Las señales diplomáticas aparecieron nítidas en Buenos Aires y Washington. Alberto Fernández cree que se puede reconstruir la relación bilateral con Estados Unidos después del vendaval de Donald Trump, y Joe Biden ya analizó con su grupo de asesores para América Latina qué papel regional puede jugar el presidente argentino en situaciones complejas como Venezuela, Cuba, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
No es que Biden va a dejar de caracterizar a Nicolás Maduro como un dictador o que la agenda de la OEA vaya a cambiar en un instante, pero el presidente número 46 de los Estados Unidos asumió que Alberto Fernández y Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO), líder de Mexico, pueden protagonizar un rol clave al momento de negociar una transición en Venezuela, acercar al gobierno de Luis Arce en Bolivia a DC y aplacar el bloqueo a Cuba que impuso Trump cuando sucedió a Barack Obama.
El presidente argentino se recuesta en Jorge Argüello –embajador argentino en Estados Unidos–, Gustavo Beliz, secretario de Asuntos Estratégicos, y el canciller Felipe Solá. Esta troika del Gobierno negocia con otra troika demócrata que conoce la región y ha trabajado con Obama y Hillary Clinton.
El objetivo de la Casa Rosada, que tiene exacta correspondencia en el búnker de la transición demócrata, es planificar y concretar un llamado telefónico entre Alberto Fernández y Biden para después desembocar en una visita a Washington en una fecha a determinar.
La comunicación oficial entre el presidente argentino y el presidente electo de los Estados Unidos tiene carácter de inminente. Mientras que la gira a Washington podría coronarse en tres fechas alternativas: antes de la asunción, en la asunción del próximo 20 de enero, o en una semana a determinar entre febrero y abril.
Alberto Fernández está dispuesto a viajar cuando ambos equipos se pongan de acuerdo, aunque reconoce en la intimidad de Olivos que cerrar una bilateral durante la asunción del presidente en DC es un hecho inédito que nunca ha sucedido. Si no hay sorpresas protocolares, el jefe de Estado llegaría a Washington cuando inicie la primavera.
El pasado lunes, y por primera vez desde su llegada al Gobierno, el jefe de Estado exhibió su mirada política sobre la agenda regional de los Estados Unidos. En diálogo con Marco Enríquez-Ominami, fundador del Partido Progresista Chileno y del Grupo de Puebla, y ex diputado y ex candidato presidencial, aseguró: “No tengo muy en claro cómo va a terminar siendo la política exterior de (Joseph) Biden para con América Latina, pero descarto que definitivamente va a ser mejor que la de (Donald) Trump”.
Para Alberto Fernández, Trump es responsable no sólo de la suerte que tuvieron en los últimos años los gobiernos progresistas de la región. También lo responsabiliza por facilitar la negociación entre Mauricio Macri y el FMI para la millonaria asistencia que tuvo el gobierno de Cambiemos, y le factura la visión ideológica del todavía presidente de Estados Unidos sobre Venezuela, su papel en la Organización de Estados Americanos (OEA, y su intromisión en la designación de Mauricio Claver como presidente del BID.
“Biden tiene una gran oportunidad de generar otro vínculo con América Latina. Las posibilidades de reencontrarse con el continente son muchas porque estos años que han pasado nos han tratado muy mal”, opinó el mandatario argentino el pasado lunes, y puntualizó en la situación de Venezuela.
“Más allá de las disputas políticas, que en plena pandemia hayan sometido al pueblo a un bloqueo es inhumano, lo mismo con Cuba. Tengo optimismo en que con Biden podemos estar más tranquilos, confiados, tal vez podamos avanzar y lograr desterrar la idea de una intervención militar en Venezuela”, argumentó.
Alberto Fernández, ayer, fue más allá durante una entrevista que concedió a A24. Ante la consulta de si iba a participar de la asunción de Biden, afirmó: “Primero me tienen que invitar. Si me invitan iré encantado. No tengo el gusto de conocerlo al Presidente electo de los EEUU. Trato de no inmiscuirme, pero por lo que se ve ha sido una elección muy singular, muy reñida, pero con una ventaja muy clara a favor del candidato demócrata”.
Argüello, por su lado, avanzó esta semana para cumplir con la agenda geopolítica de Casa Rosada y mantuvo un encuentro con el embajador de Estados Unidos en Argentina, Edward Prado. “Los principales temas de la agenda bilateral sobre la mesa, en la reunión de trabajo mantenida en Buenos Aires”, contó el diplomático en las redes sociales.
Solá, en tanto, fue más directo que el Presidente. “Vamos a buscar que exista una nueva conciencia de integración en Sudamérica, que no vemos todavía plenamente en la región, por eso valoramos el triunfo de Bolivia, y al mismo tiempo queremos tener la mejor relación posible con Estados Unidos”, detalló a principios de noviembre el canciller.
Alberto Fernández asume que la caída de Trump, la victoria de Arce en Bolivia y la integración de la Argentina en el Mercosur lo ponen en otra situación estratégica frente a Biden. El Presidente no cree en el wishful thinking, pero ve una posibilidad de recuperar la relación bilateral con Estados Unidos que antes no existía con Trump en la Casa Blanca.
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