“No tiene justificación negarle la condición de persona al niño por nacer para poder descartarlo irresponsablemente", dice el documento distribuido por Peronistas por la Vida, en el marco de esta campaña.
“Negarle el derecho a la vida (...) sería un gran paso en la construcción de una sociedad deshumanizada", fundamentan.
Y agregan: "No nos recuperaremos de la crisis que nos embarga, habilitando un elemento central de la cultura del descarte como es el aborto”.
Con una pegatina de afiches en todo el país, que llevan el retrato de Perón como fondo y en primer plano una familia, para ilustrar la leyenda “Gobiernen para el Pueblo. Nadie sobra. Paz, Pan, Trabajo y Salud. NO al aborto”, Peronistas por la Vida reitera su oposición al proyecto oficial de legalización del aborto, que recientemente el Gobierno volvió a evocar como prioritario en su agenda.
“Sería una gran contradicción que, por un lado, el cuidado de la vida se despliegue en relación a quienes ven afectado su derecho a la salud, y por el otro, se le niegue protección a quienes están en el inicio de la vida, justamente, cuando la persona es más vulnerable y requiere de mayores cuidados”, dice también el documento.
El Gobierno había manifestado su intención de enviar un proyecto de legalización del aborto cuando aún no se había cumpido ni siquiera un año y medio del anterior debate, que fue de una amplitud inusitada, y que insumió cuatro meses de tiempo, coronándose con el rechazo parlamentario a la ley.
Al estallar la pandemia, razonablemente el Ejecutivo entendió que la emergencia sanitaria no era el momento ideal para reintroducir una propuesta que divide claramente a la sociedad y transversalmente a los partidos. Sin embargo, hace pocos días, y sin que se hayan disipado las dificultades que afectan al sistema de salud -más bien al contrario- el Gobierno dejó trascender nuevamente que legalizar el aborto era una de sus prioridades.
En respuesta a esto, con un afichazo en varias ciudades del interior, además del conurbano y la Capital, y el hashtag #PeronEsVida, los peronistas recuerdan que el aborto es ajeno a la doctrina justicialista y a las políticas públicas desplegadas por Perón en todas sus gestiones.
Además evocan una temática que brilla por su ausencia en el discurso político, cuando señalan que “el aborto involucra un asunto estratégico para nuestra patria como es la cuestión demográfica”, que se proyecta “sobre toda la realidad: la política de empleo, la productividad, la posibilidad de desarrollo, la sostenibilidad del sistema previsional”.
“El factor demográfico es la base sobre la que se asientan todas las cuestiones estratégicas del país: la geografía, la infraestructura científico-tecnológica, la capacidad militar, la calidad de la diplomacia, el sistema político-administrativo”, agregan.
“Es contrario al interés de nuestro pueblo -dicen- que desde el gobierno se promuevan políticas de control de la natalidad como la de la legalización del aborto. Esto conspira contra la política de crecimiento poblacional y de distribución territorial que Argentina necesita imperiosamente para ocupar ordenadamente el espacio de nuestro extenso territorio”.
Por eso concluyen que “no puede haber verdadera política de desarrollo, sin que exista una política demográfica seria que invierta en las capacidades humanas” de todos.
Ya en ocasión del largo debate de 2018 sobre la legalización del aborto, muchos referentes peronistas recordaron la tradición de un movimiento que se reconoció siempre como humanista y cristiano y cuya ideología tiene gran cercanía con la doctrina social de la Iglesia. En su última presidencia, Perón atendió a estas cuestiones demográficas con una activa política natalista, en las antípodas del espíritu que parece embargar hoy al Presidente y a varios de sus funcionarios.
En ese sentido, el documento de Peronistas por la Vida subraya: “Los argentinos no somos números y no somos descartables. Cada vida es única e irrepetible. Para alcanzar el sueño y el modelo de una comunidad organizada es indispensable el aporte de cada persona, con su especial y única característica. (...) No somos quiénes para privarlo del derecho a ser, a expresar su particularidad, a aportar su fuerza creadora. Tampoco para privarnos, como comunidad, de la bendición de que esa persona camine a nuestro lado”.
“Por eso -agregan-, rechazamos la cultura del descarte [que] aparece cuando se considera al ser humano como un bien [que] se puede excluir o eliminar si se opone a mi deseo o a mi proyecto personal”.
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