En la tercera jornada de debate del Senado hubo fuertes cruces. Incluso una acusación del ‘celeste’ José Mayans a la senadora Norma Durango presidenta de la comisión de la Banca de la Mujer e integrante de su mismo bloque del Frente de Todos. La pampeana es ‘verde’ y la acusó de darle más tiempo a quienes opinan como ella y que en cambio interrumpía a los demás. Terminó pidiéndole disculpas porque Durango apeló a su cronómetro, además de que viene llevando estrictamente el uso de la palabra y repartiendo el tiempo respetuosamente entre unos y otros por igual.
Hoy subió el tono de las opiniones y hasta hubo un álgido intercambio entre una médica y la senadora Beatriz Mirkin y el senador Alfredo Luenzo. La genetista Graciela Moya citó la Shoá como plan de “exterminio” de los niños por nacer con alguna deficiencia. “Soy judía, no se lo voy a permitir”, alzó la voz la tucumana y recordó que además de que su propia familia fue víctima del genocidio nazi, hubo seis millones de asesinados. Después el chubutense Luenzo coincidió con su colega en que se deben emitir opiniones pero sin descalificaciones. “No podemos permitirnos descalificaciones, es injusto, no se puede tolerar”, advirtió el senador y defendió el rol de los legisladores. “No estamos propiciando una ley de pena de muerte de niños y niñas, no estamos tratando de propiciar matar niños o fetos”, agregó y también pidió que no se los califique de “encubridores de abusadores” por apoyar la interrupción voluntaria de embarazos no deseados o producto de violaciones.
La ronda de disertantes de esta tarde arrancó con un testimonio emotivo. El caso de una niña de 11 años embarazada conmovió el año pasado a su provincia y a todo el país. A través de una resolución de la Legislatura, Tucumán se declaró ‘provida’. La nena había sido violada por la pareja de su abuela, su abuelastro de 65 años. Recién en la semana 23 de gestación se le realizó un aborto.
Una de las médicas que la asistió en el Hospital Eva Perón, la ginecóloga Cecilia Ousset, habló esta tarde en el plenario de comisiones del Senado que debate el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Aunque es objetora de conciencia la médica terminó participando del aborto al asistir a su esposo, el doctor José Gijena. Ambos trabajaban en el sector privado pero fueron convocados porque en el hospital público se negaban a la realización de la intervención.
Con la voz quebrada, Ousset leyó una carta de la niña a la que para preservar su identidad se la menciona como ‘Lucía: “Decile a los senadores que ninguna menor de edad tiene que volver a pasar por lo que yo pasé. A veces me dicen que tuve una hija que está viva, otros me dicen asesina”.
La médica se presentó como católica, madre de cuatro hijos, objetora de conciencia y como una mujer que intenta “conciliar su religión con la salud pública”. “Lo que observo es que todas las mujeres abortan. Aborta la casada, la soltera, la católica, la judía y la atea, abortan las que no usan método anticonceptivo y las que les falló el método. Abortan las trans y todas las diversidades sexuales, abortan las analfabetas y las que tienen universitario completo”, explicó y agregó que “siempre depende de las posibilidades económicas”. Eso, señaló, genera “desigualdad”.
La médica avivó la polémica cuando criticó a su provincia porque “niegan todas las herramientas como educación (la ESI), anticoncepción y cuando quedan embarazadas sin desearlo les niegan la interrupción del embarazo”. En ese marco consideró “grave” la situación con las niñas obligadas a continuar con sus embarazos. También se disculpó, otra vez con los ojos llenos de lágrimas: “Sé que no tengo redención, que no tengo perdón” reflexionó sobre su paso durante 20 años por la salud pública y con un policía al lado. Según su relato, obligó a “maternar” a mujeres que no querían. “Ejercí violencia obstétrica sobre mujeres que tenían la mala suerte de estar conmigo en la guardia”, se lamentó y aunque admitió que como no puede volver el tiempo atrás “vengo a traer la voz de mis propias víctimas, a las que expuse ante la policía, juzgué e interrogué de una manera cruel”. Salvo en el caso de Lucía, reveló que deriva a las personas gestantes que no quieren continuar con sus embarazos.
Ousset también generó una aclaración de la catamarqueña Inés Blas por describir el mapa argentino: ”Celeste en el norte, verde en el centro y el sur, coincide con el mapa de la pobreza, el mapa de la falta de educación, coincide con el mapa de las niñas madres”. Blas le dijo que su provincia sí adhirió a la ILE (que habilita los abortos para casos de violación o riesgo de vida) y que implementa la Educación Sexual Integral. “No generalice”, le solicitó.
Ousset recordó que Lucía había pedido en cámara Gesell “que me saquen lo que el viejo me puso adentro”, que la niña estuvo internada un mes y “se obstaculizó la intervención y todos se declararon objetores”. Otra vez emocionada la médica tucumana mencionó que con su marido tienen abierta una causa penal por homicidio agravado. Según su interpretación “es una maniobra de disciplinamiento por parte del estado provincial”. Y pidió “leyes claras” para los médicos. “Toda mi familia aguantará todos los embates que sean necesarios”, le dijo a los senadores antes de leer la carta en la que Lucía le preguntaba: “¿Te acordás que el año pasado te pedí patines para Navidad, este año te alcanza la plata para un celular?”.
A Durango casi se le quiebra la voz al agradecerle su participación.
El debate continuó hasta después de las 19 cuando la senadora pampeana anticipó que mañana a las 9.30 continuarán con la ronda de expositores, doce en este caso. Después del mediodía arrancará una discusión clave: los ‘verdes’ buscarán dictaminar en cada una de las comisiones. Las tres, Justicia, Salud y Banca de la Mujer, deben sumar mayoría de votos a favor para que la interrupción voluntaria del embarazo pueda llevarse al recinto el martes 29. El final mañana y el final en el recinto, nadie se anima a anticiparlo.
Seguí leyendo: