La imagen y el discurso –los discursos, en rigor- resumieron el cuadro de situación del oficialismo a un año de gestión. Primero, el escenario: en territorio bonaerense, la puesta fue compartida por Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof. Fue algo que no había ocurrido en la celebración presidencial del primer aniversario de gobierno, el 10 de diciembre. En segundo lugar, los dichos: el Presidente dejó un mensaje duro y de renovadas cargas sobre la Corte Suprema –entre otras señales-, pero la vicepresidente dio por descontada esa ficha y agregó otro tema denso, resumido en una advertencia sobre el ajuste. El acto para mostrar unidad también expuso el marco para esa foto.
Estaba claro que iban a ser realizados dos actos por el primer año de gobierno, uno nacional y otro en el principal distrito del país. Uno el 10 de diciembre y otro un día después, demorado porque el gobernador debió estar una semana aislado. Lo llamativo fue la primera entrega con el Presidente sin compañía de CFK, en un momento difícil de esa relación. Y lo expresivo en términos de poder fue exhibido anoche.
La ex presidente maneja esos mensajes: su ausencia o su presencia hablan. Con el agregado que había hecho en la víspera del aniversario: una carta potente, con pasajes sobre su gestión en el Congreso, reivindicación del Gobierno sin mencionar al Presidente y una verdadera artillería con la Corte como objetivo, en medio de demandas del kirchnerismo duro por lo que consideran una falta de freno a las causas judiciales por corrupción.
Es significativo cómo se va construyendo la agenda necesaria para “sostener” la unidad. La ex presidente acaba de mostrar que cada movida que suena como gesto de alto impacto no es un hecho que se agota en sí mismo, sino un escalón. El mensaje hacia la Justicia lo viene expresando hace tiempo, al punto de haber colocado al Corte ya sin vueltas como enemigo central. Arrastró a todo el oficialismo. El tratamiento de la movilidad jubilatoria, sin resolver la cuestión de fondo, fue un anticipo de la carga sobre la economía. Ayer, puso a la vista de todos que ese es otro frente sensible. Quedó abierto.
La ex presidente coloca un tema nuevo y refuerza los previos. Ese parece ser el esquema. Volvió sobre el papel de los ministros y agregó a los legisladores para insistir con quiénes sobran en el oficialismo según su visión. Había hablado de los funcionarios que no funcionan; fue en octubre, al cumplirse un año del triunfo electoral. Ahora dijo que es mejor que se dediquen a otra cosa aquellos que tengan miedo en la función. Es decir, si antes el mensaje fue contra la “inacción”, puede que esta vez haya apuntado a los “tibios”. ¿Kirchnerismo duro con mal eco venezolano? Se verá. La primera andanada sobre funcionarios fue interpretada como un respaldo no como una crítica o un reclamo.
Por supuesto, CFK volvió sobre el lawfare y agregó que tiende, precisamente, a condicionar a los funcionarios actuales. No faltaron párrafos o líneas dedicadas al macrismo, al sistema sanitario y a los medios. Pero lo más novedoso fue el señalamiento de límites al ajuste o, en todo caso, la advertencia implícita sobre los costos para la gestión. Fue un mensaje al Presidente y también al ministro Martín Guzmán, hasta ahora ascendente en el circuito del oficialismo y metido de lleno a la negociación con el FMI.
El tratamiento del nuevo sistema de movilidad jubilatoria ya había sonado a aviso. El bloque oficialista de senadores –alineado sin mediación alguna con CFK- corrigió el texto para hacer menos duro el deterioro implícito. Y lo hizo público para dejar en claro que se trataba de una modificación propia no de un encargo del Ejecutivo. Después, se buscó amortiguar el impacto. En rigor, el proyecto había tenido aval de todo el arco oficialista, aunque fue revisado luego en oficinas del Senado.
En su discurso de anoche, la ex presidente advirtió que la ecuación económica para el año que ya llega debe buscar un equilibrio entre salarios, jubilaciones, precios y tarifas. Todo, atado al objetivo de motorizar el consumo. Suena bien, pero no parece un dato menor el modo y el contexto para expresarlo. No se trata sólo de la letra formal, sino del juego de poder expuesto cuando el ministro –y sobre todo el Presidente- apuestan a un rápido entendimiento con el Fondo.
El cierre de Alberto Fernández no abordó este tema. Buscó destacar la unidad. Y señaló: “Un año después estamos tan juntos como siempre”. Una manera de destacar un valor que atraviesa crisis. También asomó como expresión del sentido primordial que buscó darle a su discurso, con frases como la que dedicó a destacar su alineamiento con el cuestionamiento a los medios. En la misma línea fueron anotados sus duros párrafos dedicados a la Justicia y en particular a la Corte.
No faltaron referencias a uno de los temas más sensibles de estos días, las vacunas contra el coronavirus. Las marchas y contramarchas, las sombras sobre alcances, logística y autorizaciones de la Sputnik V –sobre todo, en materia de franjas etarias- y el conflicto en la negociación con Pfizer han provocado incertidumbre creciente cuando el primer cuidado debería ser la generación de confianza. Ese quiebre quizás sea el más dramático a futuro. La interna del poder ya expone en otros rubros los cálculos de costos.
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