Unos cantarán “Los muchachos virtualistas/todos unidos triunfaremos/y si hay wifi daremos/un grito de smartphone/viva Perón”. Otros, “Los muchachos moyanistas/todos unidos manejaremos/y como siempre daremos/un grito desde el camión/viva Perón”. Ayer, hubo quienes entonaron “Los peronistas presenciales/todos con barbijo triunfaremos/y con distancia daremos/un grito con alcohol/viva Perón”.
Todos son peronistas, pero, como es casi tradicional, celebrarán separados y de distinta forma los 75 años del nacimiento del movimiento fundado por Juan Domingo Perón. El Gobierno, con un acto en la sede de la CGT en el que hablará Alberto Fernández y se podrá participar de manera virtual desde el sitio “75 octubres”. El moyanismo y otros sectores sindicales y políticos alineados con el oficialismo, con una caravana de autos, ómnibus y camiones por todo el centro porteño para festejar el Día de la Lealtad.
Hace menos 24 horas incluso hubo una conmemoración anticipada, de sesgo antikirchnerista, que protagonizaron Eduardo Duhalde y Luis Barrionuevo, ante el Monumento a Perón, en Paseo Colón y Belgrano, donde el cotitular de la CGT Carlos Acuña, alineado con el líder gastronómico, advirtió (¿a sus colegas?): “No hay que ser alcahuete. Lo que está mal, está mal. Y el pueblo argentino hoy no está nada bien”.
Este sábado habrá también otros homenajes, como el de los 40 gremios que integran el espacio Sindicatos en Marcha para la Unidad Nacional (SEMUN), dirigidos por Sergio Sasia, titular de la Unión Ferroviaria, que adherirán al acto virtual del Gobierno, pero lo complementarán con miniactos presenciales con pocos dirigentes y militantes para no romper las prevenciones sanitarias.
¿Qué está en juego este 17 de octubre? Para el Gobierno, una puesta en escena con sabor a relanzamiento político, montada en el peor momento socioeconómico de la pandemia. En el fondo, dirigida a recobrar la mística partidaria y a dotar a Alberto Fernández de mayor representatividad política: en el acto de la CGT se le ofrecerá la presidencia del Partido Justicialista (PJ), un puesto que algunos gobernadores, intendentes y miembros de la central obrera sueñan que servirá como un blindaje para protegerlo del avance de Cristina Kirchner.
Sin embargo, el Presidente no tiene ninguna intención de alejarse de su vicepresidenta. Se lo reiteró el domingo pasado a Horacio Verbitsky: “Si alguien está pensando hacer un acto para que yo tome distancia de Cristina, se equivoca porque no lo voy a hacer. Lo que más necesitamos es estar unidos”, dijo.
El acto, que tendrá lugar en la sede cegetista de Azopardo 802, fue una idea de la cúpula de la central obrera y aunque algunos de sus promotores lo imaginaron como una suerte de Día de la Independencia de Alberto Fernández, su sentido comenzó a cambiar en la medida en que el Gobierno tomó a su cargo la planificación: en la comisión organizadora sumaron también a representantes del kirchnerismo duro, adversarios de la cúpula de la CGT. Y así, los mismos sindicalistas que primero advertían en privado que no pensaban invitar a Cristina Kirchner al acto terminaron afirmando que la ex presidenta “tiene las puertas abiertas” si quería concurrir.
La vicepresidenta aún no confirmó su presencia. Según los dirigentes de la CGT, no va a concurrir. Tampoco Máximo Kirchner, el jefe del bloque de diputados del Frente de Todos. Pero, como comentaban preocupados ayer por la tarde en la cúpula cegetista, los miembros del kirchnerismo duro se sumarían a la caravana de Moyano.
Para la conducción de la CGT, de todas formas, es un triunfo político que el Presidente la haya elegido como socia para celebrar el 17 de octubre cuando podría haberlo hecho de manera más equilibrada con otros sectores sindicales. Ese espaldarazo es el gesto que la central obrera estaba esperando: a falta de resultados concretos de una economía en caída libre, la CGT siempre necesita señales desde la máxima altura del poder. Y el primer mandatario no sólo les dará la vidriera de la fecha más peronista sino que también le concedió a su consejo directivo un año más de vigencia al prorrogar todos los mandatos sindicales hasta septiembre de 2021.
De esta forma, “los Gordos” (Héctor Daer y Armando Cavalieri) y los “independientes” (Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez y José Luis Lingeri) recibieron una dosis de oxígeno político adicional por parte del jefe del Estado justo en el momento en que debía dirimirse si se hacía el congreso de la CGT en los plazos legales correspondientes (el mandato de esta conducción venció en agosto pasado).
Ajeno a la virtualidad, Hugo Moyano será el otro gran protagonista de esta jornada. No quiso resignarse a dejar la fiesta del peronismo en manos de sus rivales de la CGT y por eso impulsó una celebración propia: iba a ser un acto en la 9 de Julio, pero Alberto Fernández le dijo que no quería movilizaciones presenciales. De allí surgió la idea de una caravana de autos, ómnibus y camiones. Promete “reventar el centro” de vehículos.
Partirán a las 10 desde la puerta del Sindicato de Mecánicos (SMATA), en la avenida Belgrano al 600, y luego de recorrer distintas avenidas terminarán a las 13 en el Obelisco. Hay dirigentes que, en realidad, quieren esperar hasta la llegada del Presidente a la CGT y recibirlo desde la calle con las bocinas de los vehículos. Si es así, ¿les hablará Alberto Fernández desde el famoso balcón de Azopardo 802?
Héctor Daer y Andrés Rodríguez, cotitular y secretario adjunto de la CGT, llamaron a Moyano para invitarlo al acto de la CGT, pero el líder camionero, agradecido, les dijo que no: argumentó que se está cuidando al extremo en su casa desde que comenzó la cuarentena obligatoria. Eso es cierto, como también lo es que ya había roto tantas prevenciones sanitarias cuando almorzó con Alberto Fernández en Olivos o lo visitó en la Casa Rosada.
Para el moyanismo, que prefirió marchar sobre ruedas con dirigentes de su sector, el Fresimona (tiene nombre de remedio, pero es la sigla del Frente Sindical para el Modelo Nacional) y políticos del peronismo bonaerense, será un regreso al primer plano luego de que su líder estuvo recluido y la tarea sindical recayó en su hijo Pablo.
Los Moyano quieren diferenciarse cada vez más de la CGT y la decisión presidencial de privilegiar a la cúpula de la central obrera los deja descolocados. Por eso quieren levantar su perfil: se proponen captar más adhesiones sindicales porque perdieron muchos aliados en los últimos años y necesitan votos para la futura pelea cegetista.
Algunos compañeros de ruta de los Moyano estarán en las dos celebraciones, pero quizá la curiosidad de este 17 de octubre será que por primera vez en un acto peronista podría estar presente un radical: se trata de Sergio Palazzo, líder de la Asociación Bancaria, que no cantará la Marcha Peronista, pero apoya al Presidente.
Cuando Perón advirtió en la década del cincuenta que “el año 2000 nos encontrará unidos o dominados” no podría haber imaginado que en este 2020 el sindicalismo iba a estar tan desunido y dominado por sus peleas internas.
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