La mesa de luz de Néstor Kirchner se ve exactamente igual que el 27 de octubre de 2010. En su casa de El Calafate, ahí donde él los dejó, está el tercer tomo de La Voluntad de Eduardo Anguita y Martín Caparrós y un libro de Felipe Pigna. Cristina Fernández de Kirchner dice extrañar sus largas conversaciones e incluso sus intensas discusiones. Ha revelado en su autobiografía que la vida en Río Gallegos fue “más linda” que la vida en la residencia de Olivos donde hasta que él murió había almuerzo familiar todos los domingos.
En los planes del matrimonio la alternancia en el poder era el paso siguiente. La muerte anticipada del ex presidente obligó a su viuda a ir por la reelección. La enorme movilización durante el velatorio que tuvo lugar en la Casa Rosada fue una fuerte señal al peronismo aunque no faltaron los que empezaron a analizar quién entre ellos podía ser “el sucesor”.
La muerte potenció las palabras del último mes del ex presidente de la Nación que tuvo una intensa agenda, con viajes a San Juan y a Corrientes. El jueves 9 de septiembre en un acto en La Boca con intendentes y con el gobernador de Buenos Aires le había reclamado a Daniel Scioli que dijera “quién le ata las manos” en la gestión, según declaraciones del propio bonaerense. En octubre Hugo Moyano hizo una demostración de su poder y llenó River. Distintos cronistas le atribuyeron una fuerte discusión con Kirchner la noche previa a su muerte. Ante la sorpresa por su muerte el camionero hizo gestos hacia la construcción del poskirchnerismo y ofreció su “ayuda” a Cristina en la conducción del “movimiento”. No todos interpretaron la oferta en forma positiva. En la dinámica diaria el kirchnerismo fue dando paso al surgimiento del cristinismo que aunque se le parece no es lo mismo.
Cristina Fernández
El primero de noviembre del 2010 la entonces Presidenta habló por cadena nacional. “Es mi momento más doloroso. Es el dolor más grande que he tenido en mi vida", dijo sobre la muerte de Kirchner y agradeció las movilizaciones, las flores, las cartas, los rosarios, las banderas y las camisetas de Racing que le regalaron. Desde entonces guardó luto durante dos años y recién a fines del 2013 dejó el vestuario negro. Primero combinó negro y blanco hasta pasar al blanco impoluto.
En lo cotidiano, los dichos y los hechos hicieron desconfiar a la Presidenta, al menos así lo recuerda una parte importante de los dirigentes que integraban el entorno de Néstor Kirchner. Moyano y Scioli quedaron excluidos en la lista de quienes no gozaron de su estima como otros que tuvieron roces con Kirchner poco antes de su muerte.
Empoderada y dolida, recién el 21 de junio de 2011 anunció que se volvería a someter “a la voluntad popular” pero esperó hasta el sábado 25, a última hora, para sorprender con la presentación del entonces ministro de Economía, Amado Boudou, como su compañero de fórmula.
Debutó así con un sistema que repetiría: digitar candidaturas elegidas entre referentes cercanos y en general ajenos al Partido Justicialista. Detrás suyo se abrió una ventana: “El viento del sur... Debe haber entrado”, bromeó y sonrió mientras la transmisión oficial mostraba a sus hijos, Máximo y Florencia, en primera fila. Detrás se encontraban muchos de los dirigentes que se alejaron o alejó: Florencio Randazzo, Julián Domínguez, Daniel Scioli y el gobernador cordobés Juan Schiaretti. Afuera de la residencia flameaban las banderas de La Cámpora, la organización que lidera su hijo.
