El canciller argentino, Felipe Solá, criticó fuertemente a la Organización de los Estados Americanos (OEA) por su posición sobre lo ocurrido en Bolivia un año atrás, cuando Evo Morales debió dejar el país y Jeanine Áñez asumió la presidencia: “Lo que ocurrió en Bolivia no hubiese sido posible sin la anuencia de la OEA. Su función es denunciar golpes, no patrocinarlos”.
En ese sentido, el funcionario celebró el triunfo de Luis Arce y el retorno de Evo Morales a su país, que ocurrió a pie desde Jujuy escoltado por Alberto Fernández: “Trabajaremos en esta nueva etapa política del continente para recuperar la unidad perdida, con la voluntad de una integración fuerte y responsable”.
No es la primera vez que Felipe Solá apunta contra Luis Almagro, secretario general de la OEA. Días atrás, cuando habló ante el plenario del organismo, arremetió contra el dirigente por Venezuela ya que considera que no se promueven las relaciones económicas, políticas, culturales y jurídicas: “No cumple con ese mandato ya que se opta por posiciones personales que terminan alimentando el problema al que se debe solucionar”.
Los cuestionamientos del canciller argentino hacia Almagro están relacionados con la decisión del secretario general de la OEA de avanzar una vez más en una resolución que denuncia “la carencia de condiciones democráticas mínimas, para garantizar elecciones libres, justas y transparentes en la Venezuela” que cuenta con el aval al presidente interino de Juan Guaidó, a quien la Argentina no reconoce como tal.
El domingo 8 de noviembre, Luis Arce se impuso en las elecciones presidenciales de Bolivia con el 55,1% de los votos y su victoria significó el retorno del MAS al poder luego de que Evo Morales tuviera que exiliarse en la Argentina.
El 12 de diciembre de 2019, en medio de una gran tensión política y social y presionado por las Fuerzas Armadas, Morales renunció a la Presidencia, denunció un golpe de Estado y huyó a México, donde estuvo hasta que un mes después se mudó a Argentina gracias a las gestiones de Alberto Fernández, quien apenas llevaba dos días en el poder.
En un acto emotivo y cargado de simbolismo político, el presidente argentino acompañó a Morales en La Quiaca, Jujuy, hasta la frontera con Bolivia: "Alberto Fernández me salvó la vida. Muchas gracias”, aseguró el ex mandatario.
Alberto Fernández recordó que Argentina y Bolivia son “parte de una patria grande, una patria que quiere abrazar a todos, no a algunos”. Fue un claro mensaje de unidad entre ambos países que, con el retorno del MAS de Morales y Arce al poder, implicará un relanzamiento de las relaciones diplomáticas que habían quedado interrumpidas con el proceso encabezado por Jeanine Áñez.
El jefe de Estado había participado el día anterior de la asunción de Arce y luego, de regreso a la Argentina, cenó en Jujuy con Morales y la comitiva que participó de la ceremonia en Bolivia.
El presidente argentino se fue muy satisfecho por las muestras de afecto que recibió en la capital boliviana, sobre todo de los partidarios del MAS (Movimiento al Socialismo). Hubo gritos de agradecimiento y aplausos tanto en las calles como en la Asamblea Legislativa por los gestos que Alberto tuvo con Evo en estos últimos tiempos.
“Volverá a su casa, que es de donde nunca debería haber salido. Somos muchos los argentinos que lo queremos y valoramos”, afirmó Alberto Fernández durante el encuentro. El Presidente estuvo acompañado por el canciller Felipe Solá; los ministros Eduardo de Pedro (Interior) y Elizabeth Gómez Alcorta (Mujeres, Géneros y Diversidad); el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; el secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi; el senador Jorge Taiana y el diputado Eduardo Valdés.
El gobierno de Arce
El nuevo presidente de Bolivia enfrentará desde el primer minuto de su mandato de cinco años una crisis múltiple. La primera es la política y social, considerando que todavía quedan movilizaciones ciudadanas que denuncian fraude y que reclaman una auditoría a las últimas elecciones.
La confrontación del MAS con sus adversarios ha sido intensa después de que se anularan las elecciones el año pasado y cuando se instaló el gobierno provisional de Jeanine Áñez. Desde entonces Bolivia está afectada por una creciente crispación social, una violencia política que provocó muertes y denuncias, de uno y de otro lado, de persecuciones políticas mediante la Justicia. En la antesala de la posesión se han aprobado juicios de responsabilidades para la presidenta saliente y para sus ministros, en tanto que se ha liberado de procesos a importantes ex funcionarios del ex presidente Evo Morales. Esta situación ha generado una avalancha de críticas a la falta de independencia y a la desconfianza en el Poder Judicial.
Otro de los grandes problemas que deberá afrontar Luis Arce es la profunda crisis económica agravada por la pandemia de coronavirus, que obligó a un confinamiento duro de siete meses, lo que produjo una caída del PBI en un -11 por ciento hasta el primer semestre del año, en tanto que el déficit fiscal superó el 10 por ciento y el desempleo llegó a un 12 por ciento. La inflación está aún baja y se estima que hasta fin de año el PBI caerá a un -6 por ciento.