El Presidente de la Nación, Alberto Fernández, se tomó el fin de semana para analizar los detalles del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. Según altas fuentes del bloque del Frente de Todos el jefe de Estado avisó que el martes enviará la iniciativa junto con el proyecto llamado de los ‘1000 días’ que busca acompañar a las mujeres embarazadas y a los niños hasta cumplir tres años. Lo hará aún cuando no están garantizados los votos en ninguna de las dos cámaras.
“El Estado no puede matar y el Estado no puede obligar a nadie a matar”, estalló en el Senado, en comisión, José Mayans. A la inversa, Miguel Ángel Pichetto relativizó la objeción de conciencia en el debate por la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Era julio de 2018 y Pichetto era el jefe del bloque justicialista. Mayans era su vice y lo desafió. Los cruces entre ambos se dieron en público y en privado. “¿Cuántos votos tenés?”, inquiría el ahora ex senador a su segundo que se negaba a mostrarle sus cartas. Sin Pichetto en el Senado, otra vez Mayans está dispuesto a liderar a los celestes y resistir y otra vez la cámara se divide aunque no por partidos políticos. Si se votara hoy el tablero podría inclinarse para cualquiera de ambos lados, aunque el recuento estricto da abajo a los verdes. Los tres o cuatro indecisos definirían la votación pero evitan expresarse hasta conocer el texto final.
En aquel 2018 en que Diputados dio una ajustada media sanción, el Senado frenó la ley por 38 votos contra 31. Dos años después quienes impulsan la legalización del aborto no sumaron mucho más a pesar del último recambio electoral. Contando estrictamente uno por uno serían 35 celestes y 32 verdes. Un ausente, José Alperovich (de licencia por una causa de violencia de género) que se descuenta a los “pro vida” y cuatro indecisos que podrían dividirse mitad y mitad. O no.
Los que aún no dicen qué votarán son Stella Maris Olalla, de la UCR de Entre Ríos; Lucila Crexell, del Movimiento Popular Neuquino, que está en una posición intermedia; Darío Kueider, del Frente de Todos de Entre Ríos; y Roberto Mirabella, del oficialismo de Santa Fe, que presentó su propio proyecto y se paró en el “ni”: si bien no se abstendrá, sólo votaría a favor con ciertas condiciones.
También la semana de gestación límite para la posibilidad de abortar pesa entre legisladores que dudan. No son pocos los que cuestionan a Vilma Ibarra, secretaria de Legal y Técnica, por anunciar un proyecto del que todavía se desconocen detalles en el Congreso. Hasta Cristina Kirchner se enteró por televisión sobre el envío de la iniciativa. “Falta gimnasia legislativa”, analizan en el Palacio Legislativo sobre un anuncio que no tiene garantía de éxito en el Parlamento.
La virtualidad también pone en riesgo el debate de la ley: muchos diputados y senadores participarán a distancia desde sus propias casas o legislaturas locales y presienten que les costará evitar presiones a favor y en contra. Hay quienes temen por su seguridad personal y la de sus familias.
Quórum, ausencias y el rol de CFK
El ajustado panorama pone en juego otras estrategias por lo que podría pesar en el resultado el quórum o las ausencias. Para iniciar una sesión hacen falta la mitad más uno de los senadores que integran el cuerpo: 37. Ninguno de los dos sectores cuenta hoy con ese número. Lo sabe Mayans que lidera la ola celeste y que volvió a retomar su campaña unos días después de que Vilma Ibarra anunciara el inminente envío del proyecto.
La IVE es el único tema en el que no pesa la disciplina partidaria ni la imponente presencia de Cristina Kirchner. Ella ya votó a favor y, en caso de desempate, volvería a hacerlo. Pero no influirá, aseguran, sobre la conciencia de cada legislador en un tema que excede a cualquier otra iniciativa, más profunda que el matrimonio igualitario o el divorcio.
Mayans habla mucho con CFK. Juntos definieron esta semana cómo salvarían el papelón con el Presupuesto. Pero no hablaron una palabra sobre la IVE. Cristina Kirchner no milita el tema. De hecho en sus presidencias no impulsó el debate sobre el aborto y sólo cambio su posición y votó a favor por influencia de su hija Florencia Kirchner, una influencia que persiste y se profundizó. También pesó en ella la opinión de las dirigentes de La Cámpora, agrupación que este martes convoca a una caravana por “las militancias” y que terminará frente al Congreso para respaldar la votación del impuesto a la riqueza y se convertirá, además, en una ola verde para exigir el tratamiento de la ley. La movilización coincidirá con el envío del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo y con la votación de dos iniciativas de Máximo Kirchner (la Ley del Fuego, además del aporte solidario) y la rápida votación que se pretende para el Presupuesto que tuvo que volver a ser enviado a la cámara de Diputados.