Desde entonces, y cada vez más, la Presidenta se apoyó en lo conocido, en los amigos confiables y en los “jóvenes del Bicentenario” como llamó a los integrantes de La Cámpora, su nuevo instrumento político sobre el que fundó el movimiento Unidos y Organizados y luego Unidad Ciudadana antes de que las derrotas del 2015 y el 2017 la hicieran volver al PJ y dar un paso al costado para armar el Frente de Todos. También se apoyó cada vez más en su hijo. Y entre otros se respaldó a diario en Carlos Zannini, secretario de Legal y Técnica y en 2015 compañero de fórmula de Scioli; en Oscar Parrilli, con un rol central; y en los jóvenes camporistas como Eduardo “Wado” de Pedro que reemplazó al secretario general cuando éste se mudó a la secretaría de Inteligencia y hoy ocupa el estratégico Ministerio del Interior.
El círculo estrecho cristinista que se mantuvo incluye al diputado y ex embajador en El Vaticano Eduardo Valdés. También al gran amigo de Néstor Kirchner Jorge “Topo" Devoto que hizo dos películas y dos libros sobre él y acompañó a Cristina Fernández durante la estadía de Florencia Kirchner en Cuba. Devoto viajó doce veces a la isla donde pasó 117 días, en distintos momentos, junto a la ex presidenta de la Nación. El gesto se lo agradeció el Papa con un mail publicado en la página 27 de “Néstor, el hombre que cambió todo” que ya lleva 55.000 ejemplares vendidos. Francisco escribió: “Gracias por su cercanía a Cristina y a la familia, “en las buenas y en las malas”. Las comillas pertenecen al original del Sumo Pontífice que autorizó la publicación de una homilía pronunciada ese mismo 27 de octubre.
Excepto por actos de campaña o actividades protocolares, o sus idas y vueltas a El Calafate, con la muerte de Kirchner la actual vicepresidenta Cristina Fernández dejó los viajes, las vacaciones y las cenas o salidas públicas. Apenas permite a Valdés que le organice comidas con ex presidentes de la región o su cumpleaños en su museo privado y peronista, el Café de Las Palabras.
En los últimos años sólo asistió a la presentación de otra película de Devoto, Tierra Arrasada, un documental contra la gestión del macrismo. Parte de su intimidad la reveló en su libro Sinceramente, un éxito editorial con el que arrancó su vuelta a las campañas políticas antes de elegir a Alberto Fernández para la fórmula presidencial. Nunca fue a un acto u homenaje a Kirchner por el 27 de octubre. “Tal vez sea un mecanismo inconsciente de no aceptación ante lo irreversible. No sé… Ya saben que la psicología no es mi fuerte”, comentó ayer en una carta pública.
Máximo Kirchner
El 10 de septiembre llovía en Buenos Aires. Esa noche Néstor Kirchner jugó su último partido de fútbol en Olivos y como cada viernes lo hizo junto a algunos integrantes de su gabinete y unos pocos dirigentes de La Cámpora. El ex presidente hizo dos goles y después del asado la sobremesa se extendió hasta las 5 de la madrugada. La Presidenta los interrumpió para pedirle a su marido, que en febrero había sido intervenido por una afección vascular, que se cuidara. Él quería hablar con los jóvenes sobre la organización del acto en el Luna Park. “No lo van a llenar”, los chicaneó. “Quiero ser lo primero de lo nuevo antes que lo último de lo viejo”, les dijo a Máximo Kirchner, Andrés Larroque, Wado de Pedro y a Juan Cabandié que al volver a su casa anotó la frase que citó estos días en el capítulo que escribió para el libro de Devoto.
Veinticuatro horas después del partido de fútbol Kirchner ingresó al sanatorio Los Arcos donde volvió a ser intervenido quirúrgicamente. El lunes y tras la angioplastía los médicos autorizaron el alta pero le recomendaron reposo. Ni el enojo de Cristina Fernández ni la insistencia de Máximo Kirchner pudieron evitar que el martes 14 participara del acto en el Luna Park convocado bajo el lema “Néstor le habla a la juventud. La juventud le habla a Néstor”. Allí apareció por primera vez la imagen del Nestornauta, un dibujo sobre la base de la historieta de Héctor Oesterheld y Solano López que un mes después se convertiría en un símbolo para la militancia que lo idolatraría.
