Desde anoche, la Conferencia Episcopal Argentina tenía dos comunicados preparados. Uno, donde -palabras más, palabras menos- agradecían a los gobernantes por haber oído al pueblo. Pero con la decisión del Senado de confirmar por 38 votos a favor y 29 en contra (con una abstención) que el aborto es legal, seguro y gratuito en la Argentina, el que enviaron fue el segundo. El que no querían.
Fue emitido con el visto bueno de su titular, el obispo de San Isidro Monseñor Vicente Ojea -una de las voces que mejor interpreta el pensamiento del Papa Francisco en nuestro país-, pero sin personalizar: lo firma la Oficina de Comunicación y Prensa, a diferencia del anterior, que sí suscribía monseñor Ojea.
El comunicado fechado este miércoles 30 de diciembre, señala: “La Iglesia en la Argentina quiere ratificar junto a sus hermanos y hermanas de distintos credos y también a muchos no creyentes, que continuará trabajando con firmeza y pasión en el cuidado y el servicio a la vida. Esta ley que ha sido votada ahondará aún más las divisiones en nuestro país. Lamentamos profundamente la lejanía de parte de la dirigencia del sentir del pueblo, el cual se ha expresado de diversas maneras a favor de la vida a lo largo y a lo ancho de nuestra Patria”.
Más adelante, expresa que “tenemos la certeza de que nuestro pueblo seguirá eligiendo siempre toda la vida y todas las vidas”. Y luego, a tono con varios discursos emitidos por senadores y senadoras que adscribieron al sector celeste, deja entrever cuál será la posición política de la Iglesia de acá en más: “Junto a él (al pueblo) seguiremos trabajando por las auténticas prioridades que requieren urgente atención en nuestro país: los niños y niñas que viven en la pobreza en cantidad cada vez más alarmante, el abandono de la escolaridad por parte de muchos de ellos, la apremiante pandemia del hambre y desocupación que afecta a numerosas familias, así como la dramática situación de los jubilados, que se ven vulnerados en sus derechos una vez más”.
Por último, indican: “Abrazamos a cada argentina y a cada argentino; también a los diputados y senadores que valientemente se han manifestado a favor del cuidado de toda la vida. Defenderla siempre, sin claudicaciones, nos hará capaces de construir una Nación justa y solidaria, donde nadie sea descartado y en la que se pueda vivir una verdadera cultura del encuentro”.
Ayer, en la Plaza del Congreso, la Iglesia fue uno de los sectores que más movilizó en contra de la promulgación de la Ley, hasta con un confesionario en medio de la multitud que convocaron, y fue mayor que cuando se sancionó la Ley en Diputados. Con el resultado puesto, también el colectivo Unidad Provida lanzó su propio comunicado bajo el título: “La clase política votó el aborto en 2020; ahora, la mayoría celeste responderá en las urnas en 2021″. Allí señalan que “la madrugada del 30 de diciembre de 2020 será recordada de aquí en adelante como una de las jornadas más macabras de la historia reciente. En solo un mes, la política mostró su peor cara y avaló en la Cámara de Diputados, primero, y en el Senado de la Nación, este día, el descarte selectivo de personas a través de la legalización del aborto a simple demanda”
El 26 de diciembre -cuatro días antes de la votación-, con firma de Monseñor Ojea y el apoyo explícito del Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Mario Poli, el obispo de Chascomús monseñor Carlos Malfa, el Arzobispo de Mendoza monseñor Marcelo Colombo y el Arzobispo de Mercedes-Luján monseñor Jorge Scheining, la CEA había expresado en otro comunicado que “en medio de este contexto excepcional, no podemos ocultar nuestro dolor ante el proyecto de ley del aborto. Públicamente hemos expresado la inoportunidad de dicho proyecto, no porque pensemos que hay un tiempo propio para presentarlo, sino que cuando hablamos de tiempo oportuno nos referimos a la sabiduría de leer en profundidad lo que se está viviendo, la magnitud y complejidad de la crisis que atravesamos, para poner nuestras mejores energías en resolver los problemas que nos urgen hoy.”
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