Mauricio Macri presentó una agenda de diálogo con Alberto Fernández que jamás prosperará por su temario institucional y sus implicancias políticas. Macri propuso una mesa de conversaciones que implique “dar de baja el embate a la Justicia, al procurador, a la Corte y a la propiedad privada”, y “promueva la generación de empleo y de la producción, abiertos al mundo de una manera inteligente", frente a la crisis económica que abate al país.
La iniciativa del líder de la oposición fue a través de Twitter y sorprendió a sus aliados de Juntos por el Cambio, que habían presupuesto su estrategia de bajo perfil y dedicación part time al estudio de la vida de Winston Churchill.
Alberto Fernández no cree que esté avanzando contra la Justicia, el procurador general, la Corte Suprema y la propiedad privada, y no comparte la perspectiva ideológica que tiene su antecesor al momento de proponer un modelo económico de crecimiento post COVID-19.
En este contexto, es una utopía que el hilo de tuits escritos por Macri empuje hacia la construcción de una mesa de diálogo convocada por el Presidente. Alberto Fernández desconfía de Macri, no comparte su mirada ideológica y está molesto con los bloques legislativos de Juntos por el Cambio que decidieron no votar a favor del Presupuesto 2021.
Cristina Fernández explicitó en su carta abierta que está a favor del diálogo político y el Presidente avaló ese proyecto institucional que también es compartido en la coalición opositora. Sin embargo, Alberto Fernández y Macri tienen distintas miradas respecto a su temario y su funcionamiento. El ex presidente desea que el actual mandatario entierre su reforma judicial –por ejemplo– y eso no sucederá en los actuales tiempos políticos.
Alberto Fernández asegura que tiene diálogo y busca acuerdos institucionales, pero sus intenciones sólo llegan al trato cotidiano con los gobernadores de la oposición que necesitan del Estado nacional para que sus provincias no colapsen por la pandemia.
Gerardo Morales, mandatario de Jujuy, habla con el Presidente y han ajustado su relación pese a la situación legal de Milagro Sala. No obstante esta cercanía, Morales no tiene el suficiente poder interno para lograr que Juntos por el Cambio arrime un proyecto de agenda común para negociar con el Frente de Todos.
Ante su reticencia personal e ideológica de acercarse a Macri, y con los vínculos implosionados con Alfredo Cornejo –titular de la UCR– y Horacio Rodríguez Larreta –a quien podó la coparticipación federal–, Alberto Fernández optó por construir relaciones de poder con el establishment económico y financiero. En los últimos días, el jefe de Estado comió con Paolo Rocca y tomó el té con Alfredo Coto.
Al margen de la estrategia componedora de Alberto Fernández, Sergio Massa fortalece su relación política con Máximo Kirchner y mantiene abierto un canal informal con Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, que no comparten los métodos políticos de acercamiento que Macri estableció en su cuenta de Twitter.
El jefe de Gobierno porteño y Vidal asumen que el texto de Macri sólo sirve para trabar un posible acercamiento con el Frente de Todos y que su significancia consiste en recuperar el centro del escenario político.
Es cierto que no hubo conversaciones silenciadas entre Miguel Ángel Pichetto y el sector más light del kirchnerismo, como asegura el ex presidente en su hilo de tuits, pero en la intimidad de Juntos por el Cambio aseguran que ese texto mediático también apuntó a condicionar el creciente diálogo de Rodríguez Larreta con Massa.
Macri detesta a Massa –el sentimiento es mutuo– y a su vez no quiere perder espacios de poder frente a Rodríguez Larreta y Vidal. El ex presidente escribió sus tuits para arrogarse una representación política que ya es cuestionada en la Unión Cívica Radical y en la Coalición Cívica. Cornejo nunca pensó igual que Macri y Elisa Carrió ha enterrado su diplomacia corporativa y ahora dice en público lo mismo que comentaba en privado del ex jefe de Estado.
En definitiva, los tuits de Macri servirán a la propia estrategia de Macri. El Presidente no aceptará un diálogo institucional bajo las condiciones que fijó su antecesor, y en Juntos por el Cambio harán una defensa formal de su contenido para no mostrar fisuras en una coalición política que busca regresar a la Casa Rosada.
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