El Gobierno pretende empezar a aplicar la vacuna rusa contra el coronavirus en la última semana de diciembre

Este viernes se firmará un acuerdo que prevé el arribo de 500 mil dosis entre el 20 y el 21 de diciembre. Piorizarán a enfermeros y grupos de riesgo. Luego se organizará una campaña cuya logística tendrá similitudes con la de una elección general

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El 27 de octubre de 2019 hubo más de 100 mil mesas habilitadas para que los argentinos eligieran a su presidente. Ese hombre, Alberto Fernández, sueña ahora con desplegar un operativo con la misma cantidad de lugares abiertos y según el mismo padrón para realizar la vacunación contra el coronavirus en una campaña que aseguran no tiene antecedentes en el país.

Para llegar a ese punto todavía falta recorrer un largo camino que esta semana tendrá un capítulo relevante. De no haber cambios, el gobierno nacional tiene todo listo para firmar el viernes el contrato formal con Rusia para la adquisición de las primeras dosis de la vacuna Sputnik V, que demostró tener una eficacia superior al 95 por ciento.

Esta mañana, equipos técnicos del Ministerio de Salud estaban revisando los últimos detalles del entendimiento legal. Infobae reveló que Vladimir Puttin envió a la Argentina a Maximilien Sánchez Arveláiz, ex embajador del régimen venezolano en la ONU, para cerrar el trato.

En las últimas conversaciones, el ex funcionario de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se comprometió a enviar al país un cargamento de 500 mil vacunas entre el 20 y el 21 de diciembre. Si cumple con sus promesas, el Gobierno dice que no habrá demoras y el 22, tres días antes de Navidad, empezará a inocular la fórmula. Ayer, el ministro de Salud, Ginés González García, habló en público de enero para no volver a generar expectativas.

En una primera etapa, se convocará a 20 mil enfermeros voluntarios, que luego de aplicarse la vacuna serán distribuidos por todo el país para iniciar la campaña con los grupos de riesgo. Para cumplir con ese propósito, el principio de acuerdo prevé que en enero y en febrero arribarán otros dos lotes con cinco millones de vacunas cada uno.

Por temor a generar falsas expectativas, ayer el ministro de Salud, Ginés González García, fue más prudente y dijo que proyectan el inicio del despliegue para enero y que contará con la participación del Ejército, personal de salud y fuerzas de seguridad.

Recién en marzo podrían llegar a la Argentina desarrollos de otros laboratorios. La Argentina forma parte de un proyecto de la Organización Mundial de la Salud para acelerar el acceso a las herramientas contra la COVID-19 denominado COVAX. Aportó USD 31 millones a un fondo especial y eso le permitiría acceder a una cantidad aún no determinada de vacunas desarrolladas por AstraZeneca y Oxford, que al igual que las rusas aún no fueron habilitadas y se encuentran en fase 3 de pruebas.

Independientemente del COVAX, el Poder Ejecutivo mantiene conversaciones con AstraZeneca, cuya fórmula tiene una ventaja comparativa que no es menor: el precio. Los rusos exigen entre 19 y 20 dólares por vacuna. Los británicos cotizaron la suya en 3. Además, parte de la producción se realizará en el laboratorio de mAbxiencie ubicado en la provincia de Buenos Aires.

Por eso, a partir del segundo trimestre del 2021 es probable que se priorice la compra de la fórmula de Oxford, que además no requiere ser conservada a temperaturas muy bajas. El gobierno argentino tuvo que instrumentar la compra de freezers especiales para la conservación de las primeras Sputnik V que lleguen al país.

Pfizer, el tercer jugador que pretende tener lista su cura para el COVID-19 en las próximas semanas, también negocia con la administración nacional. No obstante, sus autoridades reconocieron que vienen más atrasados y que no podrán cumplir con los mismos tiempos que sus competidores. Por eso, esta opción quedaría relegada recién para mediados de 2021, cuando podrían convivir las tres vacunas en el país.

La campaña será gratuita y voluntaria. Nadie será obligado a inmunizarse. Y quienes quieran vacunarse en forma privada podrán hacerlo, aunque en una primera etapa será improbable que lo consigan por la dificultad que tendrán las cadenas de farmacias y centros de salud en adquirir un bien apetecido en todo el mundo.

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