Alberto Fernández prometió lo que la Confederación General del Trabajo (CGT) quería escuchar: el Gobierno accederá a darle continuidad al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) en aquellos sectores que sigan necesitando ayuda por parte del Estado y, además, la semana próxima habrá una reunión específica para analizar cómo aliviar la crisis de las obras sociales de la que participarán el Presidente, la central obrera y el ministro de Salud, Ginés González García.
Las definiciones se alcanzaron durante una reunión, con almuerzo incluido, que se realizó en la Quinta de Olivos a lo largo de casi tres horas y en el que el jefe del Estado también se comprometió a crear por decreto el Consejo Económico y Social para no demorar su puesta en marcha y a mantener encuentros con la dirigencia cegetista cada 15 o 20 días para mejorar la relación bilateral.
La CGT también le planteó su preocupación por la nueva fórmula jubilatoria, pero el primer mandatario les aseguró que se propone compensar al sector para que no pierda ante la inflación.
Los sindicalistas le plantearon la necesidad de mejorar el diálogo con la Casa Rosada porque “la CGT no integra el Frente de Todos, pero es la CGT y necesita respuestas”, como le explicaron a Fernández.
Participaron del encuentro, además del Presidente, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni; la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca; el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Por la CGT estuvieron sus cotitulares, Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (estaciones de servicio); Andrés Rodríguez (UCPN); Gerardo Martínez (UOCRA), Armando Cavalieri (Comercio), Antonio Caló (UOM), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Jorge Sola (seguro).
Mientras comían asado con ensalada, los sindicalistas hicieron ante Alberto Fernández un minucioso repaso de cómo estaba cada una de las actividades y allí le plantearon la necesidad de que no se interrumpieran los programas de ayuda para no profundizar más la crisis de varios sectores.
Cavalieri, en particular, advirtió que la eliminación del ATP, que durante la cuarentena permitió que el Estado se hiciera cargo de pagar la mitad del salario de las empresas en crisis, podría tener un dramático impacto entre las pymes del rubro mercantil: estimó que sin esa ayuda se perderán unas 200 mil fuentes de trabajo porque muchos empresarios no pueden abonar el 100% de los sueldos.
Incluso elogió la decisión de haber flexibilizado la cuarentena para que se abran los shoppings en la Ciudad de Buenos Aires, pero destacó que la mayoría de los negocios “están vacíos porque la gente no compra”.
Inmediatamente, Alberto Fernández prometió que, si bien el ATP se reconvertirá mediante el otorgamiento de créditos a tasa subsidiada, el Gobierno analizará la continuidad de la asistencia salarial en el sector de Comercio o en aquellos donde la situación sigue siendo crítica.
De todas formas, recordó el jefe del Estado, la ayuda que se brindada a través del ATP será reemplazada desde este mes por el REPRO II, un programa que lanzó el Ministerio de Trabajo para unas 200.000 personas que contempla una suma fija mensual de $9.000 por trabajador.
Otros sindicalistas, como Gerardo Martínez, pidieron que tampoco se interrumpa el IFE, que permitió que durante la cuarentena el Estado pagara $10.000 a casi 9 millones de personas. Fernández explicó que será reemplazado por otros programas, como el Potenciar Trabajo, pero que también se evaluará de qué forma puede mantenerse la ayuda económica en los sectores más vulnerables.
Una buena parte de la reunión estuvo dedicada a analizar la crítica situación de las obras sociales, que están desfinanciadas por la combinación de varios factores, como la caída del salario, el aumento de la desocupación y el alza en dólares del costo farmacéutico.
Alberto Fernández admitió que estaba al tanto de esos números y propuso “algo expeditivo”: mantener la semana próxima una reunión, de la que participarán él, el ministro González García y la CGT, con el fin de buscar soluciones concretas a los problemas de las obras sociales.
El informe sobre este tema estuvo a cargo del secretario de Acción Social de la CGT, José Luis Lingeri, quien detalló que las obras sociales tienen un déficit mensual de $1.500 millones y que no se alcanza a compensar porque los fondos que provee el Estado salen del mismo sistema de salud, como sucede con la ayuda financiera adicional para cubrir la caída de la recaudación.
El siguiente tema fue el de la vacunación contra el COVID-19: el Presidente brindó detalles del operativo que tiene previsto el Gobierno desde 2021 y, por su parte, la CGT le ofreció la ayuda logística que se requiriera desde el Estado a través del sistema sindical de salud.
El Presidente, por otra parte, les confirmó a los dirigentes cegetistas que firmará un DNU para crear el Consejo Económico y Social cuanto antes y así avanzar de manera tripartita con las medidas para salir de la crisis. La idea original era conformar el Consejo por ley, pero Fernández quiere dar una señal inmediata de su voluntad de dialogar de manera institucional con empresarios y sindicalistas, aunque luego enviará el correspondiente proyecto de ley al Congreso para formalizar esa instancia.
El momento de distensión se produjo cuando entre todos le cantaron el “Feliz cumpleaños” a Moroni, que sopló las 61 velitas, fue saludado a la distancia por los presentes y recibió algunos regalos.
El 10 de noviembre pasado, el consejo directivo de la central obrera mantuvo una agitada reunión, que incluyó insinuaciones de medidas de fuerza, en donde se criticó en duros términos al Gobierno por el ajuste que se había puesto en marcha a través de la eliminación de algunos planes de asistencia como el IFE y el ATP, la nueva fórmula de actualización de las jubilaciones, la desactivación del programa Precios Cuidados y el aumento de las tarifas y las prepagas.
Esta tarde, después de haber estado a las puertas de un enfrentamiento, la CGT se fue conforme de Olivos. Sin anuncios concretos, pero sí con un puñado de promesas presidenciales y, sobre todo, la sensación de que finalmente se la escuchó en los más altos niveles del poder.
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