En la semana Cristina y Mayans hablaron muchas veces. No discutieron sobre la legalización del aborto, aseguran quienes los frecuentan. “¿De qué nos disfrazamos ahora?”, le preguntó Mayans después de chequear y rechequear las planillas de obras del Presupuesto 2021 con un asesor del bloque oficialista. Primero creyó que sólo faltaban las formoseñas pero después descubrieron que había 22 planillas que figuraban en la versión online pero no en su impresión. La única manera de salvar el problema, sostuvo la Vicepresidenta, era volverlo a votar. Desde Economía pusieron a trabajar al equipo jurídico y también lo hicieron en el Congreso. “No se puede arreglar un error con otro error. Hay que enmendarlo como corresponde”, insistió Mayans en coincidencia con la titular del cuerpo y acordó la estrategia con el presidente de la comisión de Presupuesto, Carlos Caserio; y con con Sergio Massa. Después llamaron a Luis Naidenoff, presidente del interbloque de Juntos por el Cambio, y acordaron el resto con el equipo del ministro de Economía, Martín Guzmán, que presenció el debate desde un palco.
La ola verde de La Cámpora
Cristina Kirchner fue una jugadora clave en una votación que torció a favor hace exactamente una década: el matrimonio igualitario. Entonces sí ella jugó a favor de un proyecto que tuvo como protagonista, también, a Vilma Ibarra, impulsora la ley. No hace falta recordar la enemistad entre ambas, expresada incluso en la última carta pública de la Vicepresidenta.
El 15 de julio de 2010 el matrimonio igualitario se convirtió en ley con 33 votos a favor, 27 en contra y 3 abstenciones. Dos votos en contra los restó la por entonces presidenta Cristina Kirchner que subió a su avión con destino China a la senadora por San Juan Mariana Riofrío y a Ada Iturrez, del Frente Cívico de Santiago del Estero. Quienes terminaron de inclinar la balanza fueron otros siete ausentes: Carlos Menem (PJ La Rioja); Sergio Mansilla (FpV-Tucumán); Emilio Rached (UCR-Santiago del Estero); Elida Vigo (FpV-Misiones); Carlos Reutemann (PJ-Santa Fe); Adolfo Rodríguez Saá (PJ-San Luis) y Juan Carlos Romero (PJ-Salta). En el Senado aseguran que no se repetirá aquella táctica, además de subrayar que no es Cristina Kirchner quien tiene hoy el Tango 01 a disposición, metáfora de la que se infiere que los votos debería conseguirlos la Casa Rosada si quiere ganar.
Desde hace varios meses, cuando ya la cuarentena por la pandemia dejó claro que se demoraban los tiempos para la IVE, legisladores verdes, en su mayoría mujeres, reactivaron las conversaciones entre ambas cámaras y funcionarias nacionales. Hoy juegan calladas, como lo hacía Mayans con Pichetto, para evitar filtraciones que pongan en riesgo la ley.
El proyecto del Ejecutivo iniciará su debate en Diputados, donde la votación de todos modos no sería fácil: el voto a favor está arriba por unos 121 contra 106. Sergio Massa, presidente del cuerpo, buscó mostrarse ecuánime y ya recibió a los colectivos de la campaña por el aborto y también a la unidad “provida”. El dato concluyente es que persisten 29 sin posición definida públicamente. De hecho hubo sorpresas en los últimos días cuando la chaqueña Aída Ayala anunció su cambio de postura. Votó a favor en 2018 y esta vez votará en contra. Dicen en Chaco que la ex intendenta se sintió presionada por los problemas judiciales que la aquejaban y accedió en aquel momento al pedido de sus compañeras de interbloque Karina Banfi y Silvia Lospennato. Sufrió al volver a su provincia donde pesa la voz de la Iglesia y además decidió en forma “inclaudicable” mantener sus propias convicciones religiosas. Aquella vez, antes de votar, Elisa Carrió puso un manto de sospecha sobre los cambios de último momento. Los verdes habían seguido trabajando mientras ella se retiraba a descansar y consiguieron lo que faltaba gracias al apoyo pampeano.
Una voz importante en el Congreso asegura que esta vez no puede haber viajes a China ni hay margen para ofertas a cambio de votos. “No creo que hagan ese tipo de maniobras, no con el aborto. Sería otra ley Banelco”, advirtió la misma fuente ante Infobae.
Otro experimentado senador, molesto con la posibilidad de que se le dé un tratamiento exprés con el argumento de que ya se discutió mucho en comisiones, apuntó que si se tensa la situación la ley podría frenarse en el Senado e incluso advirtió que si se convirtiera en ley habría presentaciones judiciales en contra. Además, y a diferencia de la Cámara de Diputados, donde todas las comisiones implicadas están presididas por militantes verdes (Mónica Macha, Cecilia Moreau y Carolina Gaillard), en la Cámara alta la comisión de Salud está en manos de dos explícitos celestes. El presidente es de Juntos por el Cambio, Mario Fiad (UCR), mientras que el vice es el santiagueño José Neder. Ambos pueden definir el inicio o no del debate y el plazo de discusión en comisión.
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