(Enviado especial) A las 11 de la mañana, los hermanos varones Etchevehere junto a su madre Leonor y la jefa del PRO Patricia Bullrich se fundieron un golpe de puño tras escuchar desde sus celulares que la jueza Carolina Castagno desestimó el planteo de Dolores, su hermana, y ordenó hoy el desalojo de la estancia Casa Nueva. En medio de gritos de festejo, Luis Miguel, el ex ministro macrista de Agroindustria, se levantó de su reposera visiblemente emocionado hasta las lágrimas y comenzó a abrazar a todas las personas que se acercaron a felicitarlo. De fondo, un grupo de peones gritó: “Viva la propiedad privada” y luego entonaron el himno nacional entre aplausos y golpes a elementos metálicos.
“Hoy es un gran día, triunfó la justicia y lo que nosotros sostuvimos. Ahora esperamos que de la misma forma que nosotros habíamos aceptado el primer fallo del otro lado hagan lo mismo y salgan de manera pacífica”, explicó Luis Miguel Etchevehere aún emocionado minutos después de oír la resolución frente a los medios.
Las palabras del ex funcionario macrista se producen a sólo 800 metros de donde su hermana Dolores se encuentra junto a un grupo de militantes sociales liderados por Juan Grabois, quienes ya confirmaron que van a apelar la resolución instruida por la Justicia entrerriana. Mientras tanto, los peones de la familia Etchevehere comenzaron a ordenar pedazos leña y encender las parrillas. Del lado de afuera de la estancia el festejo tiene sabor a asado. En el interior, en cambio, quedó sabor a poco.
Más allá de que se instruyó el desalojo, en la puerta de la finca un grupo de 10 policías se encuentran inmóviles formando un cinturón para proteger que nadie pueda entrar. Leonor, la madre de los Etchevehere, emocionada caminó hasta su ingreso: “Casa Nueva”, se lee y una bandera argentina con un cinta roja flamea. Leonor a paso lento se ubicó por debajo de la entrada para dar entrevistas a los medios que siguieron el minuto a minuto de la decisión.
“Lo que pasó acá fue un atropello a la propiedad privada”, lanzó. Y continuó:" No estaba al tanto de que mi hija tenía un amigo tan tóxico como Juan Grabois".
Según explicó Leonor no ve a su hija, Dolores, hace más de dos años. “Lamento mucho todo lo que está pasando, pero tiene que acatar lo que se dictó”.
La causa judicial dividió a una familia, que ya estaba partida. El litigio escaló y las acusaciones que se lanzaron entre las partes fueron graves. Ayer, los defensores de Dolores consideraron que la mujer es una “víctima de sus hermanos en un contexto de violencia de género”. Además de dar su versión sobre las acciones societarias en disputa que se dirimen por quién tiene la propiedad del campo.
Del otro lado, en cambio, respondieron que Dolores nunca le solicitó formalmente al directorio de la firma a que la autorice a realizar estas actividades en el campo porque se había desprendido de su parte con anterioridad, es decir, que no tenía ningún derecho sobre la empresa.
Así la jueza Castagno llegó esta mañana a la decisión de desalojar. Si bien el conflicto está enmarcado en una pelea familiar, el caso escaló a nivel político. Esta mañana, la jefa del PRO Patricia Bullrich llegó al predio a mostrar el apoyo partidario a los hermanos varones Etchevehere.
En diálogo con Infobae, antes de conocerse la resolución, afirmó: “Es una decisión de nuestro partido acompañar todos los hechos en lo que se discuta todo los hechos de ruptura de la Constitución Nacional”.
Y siguió: “Me acerqué hasta acá porque creo que es un día importante para la defensa de la propiedad privada. El hecho de la propiedad privada es un principio fundante de una sociedad organizada y que vive bajo la ley”. Ayer también se acercó al lugar en señal de apoyo, el ex senador y actual auditor general de la Nación, Miguel Ángel Pichetto.
Así los ruralistas que llegaron en apoyo a los hermanos Etchevehere se reúnen alrededor del asador bajo un sol que pica y que en pocos minutos sacará los primeros pedazos de carne mientras la familia del ex ministro ceba mates. Después de los gritos de “Viva la Patria” y “Fuera Grabois”, uno de los Etchevehere abrió uno de los candados de la tranquera, en una de las puertas pegadas al tractor. Un acto simbólico de la “vuelta al trabajo” a un predio al que consideran suyo, y que esperan el día y la hora indicada para volver a ingresar.
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