Alberto Fernández tiene “in pectore” la primera reforma a fondo de su Gabinete Nacional y aguarda un respiro concedido por la pandemia del COVID-19 para ejecutar una decisión política que ya caviló en la intimidad de Olivos. El Presidente mantendrá el equilibrio interno de ministros y secretarios con sus socios Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, lo que implicará una ronda de consultas y negociaciones en la cima del Poder Ejecutivo.
“Estoy conforme con el gabinete y con los ministros. Hicieron un trabajo gigantesco en medio de la pandemia. Pero ahora empieza el segundo tiempo y hay que reacomodar el equipo”, comentó Alberto Fernández en la quinta presidencial.
El Gobierno tiene 21 ministros y 4 secretarios de Estado. Y el Presidente considera “inamovibles” a cinco ministros -Santiago Cafiero, Marcela Losardo, Martín Guzmán, Eduardo “Wado” de Pedro y Gabriel Katopodis- y a los cuatro secretarios: Vilma Ibarra (Legal y Técnica), Julio Vitobello (General de la Presidencia), Gustavo Beliz (Asuntos Estratégicos) y Juan Pablo Biondi (Medios de Comunicación).
El canciller Felipe Solá y los ministros Matías Kulfas (Producción) y Juan Cabandié (Ambiente y Desarrollo) están en la mira de Alberto Fernández. No cumplieron sus expectativas y no debería sorprender su remoción cuando ejecute su primer cambio masivo de Gabinete.
La lista ideal de CFK es distinta a la nómina de renuncias que prepara el Presidente. Cristina quiere prescindir de Santiago Cafiero (jefe de Gabinete), Marcela Losardo (ministra de Justicia), Matías Kulfas (ministro de Producción), Vilma Ibarra (secretaria Legal y Técnica), Gustavo Béliz (secretario de Asuntos Estratégicos), Julio Vitobello (secretario General de la Presidencia) y Juan Pablo Biondi (secretario de Medios).
La vicepresidente tiene un plan en ciernes. Desea terminar con el núcleo duro de Alberto Fernández para profundizar su influencia en la coalición oficialista.
“No es cierto que exista ese plan”, jura el Presidente frente a sus asesores de confianza. Y remata: “Siempre es Cristina, pero ese plan no me lo creo”.
Al contrario, en el Instituto Patria y en el primer piso del Senado aseguran que la estrategia de Cristina consiste en colonizar la Cancillería y la cartera de Justicia y validar a nuevos funcionarios en la jefatura de Gabinete, las secretarías Legal y Técnica, General de la Presidencia, Asuntos Estratégicos y Medios, para que sean más equidistantes del jefe de Estado.
“Los deseos de Cristina no se van a cumplir: Cafiero, Losardo, Ibarra, Vitobello, Beliz y Biondi son amigos personales de Alberto (Fernández), sus funcionarios de confianza, su Gobierno. Llegaron con él y se van con él”, explicó a Infobae un miembro del Gabinete que vive a la sombra del jefe de Estado.
CFK se apalanca en la debilidad de Solá para ocupar el Palacio San Martín. Alberto Fernández coincide con las opiniones de su compañera de fórmula respecto al canciller, pero no cederá su reemplazo ni aceptará cambios en su propia agenda geopolítica. Cristina especula con la designación de Jorge Taiana - hoy es senador nacional- o de María del Carmen Squeff, actual embajadora en las Naciones Unidas.
Por su parte, el Presidente evalúa la nominación de Jorge Argüello, representante argentino en Estados Unidos, o Gustavo Béliz, que sabe cómo funciona Washington y su maquinaria de relaciones diplomáticas. CFK se muerde los labios: Argüello y Béliz tienen una mirada moderna de las relaciones internacionales y creen que no es necesario acercarse aún más a Venezuela, Cuba, Irán, China y Rusia.
Además de su intención política de acceder al control de la Cancillería, CFK empuja el desplazamiento de Losardo en el Ministerio de Justicia. Losardo es amiga personal del Presidente y su mirada del derecho no coincide con los cánones extremos del kirchnerismo duro. La ministra considera que deberían ejecutarse profundas reformas en los Tribunales, pero no en el sentido y con los métodos que propone Cristina en público y en privado.
Alberto Fernández estudia cambios en el Gabinete. Y no descarta su ejecución cuando la pandemia conceda un respiro. Pero el Presidente no cederá a sus ministros y secretarios de confianza.
La intención del jefe de Estado es lograr que los funcionarios funcionen, que el equilibrio de poder se mantenga en la coalición oficialista y que la agenda oficial de la Argentina continúe en manos de la Casa Rosada.
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