A pesar de que este viernes varios de los principales medios de los Estados Unidos confirmaron que el candidato del partido Demócrata Joe Biden finalmente había alcanzado los 306 electores, lo que confirmaba aun más su triunfo en las elecciones, desde el entorno del presidente Donald Trump siguen sin reconocer que el ex vicepresidente de Barack Obama se convertirá en el sucesor del magnate republicano en 2021.
Justamente esa negativa de Trump a reconocer la derrota motivó la publicación de un artículo en la prestigiosa revista Foreign Policy en el que el periodista Luke Patey augura que si el presidente saliente se mantiene en esta postura, una fallida transición presidencial en los Estados Unidos hará recordar a lo que sucedió en la Argentina en 2015 entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
“¿Cómo se vería una transición tumultuosa de poder en Estados Unidos en las próximas semanas? ¿Qué puede hacer el presidente Donald Trump para dañar a Estados Unidos al salir de la Casa Blanca? ¿Podría realmente retirarse a sus numerosos campos de golf o preparar el terreno para postularse nuevamente para presidente en 2024? Todas estas son preguntas que los estadounidenses y las personas de todo el mundo están sopesando mientras la victoria del ex vicepresidente Joseph Biden en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2020 parece casi cerrada”, comienza el artículo titulado ‘El plan argentino de Trump para el sabotaje a la transición’.
En esa línea, la nota sostiene que “sin ejemplos de un presidente estadounidense moderno que se niegue a una transición de poder sin problemas, es instructivo mirar más allá de las fronteras de los Estados Unidos en busca de respuestas. La transición presidencial de Argentina en 2015 de Cristina Fernández de Kirchner a Mauricio Macri ofrece algunos indicios de lo que podría suceder. Desde el gasto gubernamental de último momento hasta las amargas batallas judiciales, el resultado no es agradable”.
“Al igual que Trump, Fernández de Kirchner era una presidenta populista enérgica, franca y muy querida por sus seguidores. (...) Sin embargo, a diferencia de Trump, Fernández de Kirchner ganó fácilmente el voto popular en las elecciones generales de Argentina, tanto en 2007 como en 2011. Para 2015, constitucionalmente se le prohibió postularse para un tercer mandato consecutivo, pero para cimentar su legado, eligió a Daniel Scioli como su sucesor para postularse a la presidencia de la alianza gobernante Frente por la Victoria. Después de que Scioli perdió por estrecho margen ante Macri en una segunda vuelta, él y el partido gobernante admitieron la derrota. Pero Fernández de Kirchner hizo todo lo que estuvo a su alcance para que la transición del poder fuera lo más complicada posible”, resaltó el autor.
En esta instancia del artículo, Patey describió la tumultuosa transición de poder en Argentina en 2015: “En las semanas previas a su salida del cargo, Fernández de Kirchner firmó polemicamente una serie de nuevos decretos que desviaron miles de millones de dólares en fondos fuera del control del gobierno federal para el próximo año y hundieron las ya agobiadas reservas centrales de Argentina a niveles peligrosamente bajos. Algunos de los designados políticos de Fernández de Kirchner en instituciones públicas, como el Banco Central, inicialmente se negaron a renunciar. Macri dijo que su reunión con Fernández de Kirchner después de las elecciones, una tradicional discusión entre los presidentes entrante y saliente para planificar la transición, fue “inútil””.
“En el escenario internacional, mientras las elecciones generales de 2015 se dirigían a una segunda vuelta, Fernández de Kirchner dio luz verde a la firma de $15 mil millones en préstamos de China para construir dos centrales nucleares. Después de la victoria de Macri, el Ministerio de Planificación Federal de Fernández de Kirchner no compartió documentos con el gobierno entrante que describían los términos de algunos de los acuerdos multimillonarios de infraestructura del país con los bancos estatales chinos. Fernández de Kirchner incluso siguió adelante con el nombramiento de nuevos embajadores. Todo esto puso un campo minado para que Macri lo deshaga en casa y en el extranjero al asumir el cargo”, detalla la nota.
En tanto, el artículo sostiene que “Fernández de Kirchner y Macri también se pelearon por el protocolo para la toma de posesión, al punto que Macri obtuvo una orden judicial que dictaminaba la hora exacta en que finalizó el mandato de Fernández de Kirchner para que ella no tuviera autoridad sobre la ceremonia. Fernández de Kirchner finalmente se negó a participar, convirtiéndola en la primera presidenta saliente desde 1983 en no pasar una batuta ceremonial y colocar una banda a su sucesor. Este es solo un gesto simbólico que demuestra la transferencia pacífica del poder al país. Pero tiene una importancia particular para Argentina y su historia de dictadura militar. En su última noche en el cargo, Fernández de Kirchner encabezó una manifestación masiva en la que pidió a sus partidarios que salieran a las calles para expresar cualquier enojo que tuvieran hacia Macri. En uno de sus últimos actos de desafío, se negó a entregar la cuenta oficial de Twitter presidencial”.
“La inestable transición de poder de Argentina ofrece algunas lecciones para Estados Unidos. (...) En Argentina, a pesar de las disputas entre Fernández de Kirchner y Macri, los ministros del gabinete saliente se reunieron con sus sucesores para planificar la transición. La transición poco convencional que se avecina en los Estados Unidos exige que aquellos que priorizan la estabilidad nacional sobre el credo político adopten métodos no convencionales”, escribió Patey, que además destacó que “Trump y sus seguidores en el Partido Republicano también podrían extraer algo de la transición de Argentina. En general, se consideró que la obstinación de Fernández de Kirchner al dejar el cargo allanó el camino para su regreso político. Aún tenía los ojos puestos en la presidencia, y luego de posponer un mandato, la Constitución argentina no le prohibió volver a intentarlo”.
“Fernández de Kirchner permaneció en el ojo público después de dejar el cargo y siguió siendo una espina política en el costado del gobierno de Macri. Dos años después de dejar la presidencia, regresó a la escena política tras ganar un escaño en el Senado. Pero una investigación judicial que acusaba a su administración de aceptar sobornos de empresas constructoras a cambio de contratos de obras públicas empañó su reputación con el tiempo. La ex presidenta calificó el proceso judicial como una caza de brujas política. Sus fervientes seguidores se manifestaron frente al palacio de justicia, pero a pesar de mantener un culto a la personalidad a su alrededor, después de años en la corte, la alianza política que una vez dirigió la consideró inviable como candidata presidencial”, publicó Foreign Policy.
En esa línea, la nota sostiene que “al igual que Fernández de Kirchner, Trump ya planea realizar mítines postelectorales, mantiene un seguimiento masivo en las redes sociales y está reflexionando sobre una carrera presidencial en 2024. Trump también enfrenta problemas legales una vez que deja el cargo. Pero si continúa haciendo movimientos que desestabilicen aún más la política estadounidense, en última instancia, podría socavar sus posibilidades de regresar a la Casa Blanca algún día”.
“Trump ganó casi el 48 por ciento del voto popular al momento de escribir este artículo, pero casi el 80% de los estadounidenses ven a Biden como el legítimo ganador de las elecciones. Está casi todo escrito, pero Trump nunca fue un buen lector. Puede mantener una base sólida para llevarlo a la cima de una futura primaria republicana, pero si los últimos días de Trump en el cargo se vuelven completamente desquiciados, su capacidad para ganar las elecciones generales disminuirá”, compara Patey.
En tanto, el periodista concluyó: “La transición de poder de Argentina hace cinco años ofrece solo respuestas imperfectas para lo que vendrá después en Estados Unidos. Después de todo, a diferencia de Trump, Fernández de Kirchner y su partido admitieron la derrota y dejaron el cargo. Con Trump, seguramente habrá una gran agitación por delante. Presidente o no, hará todo lo que esté a su alcance para mantenerse en el centro de atención. Una tumultuosa transición de poder podría continuar como política cotidiana durante los próximos años”.
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