Poco después de las dos y media de la tarde, la vicepresidenta Cristina Kirchner llegó a la Casa Rosada para participar de la ceremonia de despedida de Diego Maradona, quien falleció ayer de un paro cardiorrespiratorio.
La ex presidenta llegó y, acompañada por el primer mandatario Alberto Fernández y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, se dirigió a saludar a la familia Maradona. Inmediatamente después, Kirchner, Fernández y Kicillof se acercaron al cajón junto a Claudia Villafañe y Dalma y Giannina Maradona.
Afuera de la Casa Rosada una multitud esperaba entrar pero desde el ingreso de Cristina Kirchner las puertas se cerraron y dentro del salón solo quedó la familia, sus allegados y un puñado de dirigentes políticos. Media hora después, volvieron a abrir la capilla ardiente al público.
A los minutos, se desató un desborde de los fans que se extendió por casi una hora y media con desmanes en el Patio de las Palmeras y hasta con roturas de los bustos históricos de la Rosada.
Al mismo tiempo, el operativo policial, coordinado entre el gobierno nacional y el gobierno porteño, decidió interrumpir la fila de fanáticos en la intersección de la Avenida 9 de Julio y Avenida de Mayo con la intención de terminar con la afluencia de gente al velorio y comenzaron los disturbios.
Los máximos representantes del gobierno delinearon los últimos detalles, junto a la familia, del cortejo fúnebre. Para permitir que la gente que no pudo entrar llegue a despedirse, el cortejo se va a retirar por la Avenida de Mayo hasta la Avenida 9 de Julio y de ahí subirán a la autopista para dirigirse hacia Bella Vista, partido de San Miguel.
Representantes del gobierno nacional intentaron convencer a la familia, a lo largo de toda la mañana, de la posibilidad de extender el velorio hasta la noche. La respuesta siempre fue negativa y se fijó el horario de las 16. Después del diálogo entre el Presidente, la vicepresidenta y la familia, accedieron a que el velorio se extienda hasta las 19 pero con los desmanes dentro de la Rosada más los incidentes en la 9 de Julio quedó todo suspendido.
La vicepresidenta puso un rosario sobre el féretro y se quedó unos segundos frente al cajón. Luego volvieron a arrimarse al salón el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, y el secretario presidencial, Julio Vitobello. Ambos estuvieron muy cerca de la familia durante toda la mañana intentando mantener la organización y buscando un acuerdo para extender la jornada.
Kirchner se retiró una vez calmada la situación. En el mientras tanto estuvo en la oficina del ministro de Interior Wado de Pedro y su “normal, con el cariño de la gente como siempre”, contaron quienes la acompañaron.
El operativo de seguridad de la jornada incluyó 1.200 efectivos de todas las fuerzas federales y la fuerza porteña para intentar contener a más de tres kilómetros de fanáticos, además de siete postas sanitarias y 80 agentes de tránsito.
El silencio que se había generado durante los minutos en que la Casa Rosada estuvo cerrada al público se rompió en el mismo instante en que los hinchas volvieron a acceder frente al cajón de Maradona implicando el traslado del féretro a otro salón e interrumpiendo la despedida.
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