A fines de septiembre, Infobae recorrió la toma de terrenos en la localidad bonaerense de Guernica, en el municipio de Presidente Perón. Desde el comienzo del conflicto, se transformó en la toma de tierras más grande del país y generó preocupación en el gobierno bonaerense.
Según un primer censo que realizó el Ministerio de Desarrollo Social provincial, había 2.344 parcelas y 1.904 personas habían acercado para responder las preguntas. En ese momento, se reveló que 650 eran de Guernica y el resto de Almirante Brown, Gregorio Laferrere, Lomas de Zamora, Quilmes y Esteban Echeverría. Eso sí, al menos 1000 no habían querido responder sobre su procedencia.
Tras largas negociaciones, el gobernador Axel Kicillof anunció que casi 700 familias habían aceptado las distintas propuestas para retirarse de manera pacífica. Así, aseguró que el 80% de los usurpadores se habían ido de la toma y que quedaban entre 150 y 200 familias en el lugar. Sin embargo, nunca dejó de sumarse gente.
De hecho, el jueves de la semana pasada los grupos de izquierda que componen la toma posibilitaron el ingreso de más familias, contradiciendo lo dispuesto por el juzgado de Martín Miguel Rizzo y la fiscalía de Juan Cruz Condomí Alcorta. Asimismo, los delegados de los cuatro barrios implicados pidieron que se relevara nuevamente a los integrantes del asentamiento, bajo la supervisión de dos organismos de derechos humanos como el CELS y el SERPAJ, y se consolidó el nuevo número: hasta ayer aún permanecían alrededor de 1.400 familias, es decir, 4.417 personas.
En las imágenes captadas por el drone de Infobae, se puede observar la precariedad en las casas y la situación dentro de la toma. Muchas de esas casillas se encuentran vacías. Sin embargo, el panorama es mixto: se ve luz eléctrica, hay cimientos instalados y construcciones de madera entre las carpas de nylon y las parcelas delimitadas por postes.
La gente comenzó a instalarse a partir del 20 de julio y poco a poco la zona se pobló. El primer sector de ocupantes se llamó “20 de julio”. Luego, según los propios ocupantes, el rumor de la toma se esparció y las personas comenzaron a llegar desde distintos puntos del conurbano bonaerense.
Así, comenzaron a formarse el resto de los barrios: San Martín, La Fuerza y La Unión. Los sectores se subdividen a partir de zanjones de agua podrida. Apenas se unen por unos precarios puentes. Su fisonomía es idéntica. Cuadrados de tierra delimitados por cables agarrados a palos de madera y dentro se ubica la casilla: dos palos atados a una bolsa de nylon, en algunos casos. Y otros construyeron cubículos de chapa en un espacio de dos por dos.
También, en los terrenos hay casillas construidas con chapas, piedras, bolsas, maderas, ladrillos y palos. Algunos vecinos intentaron hacer llegar la luz y ayudaron a otros a que esos pequeños refugios se mantengan en pie.
El fiscal de la causa prometió que, tal como figuró en la última propuesta del Gobierno provincial, las personas que abandonen el lugar de forma pacífica no serán imputadas por el delito de usurpación y resistencia a la autoridad. No obstante, las negociaciones se dieron por terminadas y un funcionario del ministerio de Desarrollo de la Comunidad había admitido ante este medio: “El desalojo es inminente. Lamentablemente en el juego de dilatar de esta gente, sobre todo del Polo Obrero y algunas organizaciones que forman parte de la toma, nos debilitaron frente a la justicia y se terminó nuestra intervención. Ahora es el ministerio de Seguridad el que esta a cargo de las acciones, la toma tiene que ser liberada como máximo el viernes”.
Video y fotos: Thomas Khazki, Lihueel Althabe y Franco Fafasuli
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