Tras la victoria electoral del Movimiento al Socialismo en Bolivia y su decisión de abstenerse al momento de votar una resolución de la OEA exigiendo elecciones libres y transparentes en Venezuela, Alberto Fernández se encamina ahora hacia una nueva instancia geopolítica: exhumar la CELAC y la Unasur para fijar una agenda alternativa en América Latina.
La hoja de ruta del Presidente es ambiciosa: apunta también a lograr que Brasil vote en su Parlamento la incorporación de Bolivia como miembro pleno del Mercosur, para balancear el poder que Jair Bolsonaro tiene en este foro regional por sus alianzas tácticas con Paraguay y Uruguay.
Durante la cena que el lunes pasado Alberto Fernández compartió con Evo Morales en Olivos, se analizaron estas jugadas diplomáticas para “romper con el ideologismo de derecha” protagonizado por Bolsonaro, Sebastián Piñera en Chile y Luis Lacalle Pou en Uruguay. Todos más alineados con Washington y alejados de lo que huela a Socialismo del Siglo XXI.
La idea del Gobierno es aprovechar el impulso de la victoria socialista en Bolivia para empezar a rearmar el sueño bolivariano junto con México y Venezuela. Y en este contexto, remozar la CELAC y el UNASUR, y quitar peso específico a la OEA. Es un objetivo que comparten Alberto Fernández, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Luis Arce. presidente electo de Bolivia. Surge allí un interrogante: ¿permitirá Arce que la política exterior se la fije Morales?
“Hay que reconstituir la Unasur, con mucha apertura, donde cada pueblo de América Latina sea respetado y ver cómo trabajamos juntos”, adelantó el jefe de Estado en declaraciones periodísticas. Y desde lo simbólico, el acto del martes para emplazar en el CCK la estatua de Néstor Kirchner, que fue removida de la sede que la Unasur tiene en Quito, refuerza la nueva agenda diplomática que pretende protagonizar la Argentina.
“El triunfo del MAS en Bolivia abre un nuevo espacio que apunta a cambiar la relación de fuerzas en organismos regionales centrales como pueden ser la OEA, la Unasur y el Mercosur”, expresó a Infobae el diputado Eduardo Valdés, quien invitado por el Presidente cenó con Evo Morales y Hugo Yasky.
Este proyecto no sólo se sustentará con el rearmado de la Unasur. Alberto Fernández también busca reposicionar al progresismo regional con la CELAC. La presidencia pro témpore de México en ese bloque ayudará a cumplir esta estrategia. Ese espacio abarca además de América del Sur el Caribe y fue creado a instancias de Hugo Chávez y Néstor Kirchner en su momento.
El voto negativo de la Argentina junto con México en la OEA ante las propuestas de elecciones libres y transparentes en Venezuela y una reforma electoral que frene las ambiciones hegemónicas de Daniel Ortega en Nicaragua, fueron también una toma de distancia de los gobiernos de Alberto Fernández y López Obrador frente al organismo regional manejado por Luis Almagro.
El canciller Solá desnudó abiertamente esta estrategia al sostener en la 50° Asamblea General que “Almagro debe actuar en concordancia con la acción de los órganos políticos del organismo internacional que preside para promover las relaciones económicas, políticas, culturales y jurídicas. Pero no cumple con ese mandato ya que se opta por posiciones personales que terminan alimentando el problema al que se debe solucionar”.
El nuevo Mercosur
El otro movimiento argentino destinado a contrapesar la OEA será darle fuerza al Mercosur con Bolivia como miembro pleno.
La idea venía tomando fuerza antes de las elecciones y el triunfo de Luis Arce la potenció. Pero aquí hay un factor exógeno al gobierno de Alberto Fernández: la membresía plena de Bolivia en el Mercosur ya fue aprobada por los parlamentos de Argentina, Paraguay y Uruguay aunque falta el aval del Congreso de Brasil para que se ratifique.
Convencer al Brasil de Bolsonaro de avanzar con esa ficha es una tarea que el Presidente le encomendó al embajador argentino en Brasilia, Daniel Scioli. No será nada sencillo: Bolsonaro tiene mucho poder en ambas cámaras legislativas, y resistirá todas las iniciativas diseñadas en la Casa Rosada.
La Argentina asumirá en diciembre la presidencia pro témpore del Mercosur y esto ayudará también a Alberto Fernández a darle impulso a ese Mercosur remozado que piensa armar.
Para el ex embajador argentino en Bolivia, Ariel Basteiro, “la decisión de sumar a Bolivia al Mercosur será clave; si no se hace es porque países como Brasil no quieren”. Para Basteiro, muy cercano a Evo Morales, Bolivia ya dio cumplimento de todos los pasos exigidos por el bloque, incluida la adaptación del impuesto al Mercosur.
Con todo, los planes regionales de Alberto Fernández se moverán al ritmo de la pandemia, la crisis económica y las elecciones de Estados Unidos. En la Casa Rosada creen que no es lo mismo que Donald Trump renueve su mandato a que Joe Biden logre una victoria para los demócratas.
En el Gobierno confían en que un triunfo de Biden podría facilitar el sueño de Alberto Fernández de posicionarse como líder regional. El candidato demócrata tiene una buena impresión de la Argentina. Conoció a Cristina Kirchner en la convención demócrata del 2004, tiene buena relación con el Papa Francisco y conoce desde hace tiempo al embajador argentino en Washington, Jorge Argüello. Un triunfo de Trump complicará aún más las relaciones entre Buenos Aires y Washington.
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