Al llegar al acto Kirchner estuvo detrás del escenario unos pocos minutos y casi no pronunció palabra. El discurso quedó a cargo de Cristina Fernández mientras él miraba emocionado y callado. Los que no olvidan ese día recuerdan que no hizo ninguna de sus bromas habituales. En la primera línea se ubicaron los máximos dirigentes de La Cámpora, Cuervo Larroque, José Ottavis, Eduardo 'Wado’ de Pedro, Cabandié y Mariano Recalde. Excepto por Ottavis el grupo y varios más como Mayra Mendoza, empezaron un camino ascendente en la política. Cabandié dejó la agrupación y se incorporó Horacio Pietragalla, hoy secretario de Derechos Humanos.
En el Luna no se vio a Máximo Kirchner, que en aquel entonces cuidaba mucho más que ahora su exposición. Sus padres se retiraron rápido mientras él se quedaba conversando con los integrantes de la conducción, dirigentes que no podían convencerlo de ser candidato a diputado nacional para las elecciones del año siguiente. Néstor Kirchner le había pedido a los amigos de su hijo que lo ayudaran a convencerlo. Recién pudieron hacerlo en 2015.
En 2010 Máximo Kirchner viajaba cada tanto a Buenos Aires para ocuparse de la política nacional pero se concentraba en Río Gallegos y en Santa Cruz. Planeaba seguir los pasos de su padre y arrancar su carrera por la intendencia de su municipio. En su entorno solían decir que Néstor Kirchner se exponía mucho porque era un ignoto desconocido a nivel nacional pero que su hijo hacía el camino inverso y para evitar las críticas se invisibilizaba. Recién apareció en el acto de Vélez del año 2012 donde se lanzó Unidos y Organizados. No habló. En el año 2014 pronunció su primer discurso en el acto de Argentinos Juniors donde se pasó un video rememorando aquel Luna Park que sí llenaron y hasta quedaron por lo menos 5000 jóvenes afuera. Las primeras apariciones fueron en el marco de su propia construcción política como candidato a diputado nacional por Santa Cruz. En las PASO fue el precandidato más votado pero en la general perdió por estrecho margen en su terruño.
Históricos dirigentes del PJ vieron tras la muerte de Kirchner y la contundente reelección de su esposa con el 54% de los votos (37,3% más que Hermes Binner) cómo los jóvenes de La Cámpora empezaban a ocupar las segundas líneas de su Gobierno. Los sintieron usurpadores del poder y se autopercibieron desplazados.
“El proceso consolidó la imagen negativa de La Cámpora y hubo fuego amigo”, reconoce un integrante de la agrupación que hoy asegura tener una valoración más positiva a partir del trabajo territorial durante los cuatro años post derrota del 2015. Está convencido de que por mérito y esfuerzo se ganaron los lugares que ocupan hoy junto al presidente Alberto Fernández en primeras y segundas líneas de gestión y con fuerte presencia en Diputados y aún más en la cámara de Senadores.
Máximo Kirchner siguió en Santa Cruz hasta que como diputado nacional empezó a pasar más tiempo en la Ciudad de Buenos Aires donde ahora vive. Además de los jóvenes comenzaron a consultarlo aquellos que no se atrevían o no querían hablar con su madre. Con Cristina Fernández muchos preferían conversar sobre la gestión, acostumbrados a la rosca política y el armado partidario con Kirchner. Para algunos ese rol decantó en su hijo. Intendentes y grandes dirigentes lo tomaron como interlocutor, incluso los que dejaron el PJ como Sergio Massa, varios referentes del Movimiento Evita y hasta Alberto Fernández, hoy presidente.
“Máximo nunca rompió el diálogo”, recuerda uno de ellos. Fernando “Chino" Navarro, ex diputado provincial y hoy secretario de Relaciones Parlamentarias y referente junto a Emilio Pérsico del Evita, recordó que después de la muerte de Kirchner “quizás debimos hablar más con Cristina, sería injusto atribuirle a ella no haberlo hecho porque cuando le pedimos hablar nos dio lugar” y reconoció que no lo hacían “porque creímos que tenía que gobernar”. Ellos, como otros, acudían a Máximo Kirchner. “Él hizo un gran esfuerzo por aprender y escuchar”, agrega El Chino Navarro que acompañó a Florencio Randazzo en la campaña contra Cristina Kirchner en el 2017.
