Tres semanas atrás el jefe de senadores del interbloque de Juntos por el Cambio, Luis Naidenoff, viajó desde Formosa para intentar destrabar el diálogo con el oficialismo. Tras la aprobación de la reforma judicial y el tratamiento de pliegos de jueces a los que se opusieron, los integrantes de la principal oposición se negaron a convalidar la renovación del funcionamiento remoto de las sesiones y hasta hicieron una presentación judicial. El radical formoseño terminó tomando un café con Cristina Fernández de Kirchner. Acordaron algunos cambios para retomar los debates y cambiar el clima de tensión como la presencia de un par de senadores de cada fuerza política. Aún así cada tanto en el recinto hay algún cruce entre el senador, que se quedó en Capital y ocupa su banca en el recinto, y la vicepresidenta y titular del Senado. En su despacho, en un Senado casi vacío, conversó con Infobae.
-¿Le molestó el planteo de Elisa Carrió pidiendo apoyar el pliego de Daniel Rafecas como procurador general cuando no es senadora ni la Coalición Cívica tiene senadores?
-En absoluto. Primero, Carrió es una dirigente que aporta mucha honestidad y conducta al espacio de Juntos por el Cambio. El hecho de no tener senadores no le resta mérito. Fue una de las primeras que advirtió con mucha vehemencia la estrategia del kirchnerismo con el procurador interino Eduardo Casal. Hace algunos meses ella me llamó y me advirtió su preocupación. Tiene esta idea de no ocultar nada y de expresar lo que siente. Ahora, independientemente de lo que pueda opinar la doctora Carrió, la decisión que adoptamos todos, incluido su espacio, es que la decisión sobre el procurador la va a tomar la mesa de Juntos por el Cambio cuando el oficialismo defina qué quiere hacer con este tema.
-Hace algunos meses el Frente de Todos dio por hecho que ustedes no aportarían los dos tercios. ¿Por qué prefieren no opinar sobre el pliego?
-Entre la ministra de Justicia y el Poder Ejecutivo y el Senado de la Nación la distancia es un abismo. La realidad me indica que el pliego ingresó el 10 de marzo, el 12 de marzo tomó estado parlamentario y desde entonces el oficialismo en el Senado no lo impulsó. No sé cuál es la voluntad del oficialismo. Por eso pensar desde nuestro espacio si Rafecas si o Rafecas no yo diría que mejor miremos al Gobierno. Hay un peso específico en cuanto al acompañamiento parlamentario que en el Senado lo detenta la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Los mensajes y las señales del kirchnerismo en el Senado son de fuertes cuestionamientos en algunos momentos al candidato que propuso el propio Presidente. Yo diría que resuelva las propias contradicciones el oficialismo y después analizaremos la eventualidad del pliego, si es que el oficialismo quiere tratar la propuesta del Poder Ejecutivo Nacional.
-Un importante jurista radical como Ricardo Gil Lavedra dijo que hay que dar el debate sobre el mandato del procurador que hoy es vitalicio y elogió a Rafecas aunque defendió que la designación se vote con los dos tercios de los senadores. ¿Qué opina?
-Toda discusión es válida. Inclusive nosotros acompañamos proyectos presentados en su momento por Martín Lousteau con la idea de discutir a fondo la ley del Ministerio Público, terminar con el carácter vitalicio y que el procurador pueda tener un plazo. Nuestros proyectos mantienen como requisito inamovible los dos tercios para la designación y remoción. Es importante porque la designación del jefe de los fiscales requiere de un acuerdo político amplio. Cuando gobernaba Cristina, cuando pasó por la comisión de Acuerdos Daniel Reposo, no superó el filtro, no cumplió los requisitos básicos de idoneidad por las enormes contradicciones y terminó con la renuncia del postulante. Luego Alejandra Gils Carbó fue acompañada por el bloque, con la excepción de dos senadores. Con los dos tercios se genera un respaldo más potente, más fuerte. En cambio, un procurador que esté sujeto a mayorías circunstanciales está más atado al compás o a los ritmos de los vaivenes políticos que pueden administrar la Argentina. Con una mayoría calificada se le quiere dotar de mayor robustez.
-¿Las críticas opositoras debilitan menos al Presidente de las críticas internas?
-Argentina tiene una fuerte tradición hiperpresidencialista. Cuando se construyen coaliciones electorales se genera lo que alguna vez un hombre del Justicialismo denominó fuego amigo, que genera mucho más daño que los cuestionamientos de la oposición. El problema es que hay una coalición en la que el liderazgo político no va de la mano con quien ejerce la presidencia de la República. Se ve todos los días, se vio en las discusiones sobre la reforma de la Justicia que la vicepresidenta no no considera una reforma. Utilizaron la cuarentena como instrumento de gobierno y la Vicepresidenta cuestiona en una carta a funcionarios que no funcionan. Hay una enorme incertidumbre marcada en los argentinos producto del desencanto que generó el Presidente en su accionar. Hasta ahora la coalición no resuelve estas contradicciones que en algunos temas son de fractura expuesta. Por ejemplo, en la toma de tierras. Es un gobierno que no tiene plan, no tiene rumbo, genera imprevisibilidad. La precariedad económica es consecuencia de la mala política del Gobierno.
