Si algo no esperaba el Gobierno es una carta de Cristina Fernández de Kirchner con durísimas críticas a la gestión y a algunos funcionarios a los que le faltó mencionar con nombre y apellido, aunque quedan muy en claro a la vista del Frente de Todos.
Imaginaban que la Vicepresidenta algo pergeñaba, porque hacía mucho que no se comunicaba con el Presidente y habían trascendido comentarios muy negativos ante interlocutores que ella había convocado, casi siempre grandes empresarios a quienes buscó transmitir que nada había tenido que ver con algunas decisiones como la intervención en Vicentín o la toma de tierras.
Pero esperaban algunos tuits que hicieran referencia a los diez años de muerte de Néstor Kirchner y al año de las elecciones presidenciales que la devolvieron al poder, no mucho más.
Una primera respuesta fue rápida y sencilla. “No nos afecta, es una crítica constructiva y sobre temas que Alberto viene hablando con Cristina”, dijeron. Incluso agregaron que “los cuestionamientos a funcionarios no modifican el margen de maniobra al Gobierno ni nada indica que no critique también a funcionarios vinculados a su riñón”.
Pero apenas se avanzaron en la lectura, notaron algunos párrafos lesivos con la figura presidencial como el que explícitamente destaca las características de la personalidad del Presidente que la llevaron a tomar la decisión de ofrecerle la candidatura, como si necesitara justificarse ante las críticas que recibe dentro de la coalición oficialista.
“Desde todo punto de vista, no era necesario que Cristina diga algo semejante, no es la manera de empoderarlo”, comentó a Infobae un amigo de Fernández. “Supongo que tiene que ver con la bronca que le provoca que es su figura, la de Cristina, la que impide que los empresarios tengan confianza en el Gobierno”, agregó.
En efecto, la Vicepresidenta se quejó porque “hoy maltratan a un Presidente que, más allá de funcionarios y funcionarias que no funcionan y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los defectos que me atribuían y que según no pocos, eran los problemas centrales de mi gestión". Curioso que señale que entre las “virtudes” que la decidieron por Fernández señaló no solo “su contacto permanente con los medios de comunicación, cualquiera fuera la orientación de los mismos".
Pero lo que más ruido hizo en algunos despachos de la Casa Rosada fue el párrafo en el que desmiente ser rencorosa o vengativa. “No hay demostración más cabal de ello que haber decidido con el volumen de nuestra representación popular, resignar la primera magistratura para construir un frente político con quienes no solo criticaron duramente nuestros años de gestión, sino que hasta prometieron cárcel a los kirchneristas en actos públicos o escribieron y publicaron libros en mi contra”.
El último señalamiento está dirigido a la secretaria Legal y Técnica de la Presidencia, Vilma Ibarra, una de las funcionarias más influyentes del Gobierno y autora de un libro lapidario contra la Vicepresidenta, Cristina vs Cristina, donde la ahora funcionaria contrastó lo que dijo como legisladora y lo que hizo como Presidenta.
También escribió -entre tantas cosas- que “la supervivencia del relato es un objetivo central para Cristina. Ella cree que de eso depende el lugar que ocupará en la historia y también la posibilidad de conservar importantes cuotas de poder y condicionar a los gobiernos".
Lo último que hizo ruido en el Gobierno es la convocatoria a un gran acuerdo social para resolver la incertidumbre de la crisis cambiaria. “Es lo que venimos proponiendo desde el primer momento”, dijeron cerca del Presidente. Y es verdad. Aunque lo que empezó con gran ímpetu se fue diluyendo con la pandemia, y solo se retomó hace pocas semanas, aunque de un modo que poco comprenden los actores de la economía y donde la oposición no tiene demasiado espacio para opinar.
¿Cómo sigue ahora el Presidente si la propuesta de una gran mesa de acuerdo nacional no salió del Gobierno sino del Senado? Nadie en Casa Rosada supo qué responder.
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