Antes que los hombres y mujeres estuvo el Movimiento y la necesidad de mantener la gobernabilidad y el poder en vísperas de un 2021 electoral. Explicitados en cartas y discursos, los roces de los últimos tiempos quedaron encapsulados mientras Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner se abocaron con audacia a empujar la aprobación de la legalización del aborto con más votos de lo anticipado. Aunque pareció estar al margen, la Vicepresidenta habilitó todos los mecanismos para ganar la votación, como la presencia física y no remota de más de la mitad de los senadores. En Diputados, el cierre del año con la IVE y la movilidad jubilatoria mostró también el aceitado mecanismo que impusieron Sergio Massa, como presidente de la Cámara, y Máximo Kirchner como presidente del bloque del Frente de Todos. Prueba de esa sintonía es la foto de ambos en el palco del Senado y la celebración a las 4.06 de la madrugada del último martes.
“Hay que confiar en la conducción política”, dijeron en el Senado algunos kirchneristas que a pesar de los pronósticos de un virtual empate nunca dudaron de la sanción de la ley. Hubo otros más prudentes que temieron que la palabra de Mauricio Macri o de Patricia Bullrich condicionara a algunos senadores de Juntos por el Cambio y perjudicaran al voto ‘verde’. Al final en ambas Cámaras se impuso el poder político del oficialismo y la convicción de los que estaban a favor de la ley más allá de una grieta política que se profundizó a lo largo del año.
Cada uno por su lado, la dupla presidencial operó para sumar votos verdes y restarle a los celestes. No hubo un Tango 01 ni un viaje a China como el de Cristina Kirchner diez años atrás cuando se llevó de gira a tres senadores que pensaban rechazar la ley de matrimonio igualitario. Pero hubo una abstención, dos ausencias y un par de cambios de votos en los que fue visible la mano de la fórmula presidencial. En el caso de Sergio el ‘Oso’ Leavy hubo foto de su visita al presidente Alberto Fernández aunque no de las charlas que en privado tuvo en el Senado con el entorno de la Vicepresidenta.
No hizo falta que la Vice pidiera a ministros y legisladores que defendieran la ley. La IVE mostró a ‘funcionarios que funcionan’ y a legisladores que se animaron a ponerle el cuerpo y la palabra incluso en provincias del norte donde pesa la voz de la Iglesia o incluso en contra del mandato de algunos gobernadores. También ocurrió lo contrario: el jefe del bloque de senadores del Frente de Todos, José Mayans, no solo dijo que la ley estaba mal redactada y que no era buena sino que promovió su judicialización y acusó al presidente Alberto Fernández de violar la Constitución. Mientras pronunciaba el discurso de cierre hubo funcionarios nacionales preguntándose en las redes sociales si estaban oyendo bien. En Diputados volvió a votar en contra, como en 2018, el presidente del Consejo Nacional Justicialista, el sanjuanino José Luis Gioja. Así de transversal fue la confrontación.
En la Cámara baja el resultado fue más holgado y no hubo necesidad de más presiones, admitió una de las personas que más trabajó por la media sanción. Las dificultades en el Senado incrementan el valor de los gestos de algunos legisladores. Seguramente serán bien vistos y recompensados. La ausencia del ex gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, y de la opositora Clara Vega (Mediar), fueron dos votos menos para el sector celeste. Lo mismo que la abstención del peronista Guillermo Snopek a quien el kirchnerismo tiene en cuenta más allá de la colaboración mutua entre el Presidente y el gobernador opositor de Jujuy, Gerardo Morales. O el circunstancial opositor, casi aliado, Alberto Weretilneck, que desde su monobloque suele ayudar al oficialismo. Con su voto a favor de la reforma judicial consiguió una cámara federal para General Roca, aunque también ayudó con su voto en contra de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. Finalmente contribuyó con un proyecto de ley para la reforma del Ministerio Público Fiscal y fue clave en la IVE.
El ‘pase’ de celeste a verde de Leavy tendrá alto costo para él en su provincia pero para su futuro político probablemente pese más la voz de Alberto Fernández y mucho más la de CFK. Similar es el caso el de Silvina García Larraburu, peronista de Río Negro, que al igual que el salteño había votado en contra en 2018. Ninguno de los dos se escondió. Por el contrario, defendieron con fuertes argumentos su cambio de postura y la necesidad de legalizar el aborto. No les cabe entonces la crítica vicepresidencial que pidió dejar bancas y cargos a aquellos funcionarios o legisladores que carecieran de valentía y temieran sentar posición.
El entrerriano Edgardo Kueider no habló en la sesión pero votó a favor: a la hora en que le tocó su turno según la lista de oradores se quedó sin cámara, un accidente informático como la falta de conexión de Vega a la hora de votación. La riojana estuvo ausente después de un discurso errante. La firma de Kueider en el dictamen de comisión había sido fundamental para que el trámite parlamentario continuara en el recinto.
Hubo además ayuda ‘externa’, como las charlas de Sergio Massa y su mujer, Malena Galmarini, con la senadora Lucila Crexell. Ex diputada, la titular de AySA operó fuerte y desde atrás tanto para la media sanción como para la votación del Senado. Hasta apeló a una cábala: en ambas sesiones usó el mismo traje verde que le compró su hija Mili.
Cristina Fernández no estaba muy convencida de la oportunidad de someter a votación la interrupción voluntaria del embarazo este año. El Presidente sí y quiso terminar el 2020 con una promesa de campaña cumplida. A mediados de octubre la Vicepresidenta recibió en el Senado a la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta. CFK además venía apuntando su preocupación por los números y votos, además de temer que una ley impactara sobre el sistema de salud. Gómez Alcorta reiteró que a la inversa de lo que algunos creían el sistema se ‘desestresaría’ porque los abortos clandestinos arrojan a muchas mujeres a atenciones de urgencias hospitalarias mientras que los abortos ambulatorios, las evitan. También charlaron sobre la conveniencia de arrancar el debate en Diputados y dejar el final para la Cámara de Senadores.