-¿De sus palabras debo inferir que coincide con Cristina Fernández de Kirchner respecto a que hay funcionarios que no funcionan?
-La carta de Cristina Fernández de Kirchner la divido en tres instancias. Primero es una carta que carece de autocrítica. Parece que desde 2003 que gobernó Néstor Kirchner hasta que asumió el gobierno de Cambiemos no pasó nada en la Argentina. Y la realidad es que pasó de todo. Se pasó de una Argentina de los superávits gemelos a una Argentina donde nos tocó asumir con cinco tipos de cambio, default y un descalabro tremendo. Hay otro mensaje para el peronismo, con esta idea de que se cuestionaban tanto las formas y lo que interesa es la sustancia, el contenido. Ella dice que hizo un armado con alguien que reúne los requisitos de diálogo pero hasta ahora no avanzamos. Eso es un mensaje para la interna. Y ahí viene un mensaje concreto para el Presidente. Le dice que tiene que avanzar en un acuerdo. Lo que queda claro es que la cancha la marca la Vicepresidenta. Te embarcó en una reforma judicial y te embarcó con una convocatoria a un diálogo. Si no puede avanzar más es porque no es Presidenta. Desde el mensaje de que hay funcionarios que no funcionan y de que hace falta un acuerdo se anda a la deriva. El Presidente no reacciona.
-Esta semana varios gobernadores plantearon que sería mejor evitar las PASO el año próximo, incluso dirigentes radicales. Varios han dicho que es “una encuesta muy cara”. Juntos por el Cambio se expresó en contra. ¿Por qué cree que tiene que haber PASO?
-Cara es la reforma judicial que cuesta más de 12 mil millones de pesos. Nació con una idea progresista de la Justicia y va en contra del sistema de la oralidad que se implementa en la Argentina. Las reglas de juego en materia electoral deben ser previsibles. Y todo análisis de reforma requiere de acuerdo de los partidos políticos. Puedo respetar las ideas de los distintos gobernadores pero una reforma electoral requiere un acuerdo sustantivo. El problema que tenemos con el Gobierno es que cree que los acuerdos pasan por diálogos institucionales con los gobernadores. En realidad la masa del 41% de Juntos por el Cambio, la representación de esa masa, es la mesa de Juntos por el Cambio. Si el Gobierno quiere iniciar el diálogo para discutir en materia electoral qué podemos hacer tiene que convocar al diálogo a la mesa política.
-Supongamos que el Presidente los convoca. ¿Irían a ese diálogo por las PASO?
-El problema del diálogo no es de la oposición, es del Gobierno. Enviamos dos cartas al Presidente y nunca respondió. Quien gobierna te convoca en función de un esquema, una hoja de ruta. No estamos para una foto. La Argentina no está para una foto. Tiene que haber temas puntuales para abordar.
-Esta semana Juntos por el Cambio expresó en un comunicado su disconformidad con la acordada de la Corte sobre los jueces Pablo Bertuzzi y Lepoldo Bruglia. Hasta hubo quienes dijeron que es una Corte kirchnerista. ¿Piensa eso? Ustedes mismos reclamaban un fallo de la Corte, ¿no deberían aceptarlo?
-En un Estado de derecho los fallos de la Corte y la Justicia deben respetarse. Así funciona el Estado de derecho, no es una cuestión de gustos. El respeto a la ley hace al republicanismo. El gobierno nacional de arranque se adjudicó un triunfo pero no tiene nada que festejar, esto es una derrota para el Gobierno. Es una derrota independientemente que uno puede cuestionar el carácter contradictorio del fallo en el sentido de que no se convalidó el criterio de la acordada 7 del 2018, de manera que los jueces trasladados ostenten el lugar en forma permanente. Yo creo que es una derrota porque la Corte convalidó lo actuado por los camaristas por lo cual los que pensaban que podían anularse los planteos que resolvieron los jueces no tienen lugar. Todos los procesamientos están convalidados y los jueces continúan en sus funciones hasta que se llamen a concursos por sus cargos. En tercer lugar, el fallo destruye la Reforma Judicial que impulsó el propio Gobierno porque el fallo establece como criterio diferenciador que no habrá más subrogancias para juzgados vacantes sin previa elección de un magistrado. La subrogancia que quiere instrumentar el Gobierno en la reforma se terminó, la destruyó la Corte. Y la Corte también destruye la Reforma Judicial porque asimila la idea de las fusiones a los traslados, le da un carácter transitorio, no tienen validez temporal. La reforma fusiona fueros y quedan destruidos, Ese era uno de los motores de la reforma.
