El Frente Amplio uruguayo y el kirchnerista Frente para la Victoria eran fuerzas políticas que, a uno y otro lado del Río de la Plata, deberían haber tenido más coincidencias que diferencias mientras coincidieron en el ejercicio del poder. Sin embargo, protagonizaron conflictos que escalaron hasta el límite de casi llegar a la ruptura de relaciones entre dos países vecinos e integrantes del Mercosur, sobre todo en los tiempos en que Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez presidían Argentina y Uruguay, respectivamente. A tal extremo llegó la tirantez que Vázquez admitió en 2011 que durante la disputa entre ambas naciones por la instalación de la papelera Botnia (hoy llamada UPM) en Fray Bentos, llegó a considerar la hipótesis de un “conflicto bélico” y que a causa de ello llegó a “pedirle apoyo a Estados Unidos”.
Vázquez había sido alcalde de Montevideo y esa fue la plataforma que le permitió en 2004 catapultarse a la presidencia del vecino país con más del 50 por ciento de los votos, encabezando la fórmula de la coalición de izquierda de la que José “Pepe” Mujica es uno de los mayores referentes. Enseguida Argentina advirtió que “desde el otro lado del charco” podía encontrar algo más que un aliado estratégico en la región.
Nada hacía presumir que el punto más álgido de la relación bilateral entre Argentina y Uruguay iba a producirse tres años después cuando el mandatario del vecino país decidió autorizar a la papelera finlandesa Botnia a operar en la ciudad de Fray Bentos, a la vera del Río Uruguay, el 8 de noviembre de 2007, mientras se desarrollaba en Santiago de Chile la XVII Cumbre Iberoamericana de presidentes, con la participación de 22 Jefes de Estado. El conflicto en realidad venía incubándose desde hacía dos años, con las protestas de los habitantes de las localidades argentinas que temían verse afectadas por la instalación de las pasteras, en particular Gualeguaychú.
Los reclamos desde la orilla argentina habían sido respaldados desde el inicio por la administración Kirchner, incluso las medidas de fuerza adoptadas, como el bloqueo de los puentes.
Pese a todo, en la reunión de Santiago de Chile, Néstor Kirchner esperaba acercar posiciones con su par uruguayo, mientras un enviado español, el canciller Miguel Moratinos, oficiaba de mediador. Vázquez, cuando dio su discurso, se dirigió al santacruceño y dijo “que el río no nos separe y sirva para unirnos”. Aunque luego hubo un frío abrazo entre los presidentes y casi en simultáneo la delegación argentina se enteró de que Botnia había sido habilitada para funcionar. A Tabaré le había molestado la actitud de Kirchner que, un par de días antes, en Santiago, se había abrazado con los asambleístas de Gualeguaychú.
Al día siguiente, la escalada siguió ya que Uruguay decidió cerrar sus fronteras, que estaban bloqueadas por los ambientalistas desde Entre Ríos, en uno de los pasos internacionales. Kirchner, en su alocución, pidió disculpas al rey español por el fracaso de la mediación y omitió mencionar a Tabaré. “A pesar de la incomprensión de algunos siempre vamos a creer en el diálogo”, expresó. A todos les quedó claro a quien apuntaba con esta frase. Y que la recomposición de relaciones seguía empantanada. Algunos periodistas presentes en el Centro de Convenciones Riesco donde se llevó a cabo la Cumbre, presenciaron un cruce de palabras camino al baño entre ambos Jefes de Gobierno. Kirchner acusó a Vázquez de haberle clavado “una puñalada por la espalda al pueblo argentino”, con su decisión. El Presidente uruguayo asistió a la asunción presidencial de Cristina Fernández de Kirchner en diciembre de 2007 pero limitó sus actividades al máximo para no herir más susceptibilidades.
Mientras Tabaré estuvo en el gobierno, hasta el 1° de marzo de 2010, la relación entre Argentina y Uruguay (tanto con Kirchner como con su esposa y sucesora) se mantuvo signada por una tensión latente. Recién cuando asumió José Mujica se pudo descomprimir el conflicto con el levantamiento del corte del puente San Martín, en junio de 2010. En octubre de 2011 ya fuera del poder en su país, Vázquez tuvo una charla con alumnos de un colegio y allí confesó, según reflejó la versión digital del diario El Observador, que “todos los presidentes de la región manejaban la hipótesis de un conflicto bélico” entre ambos países, que los asambleístas entrerrianos habían amenazado con “ir con dinamita a ocupar la planta de Botnia” y que “el conflicto fue impulsado por Kirchner cuando se abrazó con los piqueteros, calificando el conflicto como un asunto nacional”. También en esa ocasión recalcó que “la gente ahora se sorprende, pero se olvida que tuvimos que sacar el ejército a la calle”.
“¿Qué se pretendía que hiciera el presidente de un país pequeño que está amenazado?”, preguntó. Y contó que había solicitado respaldo a Estados Unidos porque si no lo hacía los ciudadanos uruguayos se iban a preguntar “qué hizo el presidente”. El diario montevideano El País difundió al mes siguiente en noviembre de 2011 cables que la embajada norteamericana le había enviado a su país, difundidos en Wikileaks, en los que advertía de la pésima opinión que Vázquez tenía del Gobierno de Kirchner, durante ese conflicto por Botnia. Para el Encargado de Negocios de la Embajada de EE.UU en Uruguay, James Nealon, el ministro uruguayo de Industria, Energía y Minería, Jorge Lepra, había criticado con dureza al gobierno peronista y también la postura intransigente de los asambleístas.
Vale recordar que, desde el comienzo del conflicto, a fines de 2005, se iniciaron los cortes de ruta y de los puentes que unen ambos países: Salto-Concordia, Paysandú-Colón y Fray Bentos - Gualeguaychú. Este último en particular fue el que más tiempo permaneció bloqueado. A partir de la autorización uruguaya para la instalación de la pastera, desde el lado argentino, los vecinos llegaron a cortar los tres puentes en forma simultánea, con el consiguiente perjuicio para el turismo y el comercio uruguayos.
Desde el lado argentino, las autoridades nunca intervinieron para poner fin a lo que, en definitiva, era el corte de una frontera internacional por civiles auto-organizados.
La instalación de la empresa procesadora de celulosa de origen finlandés, al igual que la de la española ENCE, la había empezado a negociar otro mandatario uruguayo, Jorge Battle, del Partido Colorado oriental, en 2002. Si bien en Uruguay esa idea se recibió con beneplácito no sucedió lo mismo desde el lado argentino. En Gualeguaychú, ciudad de 80 mil habitantes, muy conocida por la popularidad de sus festejos de Carnaval, sus habitantes empezaron una resistencia muy persistente para que la pastera no se instalara en la costa que tenían enfrente porque con sus actividades iba a contaminar el río. En 2005 se creó la Asamblea Ambiental que empezó mediante multitudinarias marchas, declaraciones y protestas hasta en embarcaciones a marcar esa postura rebelde. La lucha incluyó un prolongado corte de la ruta 136 y del puente internacional Libertador General San Martín que une a Fray Bentos con la ciudad entrerriana.
El litigio comenzó en 2006 con una demanda de Argentina en la Corte Internacional de Justicia de La Haya en la que denunció a Uruguay por la violación del Estatuto del Río Uruguay suscripto en 1975, ya que la instalación de dos papeleras sobre las costas de ese curso de agua había sido “una decisión inconsulta y unilateral” (por estos cuestionamientos la española ENCE decidió instalarse en otro tramo del río). Cuatro años más tarde, el 20 de abril de 2010, el tribunal de La Haya presidido por Peter Tomka dictaminó que Uruguay había tomado una medida sin cumplir lo que establecía el Estatuto pero también que la empresa finlandesa no contaminaba como para ordenar su relocalización.
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