En aquella reunión estuvo Anabel Fernández Sagasti, fuerte militante de la ley y vicepresidenta del bloque. Habitual voz de la Vicepresidenta, en esa charla Cristina Kirchner la mostró como su interlocutora. Así fue todo el año y esta vez mucho más: Mayans se puso la camiseta del equipo contrario y como ferviente militante celeste hasta utilizó argumentos opositores. El propio Presidente siguió todo el trámite parlamentario con Vilma Ibarra, secretaria de Legal y Técnica, Fernández Sagasti y Massa.
El rechaza de Mayans dejó espacio para que se destacaran algunas figuras del Frente de Todos que se animaron a frenarlo de igual a igual. Norma Durango, hábil coordinadora del debate en comisión como presidenta de la Banca de la Mujer tuvo que ponerle un freno cuando el formoseño le reprochó un trato desigual. “Le muestro el reloj”, lo cruzó la pampeana, ofendida. Salvo Mayans, a Durango hasta la elogiaron opositores celestes por su amplitud y certera conducción del debate. La tucumana Beatriz Mirkin desoyó la voz de su gobernador y el peso celeste en su distrito donde hasta se frena la aplicación de la Interrupción Legal del Embarazo en casos de violación de menores.
Como Mirkin, la senadora correntina Ana Almirón, muy cercana a CFK, volvió a demostrar su alineamiento y su discurso fue uno de los más emotivos. Igual de fundamental fue a la vista y en bambalinas el rol de la chubutense Nancy González, y como siempre su coterráneo Mario Pais, uno de los que más conoce sobre derecho y constitucionalidad. Se lo reconocen hasta en la oposición.
El pelotón de ‘operadores’ lo completaron una vez más Oscar Parrilli, que como presidente de la comisión de Justicia logró dos firmas imprescindibles: la de Kueider y la del cordobés opositor Ernesto Martínez. Mantiene en reserva la mayoría de las misiones que le encomienda CFK pero existen, como existen las de la secretaria Administrativa Luz Alonso, una dirigente que proviene de La Cámpora de La Pampa y que lleva en sus manos gran parte de la gestión K. Otra vez María de los Angeles Sacnun trabajó en equipo con quien “se puso la Diez”, Fernández Sagasti. Dos senadores completan el dream team kirchnerista: el fueguino Matías Rodríguez y el rionegrino Martín Doñate, hábiles y audaces políticos, también de La Cámpora, también cercanos a CFK.
En el entorno cristinista otra figura se consagró este año: Leopoldo Moreau. Aunque es diputado en la noche del 29 al 30 caminaba por los pasillos del Senado. Amigo de la Vicepresidenta comparte con ella sus batallas: no quiere eliminar las PASO este año, denunció las escuchas de la inteligencia en la gestión de Mauricio Macri y defendió con emoción la ley de la IVE.
Sin embargo en este caso quien tuvo un rol muy destacado en la cámara de origen fue Cecilia Moreau, hija del diputado de origen radical y mujer de máxima confianza de Massa. A la cabecera de Legislación General, hasta contó su propio aborto a los 16 años antes de la firma del dictamen. “Los presidentes de comisiones verdes y miembros informantes son los grandes ganadores en el Frente”, coincidieron varios ante Infobae. En la lista con Moreau están Carolina Gaillard, de Legislación Penal; Mónica Macha, de la Mujer, y Pablo Yedlin, de Salud, y también Cristina Alvarez Rodríguez, secretaria del bloque. Todos son militantes históricos de la IVE y trabajaron en sintonía con la oposición. Yedlin, que querría ser candidato a senador nacional el año próximo, se despegó de su amigo el gobernador Juan Manzur pero en cambio fue autor de la ley de eliminación de las PASO a su pedido.
Los cinco diputados del Frente de Todos fueron operadores fundamentales, como Carlos Heller lo fue para el Aporte Solidario y Extraordinario, y Marcelo Casaretto para la movilidad jubilatoria, dos de las leyes más conflictivas del Congreso este año. En todos los casos hubo un opositor que se fue acercando mucho a Máximo Kirchner y tomando distancia de Roberto Lavagna: Eduardo ‘Bali’ Bucca.
Está claro además que en el Gabinete nacional también hubo grandes ganadores. La primera fue la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra. Y con ella el ministro de Salud, Ginés González García a quien años atrás calificaban de asesino por impulsar el reparto gratuito de métodos anticonceptivos. Y Gómez Alcorta, la primera ministra de un cargo que el Presidente creó para mostrar un cambio de época, a pesar de que su círculo íntimo es bastante masculino.
Sin embargo, no fue mérito del oficialismo la sanción de la ley. O al menos no exclusivamente. La ley de interrupción voluntaria del embarazo fue reclamada por el colectivo feminista año tras año. En esta segunda oportunidad intentaron frenarla una parte de los ciudadanos y de la Iglesia Evangélica y Católica, y se sumó la presión interna en Juntos por el Cambio para provocar una última herida en 2020 al gobierno nacional. Por eso fue doble el aporte de diputadas como Silvia Lospennato, Carla Carrizo, Karina Banfi, y senadores como Martín Lousteau, Guadalupe Tagliaferri, Humberto Schiavoni, Gladys González o Luis Naidenoff, entre otros, que pospusieron sus propias diferencias, buscaron consenso y merecen compartir el copyrigth de la ley. Tal vez paguen un costo interno menor a su independencia y proyección política.
Seguí leyendo: