Mientras el proyecto de legalización del aborto se acerca a su definición en el recinto del Senado, la relación entre el Gobierno nacional y la Iglesia Católica continúa en una etapa de tensa calma.
La cúpula eclesiástica se guardó dos últimos gestos para dejar en claro nuevamente su malestar antes de que termine el año. Por un lado, el Episcopado saludó al presidente Alberto Fernández por la Navidad a través de una carta entregada al secretario de Culto Guillermo Oliveri pero no solicitó la tradicional audiencia de fin de año.
La decisión de esquivar el contacto cara a cara en medio del debate parlamentario fue un claro mensaje político y también tuvo un objetivo estratégico: evitar que el oficialismo utilizara la foto de protocolo para transmitir una distensión en la relación.
Por otro lado, la Iglesia también convocó a una serie de acciones pastorales “en favor de la vida por nacer” que incluyen una visita a la Basílica de Luján para el 26 de diciembre, la celebración de “misas por la vida” en domingo 27, y una jornada de ayuno, reflexión y oración para el 28.
Desde el Gobierno buscaron minimizar el último desplante y destacaron que a pesar de que el momento actual es “delicado” está claro que “no hay ánimo de tensar más la situación en ninguna de las partes”.
En el oficialismo intentan leer entre líneas, y entienden que los últimos gestos de la Iglesia son “lógicos”, especialmente si se tiene en cuenta que sostienen la misma postura “hace mil años”, literalmente.
“Los militantes políticos cuando queremos manifestar una posición, marchamos. ¿Y la Iglesia qué hace? Una misa, eso es lo mínimo que pueden hacer”, ejemplifica un funcionario de la Secretaría de Culto. Incluso, observan que el comunicado que emitió el Episcopado antes de que el proyecto comenzara a ser tratado en el Congreso “no dice ninguna palabra de más contra el Gobierno”. “Todos sabemos que cuando la Iglesia quiere decir algo fuerte, lo dice”, concluyeron.
El 22 de octubre pasado la Iglesia argentina criticó el inminente tratamiento parlamentario del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo y alertó de que “no cuidar todas las vidas sería una falta gravísima del Estado”. Los obispos llamaron además a la “prudencia política para no desalentar la unidad” en estos momentos de pandemia.
A pesar de la coyuntura actual, ambas partes coincidieron en que todos los canales de diálogo siguen abiertos y no se ha suspendido ninguna de las actividades conjuntas que se llevan adelante normalmente.
Puntualmente, el énfasis fue puesto en las actividades de ayuda social que Iglesia y Estado realizan coordinadamente. “La tarea de caridad está por encima de todo y el trabajo lo vamos a seguir haciendo siempre, todo sigue sin ningún cambio y con el mismo ímpetu de siempre”, adelantaron desde la Conferencia Episcopal.
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