Cómo construye su poder Máximo Kirchner desde la Cámara de Diputados para influir en el Frente de Todos

Colocó a sus aliados en cargos del Poder Ejecutivo con fondos públicos y territorio, la gobernación bonaerense es la base de su proyecto político y sorprende por su curiosa forma de comunicarse con los dirigentes partidarios que no participan de su entorno

Máximo Kirchner, diputado nacional y líder de la Cámpora

Es uno de los diputados con más bienes de la Cámara Baja. Con un patrimonio declarado que llegaba a los 291.739.213 pesos en diciembre pasado, unos 4.7 millones de dólares de la época, supera ampliamente a su madre, que en la misma fecha declaró unos magros 3.7 millones de pesos: Máximo Carlos Kirchner se muestra sin ostentar ese poder adquisitivo, que se multiplicó al infinito cuando Cristina Fernández decidió dividir su patrimonio en partes iguales entre sus dos hijos en 2016, lo cual generó más de un dolor de cabeza a los tres: Comodoro Py.

Nacido el 16 de febrero de 1977 en La Plata, el mayor de los hijos de Néstor Kirchner y Cristina, pasó casi toda su vida en Río Gallegos, creciendo entre políticos que iban en ascenso. Para cuando tenía diez años su padre ya era intendente de la capital santacruceña. A los doce años, mamá era diputada provincial, a los catorce papá asumía la gobernación, y así siguió su adolescencia, con su madre alejada en la Capital –ya senadora nacional– y su padre dedicado full-time a su rol de gobernador. Luego de 2003 Máximo comenzó a manejar algunos de los negocios familiares en la provincia y, de vez en cuando, viajaba a la ciudad de Buenos Aires.

Así es que Máximo aprendió dos de las formas de crecer en política: con fondos y construyendo poder desde el poder.

Luego de años de militar en La Cámpora, una agrupación creada junto a Andrés “el Cuervo” Larroque, Juan Cabandié y Eduardo “Wado” De Pedro, el 13 de septiembre de 2014 hizo su primera aparición pública como político. Pocos le conocían la voz y, de pronto, en el estadio de Argentinos Juniors salió a pedir que dejen competir a Cristina en 2015 sin miedo. Lo que fue un desafío a la oposición y a la Constitución Nacional también dejó como marca personal una forma de hablar sobreactuada que lo asemejaba bastante a su padre. Como Ricardito Alfonsín, pero con capital político.

Acto de La Cámpora: "Cuervo" Larroque, Maximo Kirchner, "Wado" de Pedro y Mariano Recalde

En 2015 debutó electoralmente con una derrota cuando la lista de diputados por Santa Cruz que encabezaba salió segunda, pero le alcanzó para entrar al recinto. Y comenzar a construir de a poquito. Mucho más delgado, con gestos obviamente heredados y tras abandonar el seseo impostado, ocupó lugares en comisiones claves y comenzó a diagramar un futuro que lo tuviera a él en el centro.

Sin embargo, en 2019 su madre se inclinó por Axel Kicillof para la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Oficialmente se ha dicho que Máximo no tenía interés, que todavía no era su momento, pero lo cierto es que casi toda La Cámpora está en La Plata y el título de gobernador lo tiene un porteño egresado del Nacional Buenos Aires, en vez de un platense de quinta generación.

“No es la luminaria que muchos agigantan, pero está muy lejos de ser un tonto”, sostiene uno de los asesores de bloques parlamentarios que más de una vez ha podido dialogar con él.

Quizá la forma de comunicar lo que piensa sea un botón de muestra de otro rasgo aprendido. En marzo de 2017, cuando los dirigentes de la CGT tuvieron que esconderse en las arcadas del edificio de la AFIP ante los incidentes que se desataron luego de una manifestación en contra del gobierno de Mauricio Macri, Máximo Kirchner dio a conocer su opinión al respecto: “Es sano que los manifestantes interpelen a sus dirigentes”. La “interpelación” fue una hecatombe en la que hasta volaron las cruces que conmemoraban a los caídos en Malvinas. Y el mensaje sonó muy familiar: un misil con una ojiva nuclear teledirigido a la conducción sindical disfrazado de mensaje pacifista y conciliador frente a hechos de violencia innegables.

Todas las cajas. Es sabido que la relación entre los intendentes de todos los colores políticos y la gobernación es, de mínima y por llamarla de un modo decoroso, difícil. Uno de ellos llegó a definir al espacio que integra como el “Frente de Todos para uno”. Quién sería ese uno quedó flotando en el aire. La única respuesta fue una ceja levantada.

