La Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la Confederación General del Trabajo (CGT) preparan un nuevo encuentro y otro documento conjunto, cuyo contenido, que aún se está consensuando, "mirará hacia el futuro y será como una hora de ruta que propondrá hacia dónde tendría que ir la Argentina, sin alusiones a lo que está pasando hoy porque sería quedarnos en el fango”, según dos fuentes de ambas entidades.
Si terminan de acordar el texto, la reunión virtual podría realizarse la semana próxima. “Es casi seguro”, dijeron a Infobae en la central obrera. No hubo confirmación desde AEA.
El contacto marcará la continuidad de la videollamada que mantuvieron el 21 de julio pasado y que causó conmoción en el Gobierno: en su momento fue interpretada como una conspiración antioficialista porque, por ejemplo, ambas entidades coincidieron en que “el país necesita que la actividad privada tenga un mayor despliegue” justo en los días en que Alberto Fernández estaba impulsando la expropiación de la cerealera Vicentin.
Además, el encuentro fue criticado en la Casa Rosada porque en AEA están dos viejos enemigos del kirchnerismo como Héctor Magnetto, del Grupo Clarín, y Paolo Rocca, CEO del Grupo Techint.
Pese a la polémica, la relación entre AEA y la CGT no se paralizó: desde entonces, los equipos técnicos de las dos partes avanzaron en propuestas concretas vinculadas básicamente con dos temas analizados en el encuentro de julio, la cuestión tributaria y la capacitación y formación profesional.
En aquellos días, AEA era demonizada por el Frente de Todos, así como lo había sido en el gobierno de Cristina Kirchner: Paolo Rocca fue criticado en público por Alberto Fernández luego de que Techint despidió a 1450 empleados en plena pandemia: “Has ganado tanta plata en tu vida, tenés una fortuna que te pone entre los más millonarios del mundo; hermano, esta vez colaborá y hacelo con los que hicieron grande a tu empresa, con los trabajadores”, le dijo.
Cuando se produjo el encuentro AEA-CGT, incluso, Máximo Kirchner cuestionó el comunicado conjunto porque contenía alusiones a “las muchas décadas de muy mala perfomance económica” al destacar que si “tantas décadas fueron malas” para el país “no es lo que refleja el crecimiento de sus empresas”. Y criticó a empresarios y sindicalistas porque “hicieron Zoom desde sus casas mientras les piden a los trabajadores que vayan a producir a riesgo de enfermarse y que hay que salir porque si no el país no produce. Me parece bien y responsable que se cuiden por la edad que tienen”.
En octubre, cuando las necesidades de salir de la recesión impusieron un cambio de estrategia oficial ante el empresariado, el Presidente invitó al CEO de Techint a almorzar en la Quinta de Olivos para sellar la paz y acordar inversiones de la empresa.
De la misma forma, a fines del mes pasado, los empresarios de AEA se reunieron con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para hablar sobre la necesidad de alcanzar un acuerdo con el FMI y de lograr acuerdos para salir de la crisis.
Por eso, AEA y la CGT interpretaron ahora que un nuevo contacto estaría a tono con el objetivo del Gobierno de consensuar propuestas para reactivar el país y resolvieron reaparecer juntos. Habían planeado concretar el encuentro la semana próxima, aunque en las últimas horas empezaron a replantearse la fecha porque sorpresivamente se anunció que el kirchnerismo intentará votar el martes en la Cámara de Diputados el impuesto a la riqueza.
Algunos temen que una reunión AEA-CGT en esa misma semana podría sonar como otro desafío al oficialismo en medio de su intento por aprobar esa ley, que parece hecha a medida para embestir contra los dueños de grandes compañías como los que se nuclean en la entidad patronal que preside Jaime Campos.
En la CGT también predomina esa inquietud porque se acaban de endurecer ante el Gobierno: entre amenazas de medidas de fuerza, la dirigencia cegetista advirtió sobre el recorte de la ayuda económica, como el IFE y el ATP, y pidió “garantizar que el cambio de fórmula de actualización jubilatoria no perjudique a los beneficiarios del sistema previsional”, además de alertar que las obras sociales no tienen plata para pagar la vacuna contra el COVID-19 porque sospechan que el Gobierno las obligará a afrontar ese costo.
Además de Magnetto y Rocca, en la primera videollamada con la CGT estuvieron empresarios de AEA como Luis Pagani (ARCOR), Marcos Galperín (Mercado Libre), Enrique Cristofani (Santander), Eduardo Elsztain (IRSA), Alejandro Bulgheroni (Grupo Panamericano de Energía), Luis Pérez Companc (Grupo Pérez Companc), Sebastián Bagó (Laboratorios Bagó) y Cristiano Rattazzi (FCA Argentina), entre otros.
Los contactos con los empresarios parecen haberse transformado en otro motivo de tironeos en la interna del sindicalismo: Luis Barrionuevo fue uno de los principales promotores de la carta que un grupo de empresarios y dirigentes gremiales difundieron este jueves, en la que apoyaron a la negociación con el FMI y pidieron un acuerdo sustentable.
“Es clave para la recuperación definitiva del sector privado que Argentina termine de ordenar sus finanzas públicas para consolidar una estabilidad macroeconómica que dé el aire necesario para poder trabajar y producir”, afirmaron.
El contenido de la carta no es crítico del Gobierno y llamó la atención que entre los 10 sindicalistas que la firman hay seis del barrionuevismo, pero allí no está el cotitular de la CGT Héctor Daer y sí su par Carlos Acuña, otro dirigente cercano al líder gastronómico, además de los independientes Gerardo Martínez y José Luis Lingeri, ambos referentes de la mesa chica cegetista, de buen diálogo con Barrionuevo.
El resto de los firmantes sindicales son barrionuevistas como Oscar Rojas (maestranza), Daniel Vila (Carga y Descarga), Rubén Sandoval (perfumistas) y Luis Cejas (viajantes), más dos autónomos: el textil Hugo Benítez y el ferroviario Omar Maturano.
¿La carta fue una picardía de Barrionuevo para ganar espacio en las filas empresariales, donde sus rivales de la CGT le llevan la delantera mediante las reuniones con AEA y la UIA? Todos los sindicalistas recibieron la carta por WhatsApp desde el celular del gastronómico, pero algunos, aunque no dieron su conformidad, terminaron como firmantes. “Me metió de prepo porque nunca lo aprobé”, se quejó un dirigente de la CGT.
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