Doble sentido, ironía y una nueva señal de resistencia. De eso se trató la última foto que publicó el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, en sus redes sociales. Un mensaje dirigido a Máximo Kirchner y al amplio sector del peronismo que respalda su llegada a la presidencia del PJ Bonaerense. “Yo me plantó”, fue la frase que utilizó para anunciar un programa de forestación en su municipio, pero que en verdad tuvo como objetivo lanzar una nueva piedra contra la trinchera kirchnerista.
Gray se posicionó como el líder de la resistencia para la llegada de Kirchner a la presidencia del partido en la provincia, una movida que tuvo a un puñado de intendentes del conurbano detrás y que fue convalidada por el presidente Alberto Fernández. Detrás del jefe comunal hay un sector minoritario que actúa por lo bajo y que no deja de reconocer que lo que más molestó fue la imposición del líder de La Cámpora como futuro presidente.
El jefe comunal, que gobierna una de las ciudades más pobladas del conurbano, es el vicepresidente del partido. Acompaña en la fórmula al intendente de Merlo Gustavo “Tano” Menéndez, que pretende que la sangre no llegue al río y que se corrió del enfrentamiento. El acuerdo que hicieron cuando empezó la gestión fue que cada uno gobernaba un año. Gray debería haber asumido en diciembre del 2020 su mandato como presidente, pero evitó que el conflicto de poder llegué a un punto de ebullición y dejó pasar la fecha. Debería presidir el partido hasta diciembre de este año.
El intendente peronista habló con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro en los últimos días. El hombre fuerte del gobierno nacional apeló a su muñeca negociadora para intentar destrabar el conflicto y diluir la tensión. “Busquémosle una solución a todo esto”, le dijo en una comunicación telefónica. Dentro del peronismo a nadie le conviene que el conflicto escale. Implica generar grietas donde no las hay.
Cerca de Gray advierten que lo único que generó el plan para llevar a Máximo al poder del PJ Bonaerense fue tensión en un lugar donde no existían: el Partido Justicialista. Un dirigente peronista que sigue de cerca el conflicto aseguró que las negociaciones para que el intendente baje las armas están “empantanadas”. Es que el mecanismo de elección en el partido, que implica que renuncie la mitad más uno del Consejo y el Congreso partidario convoque a elecciones, es una piedra en el camino que deben tener en cuenta. Para Gray es la carta debajo de la manga.
En el Frente de Todos le quieren bajar la espuma al conflicto interno. Asumen, con justa razón, que el contexto sanitario y económico es tan complejo que el la disputa por la presidencia del partido se irá diluyendo y, quizás, se postergue en el tiempo. La intención que tienen en el Gobierno y entre los dirigentes del kirchnerismo es que Alberto Fernández y Máximo Kirchner asuman en el PJ Nacional y en el PJ Bonaerense en marzo. Pero la realidad se va modificando y en la actualidad el rebrote de casos de coronavirus tapa cualquier discusión interna.
La mayoría de los intendentes del conurbano siguen manteniendo que no tiene sentido seguir discutiendo la llegada de Máximo a la cúpula del partido. ¿El motivo? El Presidente ya bajó el martillo y aseguró que el hijo de Cristina Kirchner es el indicado para conducir el PJ Bonaerense. Es, además, una señal de equilibrio en la coalición y una fusión entre los intereses del peronismo bonaerense y el kirchnerismo, dos espacios que no se han llevado del todo bien en los últimos años.
Gray asume que es la cabeza visible de una resistencia que es más grande de lo que parece. Un iceberg del que solo se ve un pequeño porcentaje sobre la superficie. En el Gobierno le bajan el precio al tamaño de la rebelión y aseguran que solo bastará un llamado de Máximo o de Cristina Kirchner para que el intendente de Esteban Echeverría baje las armas. “Dura 30 segundos y lo acomodan”, dijo, con convicción, un dirigente que frecuenta la Casa Rosada.
En paralelo, este miércoles Máximo Kirchner construyó una señal de acercamiento con dos intendentes que se habían resistido a su llegada en un principio, pero que acataron con velocidad el pedido de Alberto Fernández. Durante el mediodía de ayer compartió una comida con “Juanchi” Zabaleta (Hurlingham) y Gustavo Menéndez (Merlo). Fue una señal en si misma. Un guiño. No se tocó en profundidad la discusión del PJ, en cambio hablaron del nuevo impacto de la pandemia y del plan de reactivación económica que tiene el Gobierno. El encuentro sirvió para mostrar que ya no existe tensión entre las partes.
Algunos de los intendentes que hablan con Gray todas las semanas creen que el conflicto se termina cuando Máximo levante el teléfono y desintegre la discusión con ofrecimiento para que ocupe un lugar de relevancia en el partido. “Merece un reconocimiento por su trabajo. Le hace falta un mimo. Es eso. Todo se va a acomodar”, explicó un jefe comunal que conoce la forma en la que se mueve el actual vicepresidente del PJ y asume que “no va a poner en riesgo la unidad” del peronismo bonaerense.
Gray sabe que su resistencia puede tener consecuencias en un futuro. Y también reconoce que su reclamo, para cumplir el mandato y las fechas elecciones pautadas, tiene otras veces detrás que no se hacen escuchar por conveniencia. “Nadie se quiere exponer. Es la regla de política. Hay que aceptarlo”, le expresó a uno de sus hombres de confianza en el municipio. Lo asume como una realidad inmodificable.
“¿Tengo que renunciar e irme a mi casa? ¿Les tengo que dar la llave del partido?”, se preguntó el intendente en una pequeña reunión que tuvo en las últimas horas con sus funcionarios más cercanos. Él mismo se contestó. No está dispuesto a irse del partido ni a habilitarle el camino a Máximo Kirchner para que llegue al poder del PJ Bonaerense sin sobresaltos. Está en pie de guerra.
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