Otro intendente del conurbano sur afirmó que, al menos una vez por semana, Máximo “baja” a los distintos partidos sin aviso, y lo mismo han manifestado desde la zona oeste. En La Plata, mientras tanto, La Cámpora se quedó con algunos cargos: Santiago Révora, primo de Wado de Pedro, es el Subsecretario de Asuntos Municipales, Leandro Decuzzi es el director para la Región Conurbano, Pablo Massa ­­–nada que ver con Sergio Tomás– es director para la Región Interior. A ellos se le suman Nicolás Kreplak como subsecretario de Atención a las Personas de la cartera de salud provincial y una tanda de psicólogos: Noelia López, directora de Programas Sanitarios; Julieta Calmels, subsecretaria de Determinantes de la Salud y Enfermedad Física, Leticia Ceriani, subsecretaria de Planificación y Contralor Sanitario; y Mariano Rey, director de Salud Mental y Adicciones.

La selección continúa con Lucía Portos al frente de la secretaría de Mujeres, Género y Diversidad, su tocaya Lucía Vázquez en la dirección de Mediación, y Ramón Baibiene como director de Políticas Reparatorias. Espere que hay más: Federico Aguilera es el secretario de Minería, Fabián Rodríguez –sí, el mismo que manejó Télam en la última etapa de CFK– es el subsecretario de Medios y es jefe de la directora de Administración de Publicidad, María Inés Laisi, también ex Télam.

Miguel Funes es el responsable provincial de las delegaciones regionales mientras que Gastón Ghioni es el subsecretario de Energía y ya tiene experiencia en el sector: en 2014 fue designado a cargo del área de Energía Eléctrica de la gestión Julio De Vido, cuando los cortes de luz eran tan cotidianos como las cadenas nacionales.

Máximo Kirchner y Axel Kicillof, gobernador de la Provincia de Buenos Aire

Ianina Bak es la titular de la secretaría de Turismo y forma parte de la política de mensajes que no solucionan, como cuando el gobernador Kicillof salió a decir que quiere que haya turismo en toda la provincia de Buenos Aires. Sus críticos –casi todos en los partidos costeros– dicen que es una intención tan loable como pretender que haya agroganadería en toda la provincia de Buenos Aires, incluyendo las playas de Necochea.

Pero para terminar de dimensionar el poder que ha edificado La Cámpora de un día para el otro, van otros nombres y otros cargos: Inti Pérez Aznar es el secretario de Justicia y ocupa la banca del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura Bonaerense; Homero Giles es el presidente del Instituto Obra Médico Asistencial (IOMA) y Leonardo Verna es el vice. El instituto manejó este 2020 una caja de 53.552.590.500 de pesos. Para el año que viene, el presupuesto pasará al doble: 106.759 millones.

Y todo esto sin olvidar que el secretario general de La Cámpora, Larroque, es el ministro para el Desarrollo de la Comunidad, una cartera que este año manejó una friolera de más de 23.355 millones de pesos y, siguiendo los parámetros del resto del proyecto de presupuesto para 2021, no se verá disminuida ni por lejos.

¿Queda algo en la provincia? Sí: los dos bloques del Frente de Todos, tanto en el senado provincial como en la cámara baja, están al mando de allegados a Máximo: Facundo Tignanelli en diputados, Gervasio Bozzano en senadores.

A nivel nacional, La Cámpora se ha puesto al frente de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses) con Fernanda Raverta a la cabeza, seguida de Santiago Fraschina como vice y Marina Moretti como subdirectora de Prestaciones. Por la Ansés, sólo este 2020, pasaron más de 3 billones de pesos. Billones al estilo español: un 3 seguido de doce cifras más.

En ese orden de cajas, continúa el PAMI a cargo de Luana Volnovich y seguida de Martín Rodríguez, con la administración de casi 200 mil millones de pesos este 2020. Para finalizar, Juan Debandi es el vicepresidente de la Agencia de Administración de Bienes del Estado y Lauro Grande está a cargo de la Unidad de Articulación Territorial del ministerio de Obras Públicas.

Muchos podrán decir que me falta sumar a Juan Cabandié, pero el titular del eternamente fallido ministerio de Medio Ambiente argentino no está pasando su mejor momento en la relación con sus cofundadores de La Cámpora.