En 2019 no hubo que convencer a Máximo Kirchner de ir por su reelección como diputado nacional, aunque ya separado y mudado a la Capital eligió presentarse como candidato por Buenos Aires, provincia donde nació en el año 77. Gran parte de las listas las digitó junto a De Pedro desde el Instituto Patria. Esta vez aceptó finalmente una visibilidad mayor y hoy es el jefe del bloque de diputados del Frente de Todos. Todavía se muestra poco, ha concedido contadas entrevistas y apenas dio un puñado de discursos en algunos actos mientras usa como vidriera el discurso de cierre en cada sesión donde se tratan leyes que importan al Gobierno. De su autoría es el emblemático proyecto de ley que obligará por única vez a pagar un impuesto a quienes tengan un patrimonio de más de $ 200 millones. Según su última declaración de bienes es uno de los pocos legisladores que debería pagar ese tributo.
Florencia
Cuando Cristina Fernández y Néstor Kirchner creían que no volverían a ser padres nació Florencia Kirchner. Aunque él quería otro varón, la niña se convirtió en su favorita. Con la muerte de su padre ocupó un lugar preponderante junto a su madre, una especie de “primera dama” aunque en su rol de hija. Fue ella quien le entregó el bastón presidencial tras su reelección y la acompañó en decenas de viajes.
La hija de los ex presidente estudió cine, es guionista y eligió una militancia feminista. En agosto del 2015, a los 25 años, fue madre de Helena, fruto de su relación con Camilo Vaca Narvaja.
En febrero del 2019 de alguna manera se autoexilió en La Habana para seguir un tratamiento médico por trastornos alimentarios y psicológicos mientras avanzaban en la Argentina algunas causas judiciales contra ella y su hermano mayor. Desde allá empezó a mostrarse en público a través de intensos posteos en Instagram y al regresar dio sólo un par de entrevistas en las que habló de su enfermedad, de “persecución mediática y judicial” y sobre todo habló de lo que más disfruta: libros.
Cuando regresó a Buenos Aires, casi un año después de su internación, ya gobernaban Alberto Fernández y su madre que en campaña lloró recordándola.
Varias veces dedicó sentidas palabras hacia su padre: “Si me voy para abajo aparece. Es como el escudo de que tuve suerte. Pero una está llorando y aparece un imbécil sin océano a decirte que lo tenés en la historia. ¿Y qué me importa a mí que esté ahí? ¿Qué hago con la historia cuando no quiero dormir? Lo tienen ustedes, yo no. Yo lo quería toda la vida mirando Racing en el sillón. Pasando una despacio por atrás, un poco espiando, un poco queriendo no ser mala suerte ni gol en contra. Y en medio tiempo, o al final de la guerra de pasto y patadas, poder ir a contarle: es esto lo qué pasa, y tengo la cabeza fatal papá. La única manera de superar el mal sentir es esta. Metiéndome en mi historia, en la que existía la cara de mi padre."
En febrero de este año, cuando su padre hubiera cumplido años, Florencia Kirchner escribió: “Te extraño como se extraña a través de la década, y el tiempo en el que me muevo, y el tiempo en el que no puedo. Y los días todos. Los días todos en los que tu figura sigue sin aparecer. Van a ser diez años sin que levantes los brazos como gigante, caminando hacia donde parada estoy, dándome vuelta porque venís, a punto de decirte “papá”. Tenía veinte años el veintisiete de octubre de dos mil diez cuando me llamaron por teléfono y me tape la boca con la mano para que no se escuche el grito. Dejé la mayoría de mis cosas para irme corriendo a una pista de aviones y volar hacia un cuerpo que nunca más me iba a mirar. 27 de octubre de 2010, con una cita libre de Kafka en la mano: ¿Cómo será el día después de que seas eterno?”.