernández lo avisó: si los casos suben, las partes volverán a desacoplarse para analizar la situación nuevamente y decidir qué nuevas medidas tomar.

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