El espacio que la Administración de Parques Nacionales mejoró para la instalación de la Escuela Nacional de Guardaparques, en Villa Mascardi, está destruido. Los constantes ataques vandálicos que se adjudicó la agrupación mapuche Lafken Winkul Mapu demuestran el nivel de desprecio de sus integrantes por bienes ajenos, sean públicos o privados.
En 2016 autoridades nacionales, locales y regionales anunciaron una inversión de $28 millones para readecuar las instalaciones del ex Hotel Mascardi y albergar a los aspirantes a la carrera de Guardaparques, debido a que reunía todas las condiciones ideales para el dictado de la carrera.
El objetivo era destinar el edificio no sólo a las distintas capacitaciones teóricas y prácticas sino que además contaba con la infraestructura ideal para poder albergar a los aspirantes.
Sin embargo, un año más tarde la agrupación mapuche se instaló en un predio lindero de seis hectáreas y desde entonces inició un avance hacia los lotes cercanos, provocando ataques vandálicos, incendios y daños irreparables.
Tiempo atrás el predio fue cedido en comodato a la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina (FOETRA) aunque durante la gestión del ex presidente Mauricio Macri Parques Nacionales recuperó la administración del predio.
La agrupación mapuche dañó los vehículos de Parques que estaban estacionados en el lugar, destrozó las maderas decorativas del edificio y se apoderó de las chapas del techo. Así lo denuncian los vecinos de Villa Mascardi, quienes son testigos recurrentes del avance mapuche sobre el edificio.
Incluso en el patio del ex hotel había varios vehículos oficiales estacionados, los cuales fueron incendiados y destrozados. Las cubiertas que utiliza la agrupación mapuche para armar sus barricadas en la Ruta 40, cada vez que realizan alguna manifestación sobre el trazado son extraídas de los móviles que están estacionados allí y que quedaron inservibles.
Diego Frutos, uno de los vecinos damnificados por el avance de la agrupación y víctima del “constante hostigamiento”, recorrió el predio y filmó los daños que presenta el edificio en la actualidad.
“Esto es lo que iba a ser la Escuela Nacional de Guardaparques, así han dejado los vehículos totalmente destrozados. Así estamos, así están las instalaciones”, dijo Frutos, y relató: “Vidrios rotos, puertas destrozadas, encapuchados haciendo los destrozos a los que ya nos tienen habituados”.
Frutos aseguró que “durante las noches siguen sacando maderas para hacer sus chozas y cabañas en la montaña” y mostró también las inscripciones que dejó la agrupación mapuche en las paredes del lugar: “Tierras robadas serán recuperadas”, sostiene uno de los grafitis.
Al edificio le quedan unas pocas chapas aunque ya no tiene persianas y los vidrios están deteriorados por completo.
Clima tenso
El vínculo entre la agrupación Lafken Winkul Mapu y los vecinos de Villa Mascardi está roto. Las familias que participan de la supuesta “reivindicación de tierras ancestrales” confrontan con los vecinos de manera permanente no sólo con ataques vandálicos sino también con amenazas verbales.
Frutos intentó dialogar el fin de semana con los encapuchados que estaban en el interior del predio perteneciente al Obispado de San Isidro sobre el cual rige una orden de desalojo que todavía no se ejecutó.
“¿Podemos hablar?”. El vecino intentó establecer un diálogo con los mapuches, aunque sólo recibió insultos y amenazas. “Tomátela, dale. Vos hablás mierdas de nosotros”, gritaron desde el predio ocupado.
Los mapuches se quejaron de las acusaciones de los vecinos de arrojar piedras y provocar daños en las casas cercanas y dijeron que “son puras mentiras”. No obstante, en cada avance que protagonizan, dejan su sello con inscripciones mapuches y mensajes críticos hacia las autoridades.
“Dejate de joder”, gritan los mapuches al vecino, quien retrucó: “Vengan a hablar”. El intento de establecer una charla cordial fracasó.
En diálogo con Infobae, el hombre aseguró: “No es posible hablar con los encapuchados, sólo recibimos insultos y amenazas, y nadie hace nada” y se lamentó de que “las autoridades provinciales o nacionales no hagan nada para revertir esta situación”.