Fiel a su estilo no consultó a nadie ni anticipó su jugada. La última epístola de Cristina Fernandez estalló en los celulares del poder político, económico y judicial del país el miércoles a las 18. Momento en que el encargado de sus redes sociales subió el link con el texto al Instagram y al Twitter de la vicepresidenta. Ni Máximo Kirchner—aislado nuevamente por un contacto estrecho de Covid— tuvo la primicia. Las lecturas fueron múltiples y disímiles. Pero lo que hasta ahora nadie reveló es que la carta de CFK tuvo también una razón monetaria: los millones de dólares que debería erogar el Estado Nacional si la Corte Suprema de Justicia falla en su contra en varios temas pendientes que condicionarían las arcas estatales en el año electoral.
Cristina es dueña de pluma propia. No suele utilizar ghostwriters (habituales en el resto de los políticos salvo honrosas excepciones) y —menos— en temas como estos. Sin embargo está claro que el tono de esta última carta pública desnudó un estadio emocional y un estilo con más semejanzas a sus cadenas nacionales del 2015 que a la Cristina arquitecta del entramado político que posibilitó que el peronismo volviera hace un año al poder.
Así como Alberto Fernandez prometió en campaña habilitar el debate de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la vicepresidenta habló en todos los actos públicos del lawfare, así que nadie debería asombrarse por esta embestida contra la corporación judicial. Es mas, podría hasta ser presentada también como el cumplimiento de una promesa de campaña. La gente votó a los Fernandez sabiendo que alegaban que había “presos políticos” en Argentina.
El tema es, ¿por qué ir tan a fondo ahora?
La carta se hizo pública cinco días después del fallo de la Corte declarando inadmisible el recurso de queja presentado por Amado Boudou en la Causa Ciccone. Por unanimidad los cinco miembros se dieron el lujo, además, de ni siquiera justificar su resolución. Se puede estar a favor o en contra de Boudou. Lo que está claro es que cuando un tribunal dicta sentencia sobre la libertad o no de un ex vicepresidente, recurrir al artículo 280 del Código Civil y Comercial para hacerlo sin explicación, al estilo del arcaico reto paterno (“porque lo digo yo y listo”), es una burla al “sistema”.
La Corte no solo habla por sus fallos. También habla por sus silencios. ¿Cuántas causas judiciales con actores políticos como protagonistas duermen en el máximo tribunal para evitar tener sentencias firmes? Buena pregunta para Carlos Saúl Menem, por ejemplo.
Pensar en una CFK preocupada por ir presa es cómodo y funcional a quienes la odian y caricaturizan. Ella tiene fueros hasta el 2023 y su hijo también. En todo caso su preocupación puede centrarse en su hija. Pero faltan muchas instancias para que la situación procesal de Florencia Kirchner se complique al punto de pensarla entre rejas.
Está claro que Cristina percibió en los últimos movimientos de la Corte un llamado a la guerra y contestó en consecuencia. De manera visceral, más que estratégica. Y hasta permitiendo confundir a los propios. “Hablar de Paso si o no, reelección de intendentes, lawfare y causas judiciales es la antítesis de la agenda de la gente”, se lamentaba por los pasillos de un canal televisivo uno de las espadas mediáticas del gobierno más cercano al kirchnerismo que al albertismo.
Pero atrás de su embestida hay una pulseada de poder real y la certeza de la vicepresidenta de que el poder económico en alianza con varios integrantes de la Corte quieren condicionar políticamente al Gobierno. Hay millones en juego. Y el fiel de la balanza lo determina la Corte.
El primer tema en conflicto son los jubilados. Hay más de 250 mil reclamos judiciales pendientes por las distintas reformas a las fórmulas de movilidad, por anulación de pensiones por discapacidad, por descuento de ganancias sobre montos jubilatorios y hasta por mala liquidación de sentencias pagadas.
El segundo punto es la causa Nación vs Ciudad de Buenos Aires. La quita de los fondos entregados por Mauricio Macri al transferir las fuerzas policiales a la ciudad enfrenta a Alberto con Horacio Rodriguez Larreta y, aunque el decreto ahora fue confirmado por una Ley el Jefe de Gobierno porteño sigue adelante con la demanda.
A Larreta le siguen varios gobernadores. Son varias las provincias con sentencias en primera instancia favorables que se presentaron ante la Corte reclamando embargos por la quita de fondos de coparticipación que se redestinaron al ANSES.
Por último también están pendientes miles de reclamos salariales de empleados estatales que, de salir en contra del Estado, desatarían una catarata de demandas.
Históricamente la Corte Argentina siempre bailó al ritmo del popular eslogan “muerto el Rey, Viva el Rey”. En buen romance, mas allá de su conformación, siempre terminaron siendo oficialistas.
El actual momento podría empezar a ser la excepción. Menem, De la Rua, Duhalde, Kirchner y Macri tuvieron cortesanos a su imagen y semejanza. Con distintos grados de “independencia” pero nunca en contra de las decisiones trascendentes del gobierno de turno.
Alberto no es ajeno a la corporación judicial. Hasta su estilo de vestimenta lo delata. Pretender que Fernandez haga estallar al sistema tal cual funcionó hasta acá es una utopía. CFK lo sabe. Por eso elige la “amenaza” pública. Primero para seguir siendo la estratega de la alianza gobernante. Con su estilo y sus tiempos. Segundo para unificar el frente interno con un enemigo común. El único upgrade entre la primer epístola y la segunda es que dejó de criticar para adentro y pasó a criticar y vociferar para afuera.
El año electoral se acerca y ahí se terminará de reacomodar el frente interno.
Por lo pronto después del distanciamiento de dos meses, mamá y papá en crisis les dieron un respiro a los millones de votantes y se mostraron en público el día del aniversario. Los hijitos —por el momento— aliviados.
Bonus Track 1
Entraron por Balcarce y sus nombres quedaron registrados oficialmente. Si bien la entrevista no se comunicó oficialmente tampoco fue oculta. En medio de la convocatoria a una marcha, misa y acampe para Una Navidad Sin Presos Políticos, Alberto Fernández recibió en la Casa de Gobierno al vocero de la Tupac Amaru, Alejandro Coco Garfagnini, al titular del Comité de Liberación de Milagros Sala Eduardo Tavani y al padre Eduardo de la Serna, miembro del Grupo de Curas en opción por los Pobres.
Nadie sabe cuál fue la promesa. Aunque se puede intuir. Pero lo concreto es que el Presidente logró que el grupo cambie el escenario de la protesta que se paso de Plaza de Mayo a la Plaza de los Tribunales y que la acción termine con una misa y no con un acampe como estaba prevista inicialmente.
¿La Corte ratificará la sentencia contra Milagros pero reducirá la pena a 7 años para que así la líder jujeña recupere su libertad al pasar de presa en cumplimiento efectivo a condicional?
Es la pregunta que quedó flotando en el aire. Quizás fue un cheque volador. Pero si la promesa se cumple quiere decir que los lazos del Ejecutivo con la Corte no están tan rotos. ¿Y Cristina? 🤦🏻♀️
Bonus Track 2
Luis Juez es de los políticos más gauchitos a la hora de hacer lucir a sus entrevistadores. Esta semana regaló una anécdota por radio que no debería haber pasado desapercibida. Cuenta Juez que en su paso por la embajada argentina en Ecuador se aburría tanto que aprovechaba cuanta ocasión podía para hacer asados sociales. Uno de sus mas frecuentes invitados era Jaime Durán Barba cada vez que el gurú marketinero de Mauricio Macri regresaba a su país de origen.
En uno de esos asados Juez le manifestó su preocupación por la falta de aciertos económicos del gobierno. “No te preocupes que ya tenemos todo preparado para lanzar una bomba de humo que va a tener entretenidos a todos por un año largo”, le anticipó Durán Barba a Juez para tranquilizarlo.
La bomba de humo era el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Durán Barba le dijo a Juez y este lo reveló con lujo de detalles esta semana: antes de arriesgarse a mandar el proyecto al Congreso, Macri se aseguró de que no tendría ninguna chance de que terminara siendo aprobado en el Senado.
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