Cecilia Nicolini estudió en Harvard, es consejera presidencial y está en Moscú como negociadora ad hoc del Gobierno para lograr que el Kremlin envíe a Buenos Aires 300.000 dosis de la vacuna rusa Sputnik V antes que termine la navidad en la Argentina.
Alberto Fernández guarda confianza ciega en Nicolini, pero no puede con su ansiedad y chatea a deshoras con la consejera presidencial para saber las últimas novedades de una jugada política que aún no tiene escrito su epílogo.
Se trata de un movimiento que se ejecutará en dos capitales distintas -Buenos Aires y Moscú-, con dos idiosincrasias políticas diferentes, y que intentará trasladar miles de vacunas a través de un vuelo intercontinental de casi 24 horas que recorrerá casi 14.000 kilómetros desde Rusia a la Argentina.
La recomendación favorable de la ANMAT para la vacuna Sputnik V es el primer capítulo institucional que desea cerrar Alberto Fernández. El Presidente instruyó a su consejera Nicolini y a Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud, que trabajen en paralelo con Buenos Aires y Moscú para evitar pérdidas de tiempo. Si no hay recomendación positiva de la ANMAT, no habrá vacunación antes que concluya 2020.
En este sentido, cuatro expertas de la ANMAT están en Moscú recorriendo los laboratorios que crearon la vacuna rusa y, en simultáneo, consultan a Buenos Aires para chequear la información y preparar un informe técnico que llegará sin escalas al despacho presidencial y a las oficinas del ministro de Salud, Ginés González García.
La intención de Alberto Fernández es tener la recomendación de la ANMAT cuando las vacunas ya hayan arribado a Ezeiza. La información fluye sin obstáculos y el informe final debería estar presentado antes de navidad.
Mientras la secretaria Vizzotti y las cuatro científicas de la ANMAT recorrían los laboratorios rusos, Nicolini batallaba con la burocracia del Kremlin para lograr las autorizaciones aduaneras que permitan enviar las vacunas a Buenos Aires. La asesora presidencial ayer tuvo un buen día y logró que la Cancillería de Rusia destrabara complejos procesos administrativos que habitualmente duran semanas enteras.
Cuando el Kremlin confirme que las vacunas ya están embaladas y los papeles técnicos ajustados a los estándares internacionales, Aerolíneas Argentinas fletará desde Ezeiza un avión rumbo al aeropuerto de Moscú. El 22 de diciembre es la fecha tentativa que se maneja en Jefatura de Gabinete y la cartera de Salud para autorizar la salida de ese vuelo charter.
Si no hay demoras imprevistas, las 300.000 dosis de Sputnik V aterrizarán en Buenos Aires cerca de Nochebuena. Ya se ha previsto un dispositivo logístico para mantener estable a la vacuna rusa. Y al día siguiente, en la quinta de Olivos, Alberto Fernández cumpliría con su promesa de darse la primera vacuna importada desde la Federación Rusa.
Tras el gesto político del Presidente, que se aplicará la Sputnik V para demostrar su confiabilidad, habrá un específico plan de vacunación que abarcará a trabajadores esenciales y grupos de riesgo. Serán 300.000 personas que recibirán su primera dosis. Y 21 días después, la segunda.
La llegada de la vacuna rusa pondrá al descubierto que Ginés González García no maneja toda la información que la secretaria Vizzotti y la consejera Nicolini remiten a la Casa Rosada y la quinta de Olivos. El ministro de Salud aseguró que la vacuna Sputnik V no llegaría a la Argentina durante 2020, mientras Alberto Fernández se contactaba con Moscú para confirmar que las negociaciones con el Kremlin avanzaban a un ritmo constante.
En Gobierno no descartaban anoche dos posibles acontecimientos con las vacunas en Buenos Aires: una llamada del Presidente a Vladimir Putin agradeciendo la celeridad para entregar las primeras 300.000 dosis de Sputnik V. Y Cristina Fernández de Kirchner revelando en un tuit que ella también enfrenta al COVID-19 con tecnología rusa.
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