-¿Pero entonces por qué molestó tanto como para emitir un comunicado?
-El gran cuestionamiento al fallo es que genera incertidumbre desde el punto de vista de la estabilidad de los magistrados. Desde mi criterio tendría que haber establecido la estabilidad de los jueces actuales y decir que no hay más traslados de aquí en adelante. Se deja en una situación de inestabilidad a más de 65 jueces cuyos juzgados de origen ya están ocupados.
-Lo vuelvo a llevar a los dichos de Carrió de los últimos días. ¿Mauricio Macri “ya fue”, como manifestó la ex diputada?
-No adhiero a la teoría de retiros compulsivos. Los espacios políticos se ganan en la cancha. El ex Presidente tiene mucho para aportar a la coalición independientemente de lo que decida hacer. El peor error que puede cometer Juntos por el Cambio son las discusiones anticipadas de liderazgos. La sociedad hoy exige otra cosa de la dirigencia política. Tenemos que honrar el 41% que nos votó. Existe un mundo económico, ciudadanos, pequeñas y medianas empresas en situación de crisis, en una situación terminal. Hay problemas enormes para garantizar el libre tránsito de personas, una cuarentena que generó efectos colaterales en materia de salud, efectos físicos y psicológicos. Ya habrá tiempo para discutir liderazgos.
-Justo iba a preguntar por algunos nombres. ¿No ve que hay dirigentes que están ganando liderazgo? Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau, Alfredo Cornejo y hasta si quiere usted mismo en el Senado. ¿O no?
-Es un esfuerzo colectivo. Si alguien en la coalición piensa que desde la individualidad puede marcar la diferencia se equivoca. Un proyecto colectivo es mucho más potente que un esfuerzo individual. La fortaleza de Juntos por el Cambio, porque así surgió con el primer paso que dieron Ernesto Sanz, Lilita Carrió y Mauricio Macri, tuvo que ver con dejar atrás las vanidades personales y traccionar lo colectivo. Como decís tanto Martín como Alfredo Cornejo, o en mi caso o en el de Horacio Rodríguez Larreta tenemos que hacer un esfuerzo para que lo colectivo sea más fuerte que lo individual.
-Messi solo no gana un Mundial...
-Ninguno. No ganó ninguno.
-Ni Maradona solo...
-Maradona tenía diez jugadores más que se acoplaban en función del esfuerzo colectivo. Siempre hay alguien que hace la diferencia pero hay un esfuerzo colectivo.
-Me quedé pensando. Ahora juega al fútbol... ¿Así le planteó Cristina Kirchner la metáfora del Senado? Dijo que se juega al fútbol con las reglas del fútbol y que ustedes querían jugar al rugby...
-Jugamos al fútbol. Argentina tiene esa idea de que está en búsqueda permanente de un Mesías, un salvador. Somos un país con fuerte historia de caudillismo, a la espera de que alguien venga a salvarnos. No existe eso. Lo que vale es el esfuerzo colectivo, el trabajo, dejar atrás una cultura clientelar. Te pongo en la mesa también a un actor central: Miguel Pichetto. Es un articulador del pensamiento de Juntos por el Cambio.
-Usted habla de ampliar Juntos por el Cambio. ¿Pero ampliar hacia dónde? ¿Con quiénes?
-Tiene que ampliarse hacia todos los sectores que tienen una intención democrática y republicana de sacar adelante a la Argentina. Hay un peronismo que se identifica con esa visión republicana. Hay un peronismo que no se identifica con la lógica de la tensión permanente. También nosotros fuimos una experiencia de mucho peronismo en la gestión.
-Hablando de peronismo... su coterráneo José Mayans, jefe del bloque del Frente de Todos, suele recordarle que ahora se trabaja más que en años macristas...
-No. Trabajar más no pasa por la cantidad de sesiones. El Senado trabaja, sí. Pero me parece que recién en los últimos tiempos estamos retomando una agenda que tenga que ver con el sentido común de la gente. El Senado dilapidó tiempo y esfuerzos durante muchísimos meses en una agenda que tenía mucho que ver con la revancha porque “me quedé estancado en el pasado en función de lo que me pasó cuando me tocó ser oposición”. Eso es lo que le pasó al kirchnerismo. Recién ahora están recuperando cierto criterio de que están gobernando la Argentina. Es tiempo de que Alberto Fernández y los sectores duros del kirchnerismo asuman que son gobierno y que ya no son oposición.
-¿Así los ve?
-A veces escucho al Presidente y a algunos senadores y me recuerdan al discurso de barricada de opositores. Eso se nota en la calle, por eso hay un Gobierno que está aislado, desorientado, no tiene hoja de ruta, no tienen plan. Eso pasa porque todavía tienen la nostalgia de un discurso opositor y no asumen que tienen que gobernar la Argentina.
Seguí leyendo: