En el gobierno de la provincia de Buenos Aires comenzaron a diseñar un plan de vacunación a toda velocidad. Los apremia lo que, según informó el gobierno nacional, será la inminente llegada de la vacuna rusa Sputnik V a la Argentina, además del ingreso de las vacunas de otros laboratorios, como AstraZeneca y Pfizer, que llegarían en el primer trimestre del 2021.
Con ese escenario por delante, Kicillof bajó la orden de poner primero en la lista de prioridades del Gobierno el diseño de una campaña de vacunación masiva. La tarea los tiene al ministro de Salud, Daniel Gollan y a su viceministro, Nicolás Kreplak, al mando de un operativo que en La Plata advierten que debe ser extremadamente preciso y que demandará tanto recurso humano como logístico.
Fuentes del ministerio de Salud de la Nación informaron a Infobae que el objetivo es tener 25 millones de dosis de la vacuna rusa entre diciembre y enero, y que a ese número se le sumarían 22 millones de las desarrolladas por la Universidad de Oxford, que llegarían en marzo, y un millón más de Pfizer, que estarían durante el primer trimestre.
Son 48 millones de dosis. Como cada persona debería aplicarse dos (aún no está confirmado si la elaborada por Pfizer también) la cantidad de personas a las que se vacunaría se reduce a la mitad. Es decir, a cerca de 24 millones personas. El objetivo del ministerio que conduce Gines González García es vacunar a toda esa gente antes del invierno próximo, para así evitar que haya un rebrote de casos y la Argentina termine siendo un espejo de Europa.
En ese contexto, la provincia de Buenos Aires planea vacunar, en primera instancia, a 6 millones de personas. En ese grupo están aquellos que tienen factores de riesgo, los mayores de 60 años y el personal esencial. En una segunda tanda de vacunación quieren incluir a los docentes y auxiliares con el objetivo de que las clases puedan empezar con normalidad. O, al menos, lo más cercano a la normalidad previa a la pandemia.
El tiempo estimado que calculan para vacunar a esas 6 millones de personas son 4 meses. Todo el verano. Sin embargo, son cálculos que se podrían ajustar con el paso de las semanas, ya que el armado del plan de acción está en pleno proceso.
“El operativo va a implicar una importante movilización de gente en toda la provincia. Además de capacitación para el personal que va a vacunar. Tiene que ser un operativo prolijo porque no podemos permitir que se amontone gente para vacunarse”, explicaron a este medio desde el gobierno provincial.
La capacidad operativa será forzada a máximo. Para que funcione bien es esencial el trabajo mancomunado con los gobiernos municipales para la diagramación de los lugares en donde se va a vacunar.
Tiene que ser un mecanismo aceitado, preciso y eficaz en el que haya claridad en la información sobre quiénes pueden vacunarse, los lugares dónde pueden hacerlo y en que momento deben asistir a los centros de salud. Si ese esquema de trabajo no está bien organizado, el plan pueden convertirse en un caos debido a la volumen de gente que se debe vacunar.
En el Gobierno sostienen que no alcanzan todos los hospitales que tiene la provincia para vacunar a tanta gente en poco tiempo. Por eso se está evaluando si se montan centros específicos de vacunación o se adaptan dispensarios para poder vacunar ahí también. Noviembre será un mes clave y de definiciones.
“Se esta definiendo cómo se va a convocar a la gente, cómo se va a distribuir y cómo se va a hacer el rastreo de aquellos que deben estar en el primer grupo”, indicaron desde la gobernación. Hay por lo menos tres operativos distintos pre armados. En las próximas semanas se evaluarán las opciones y se avanzará en el diseño territorial y logístico de una de ellas.
Utilizarán las bases de dato del ANSES y el IPS para saber cuántos mayores de 60 años hay en todo el territorio bonaerense, también datos de IOMA y las obras sociales privadas para determinar quiénes tienen factores de riesgo, además de los datos que tengan todos los hospitales de la provincia sobre los pacientes y ex pacientes que tuvieron durante la pandemia. Con esos datos afinarán el lápiz para enmarcar el primer grupo de vacunados.
En lo que respecta a los datos epidemmiológicos la realidad de Buenos Aires es muy diferente a la de hace dos o tres meses. En el AMBA los casos llevan siete semanas consecutivas en descenso, mientras que en el interior las ciudades más complicadas - Mar del Plata, Bahía Blanca y San Nicolás - están logrando un amesetamiento de los casos. Ese mapa sanitario genera tranquilidad en el gobierno de Kicillof.
En paralelo con el armado del plan de vacunación, el Gobierno pondrá especial atención en controlar la temporada de verano. Sienten que es el último escalón que hay que subir antes de llegar a la cima. Necesitan multiplicar los controles y las campañas públicas para que la gente pueda incorporar los protocolos.
Van a reforzar el rastreo de los contactos estrechos y el Plan Detectar. Asumen que la sociedad se relajó después de ocho meses de pandemia y cuarentena, y que la noticia de la llegada de la vacuna profundizó esa distensión."Hay que trabajar en la concientización para que no se venga abajo todo lo que hicimos en este tiempo", repiten en La Plata con un discurso unificado. Es una necesidad y una realidad.
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