En el gobierno bonaerense la preocupación sobre el escenario sanitario está dividida en dos: el plan de vacunación y el posible rebrote generado por una segunda ola de contagios. De la mano del último caso van las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y la temporada de verano que llega hasta el 1 de abril. Cuatro meses donde el movimiento de personas será similar al que hubo antes que el coronavirus llegara a la Argentina.
Si bien la temporada comenzó el 1 de diciembre, el mayor flujo de gente se espera para fin de año, enero y febrero. Por eso el principal escollo que debe pasar el gobierno de Axel Kicillof son las fiestas. Lograr que pasen sin que las reuniones familiares sean un foco de contagio, debido a la falta de protocolos, recomendados por el Estado, o al comportamiento de la gente, donde reside el principal problema.
El Gobierno trabaja en un protocolo para utilizar en las reuniones familiares y evitar que los contagios vuelvan a aumentar como consecuencia de un descuido masivo. Son recomendaciones que el Gobernador o su equipo darán en el corto plazo con el objetivo de poner límites dentro de las celebraciones. El protocolo aún no está cerrado, pero se encuentra muy avanzado. Tal es así que el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, mencionó el tema en una de sus últimas conferencias de prensa.
Desde la gestión de Kicillof le van a pedir a los bonaerenses que construyan burbujas con personas conocidas y traten de pasar las fiestas con ellos. Evitar compartir las celebraciones con desconocidos. ¿El objetivo? Que en el caso de que se generen contagios, las autoridades sanitarias puedan determinar con rapidez cuáles son los contactos estrechos de la persona que se contagió de coronavirus.
Uno de los puntos clave del protocolo navideño es el cuidado de los adultos mayores, aquellos que pasaron la barrera de los 60 años, y también de los que tienen enfermedades prexistentes. Dos subgrupos que están dentro del grupo de riesgo en esta pandemia.
Como no todas las personas pueden o quieren hisoparse previo a un contacto con los mayores, la recomendación será reducir los contactos personales y salidas durante los 14 días previos, con el fin de disminuir las posibilidades de contagio en el momento de las reuniones familiares o con amigos.
El gobierno bonaerense también va a pedir que la gente no participe de fiestas masivas y que, dentro de lo posible, las celebraciones sean al aire libre o, en caso de que no se pueda, realizarlas en ambientes que estén bien ventilados. Además, pedirán que dejen las ventanas abiertas en vez de utilizar el aire acondicionado. Ventilación natural.
La escena que quieren evitar es la de una familia grande comiendo en un departamento, con el aire acondicionado prendido y todas las ventanas cerradas. Sería un foco de contagio evidente que intentaron evitar durante toda la pandemia y que, en este tiempo sin cuarentena, parece más difícil de evitar pese a las recomendaciones. La sociedad se comporta, en muchos casos, como si la pandemia ya no existiese. Esa es la gran preocupación de Kicillof.
Dentro del protocolo que están estudiando también hay una recomendación para que haya un número límite de participantes: 10 personas. No es una obligación, no será un decreto, ni serán pautas inamovibles. En La Plata hace tiempo que asumen que el control del Estado es limitado y que la responsabilidad individual es determinante para que no haya pequeños brotes. Por eso la presentación oficial será más un pedido o un consejo, que una exigencia real.
Entre los ítems figurarían también los lineamientos básicos que el gobierno de Buenos Aires bajó a lo largo de los últimos meses. No compartir la vajilla, mantener los dos metros de distancia, usar tapabocas la mayor parte del tiempo y lavarse las manos con frecuencia. Jabón y alcohol en gel como herramientas esenciales para disminuir la transmisión del covid-19.
La otra preocupación que tiene el Gobierno en el plano sanitario es avanzar en la coordinación del plan de vacunación. El diseño del armado logístico y la capacitación del personal de salud en las próximas semanas. Implica la gestión de un enorme despliegue territorial para vacunar a 6 millones de personas, que son las que integran el primer grupo de personas que pretenden vacunar en la provincia.
Esa gestión va a de la mano de la llegada de las primeras vacunas al país, que en La Plata esperan recibir en los últimos días de diciembre, para comenzar a vacunar entre la última semana del año y la primera del 2021. No hay exactitud. Los cálculos respecto del comienzo de la vacunación pueden correrse hacia adelante o hacia atrás, pero sin extenderse demasiado en el tiempo. Es lo que admiten en el “kicillofismo”.
Son 120.000 vacunas rusas Sputnik V las que esperan en el Gobierno para empezar a vacunar al personal sanitario y las fuerzas de seguridad, los primeros en la lista. Ese número de vacunas está dentro de las 300.000 que el presidente Alberto Fernández anunció que podrán aplicar antes de que se cierre el 2020.
La aprobación de la ANMAT y posterior análisis de cada lote de vacunas será determinante para marcar los tiempos y, finalmente, saber si la vacunación empezará en diciembre o en enero. Es una diferencia mínima, pero tiene un poder simbólico importante desde el contenido del mensaje. Vacunar en el 2020, no es lo mismo que hacerlo en el 2021.
Las fiestas, los protocolos, la temporada de verano y las vacunas. Cuatro temas que están en la agenda de Kicillof. Cuatro desafíos en lo que parece ser el final de la pandemia. O, al menos, el comienzo de la una vida similar a la que antes del 19 de marzo se la denominaba como normal.
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