Alberto Fernández, Presidente de la Nación, Máximo Kirchner, diputado nacional

El proyecto. Ubicado en un lugar de privilegio, el único argentino varón en la historia que puede decir que es hijo de dos expresidentes, se comunica como quiere y cuando quiere como titular de la bancada oficialista. Este es un rasgo que llama tanto la atención como irrita a muchos de quienes comparten espacio con él. Para dar una idea del aislamiento en la comunicación, en el grupo de Whatsapp del bloque de diputados del oficialismo están todos los diputados menos uno: el presidente del bloque. En su lugar, está su secretario. Si alguien quiere hablar con Máximo, tiene que pasar por su secretario. Si Máximo quiere comunicar algo, habla su secretario. Y lo mismo ocurre en la Casa Rosada donde sólo una persona fuera del entorno de Máximo tiene su número de teléfono celular personal: Alberto Fernández. Si el presidente quiere comunicarle algo al presidente del bloque oficialista, tiene que llamarlo él mismo.

La caja siempre funcionó y el modelo de construcción de poder de Máximo Kirchner insiste en esa vía. Así es que en cada municipio donde intenta desplazar a algún histórico del peronismo, mágicamente sus candidatos son designados gerentes locales de la Anses.

La puja. ¿Qué tienen en común todos esos cargos mencionados? En primer lugar, el que no maneja una caja exorbitante, maneja la coordinación territorial. Un diseño de pinzas mediante el cual los intendentes requieren de la gobernación mientras Máximo Kirchner camina el conurbano como facilitador de los vecinos. En segundo lugar, la inmensa mayoría de sus nombres son personas ajenas al peronismo, a su historia y desconocedoras hasta de las frases básicas del propio fundador del movimiento, como demostró Axel Kicillof cuando le pifió en público al no saber siquiera la frase de la “más maravillosa música” y terminó por decir cualquier cosa.

Este desconocimiento de la historia del justicialismo es lo que a los barones del conurbano más les irrita: que bajo las banderas del justicialismo un grupo que desconoce la historia del movimiento quiera jubilarlos es visto como una falta total de códigos. Porque ante todo, el respeto a la tradición. Después se ve eso de las instituciones y el cumplimiento de las leyes, pero no se puede permitir tamaña falta de respeto a la memoria del General.

Alberto Fernández, Máximo Kirchner, y los intendentes más poderosos del conurbano

La interna comenzó a bullir. No sólo hay pica con la CGT, sino que la mayoría de los funcionarios mencionados van por la jubilación de Mariano Cascallares en Almirante Brown, Juan Zabaleta en Hurlingham, Gustavo Menéndez en Merlo, Leonardo Nardini en Malvinas Argentinas, Mario Secco en Ensenada, Mario Ishii en José C. Paz, Ariel Sujarchuk en Escobar, los Mussi en Berazategui, Alejandro Watson en Florencio Varela, la familia Andreotti en San Fernando y Alberto Descalzo en Ituzaingó. En la avanzada no se salva siquiera Fernando Espinoza en La Matanza.

En medio quedan las preguntas que ya varios intendentes se hacen: si esto habría ocurrido con Néstor Kirchner, dado que ven en Cristina a una persona permisiva que nunca entendió a los intendentes peronistas, a Alberto Fernández como un hombre que hace lo que puede para mantener el equilibrio y a Sergio Massa tratando de que le respeten al menos sus municipios amigos.

Sin embargo, y en este contexto, no se puede evitar cierta sonrisa irónica: no todos por cuestiones cronológicas, pero muchos de los intendentes a los que hoy les muestran la puerta de salida eran capaces de hacerse zancadillas para llegar primeros a una foto con Carlos Menem, con Eduardo Duhalde, con Néstor Kirchner y con Cristina. Tanto revolear las convicciones les iba a pasar factura, eventualmente. Si tanto hay que acercarse para conseguir un dinerillo que garantice la paz social, ¿por qué no pondrían en esos lugares a personas que ya fueron colocadas estratégicamente en cada oficina local de la Anses, o del PAMI o de IOMA?

Y aquí viene la pregunta del millón: si hoy van por el corazón del movimiento justicialista que es el conurbano bonaerense, ¿cuánto falta para que desde La Cámpora vayan por las gobernaciones eternas? ¿Y si finalmente Alberto Fernández es un presidente de transición? ¿Quién sigue? ¿Y si ese que sigue viene con la convicción aprendida de utilizar la billetera nacional como premio o castigo?

Después de todo, hay algo de cierto en eso de que en la historia del peronismo La Cámpora no encaja más que por su nombre: el de un presidente al que la juventud partidaria le armó una parte de su gabinete y que por orden de un Perón furioso terminó presentando su renuncia.

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