Alberto Fernández dialogará con Emmanuel Macron jaqueado por idéntico fantasma sanitario y político: el COVID-19, que ya impuso el toque de queda en Francia a partir del 17 de octubre, y que ha golpeado la efectividad de la cuarentena ordenada por el Gobierno frente al millón de contagiados y a los más de 25.000 muertos que sufre la Argentina.
El Presidente y su colega francés tienen buena relación personal y llevan con diplomacia sus diferencias ideológicas. Alberto Fernández y Macron almorzaron juntos en París a principios de año y ya dialogaron por teléfono varias veces para analizar una agenda global que no da respiro ante las consecuencias sociales, económicas y sanitarias que causa la pandemia del coronavirus.
Alberto Fernández tiene interés en saber por qué Francia retrocedió en la lucha contra el COVID-19 y qué llevó a Macron a dictar desde mañana el toque de queda en la región de Île-de-France (París y alrededores) y las ciudades de Grenoble, Lille, Lyon, Aix-Marseille, Rouen, Toulouse, Montpellier.
Al momento de definir el toque de queda, que Macron pondrá a revisión del Parlamento, se informaban 20.000 casos de contagios por día. “El toque de queda durará hasta el 1° de diciembre. Seis semanas es el tiempo que creemos útil”, aseguró el presidente de Francia.
Además de la situación del COVID-19 que afecta a ambos países, Alberto Fernández y Macron tienen previsto abordar la situación de Venezuela. Argentina y Francia integran el denominado Grupo de Contacto, que propone una hoja de ruta distinta a las aspiraciones de la Casa Blanca que se ejecutan desde el Grupo de Lima.
Donald Trump considera que Nicolás Maduro no debe participar de la transición democrática y que el bloqueo comercial y financiero es efectivo para demoler al régimen populista, mientras que Alberto Fernández y Macron consideran que todos los protagonistas políticos de Venezuela deben participar en su reconstrucción institucional y que el bloqueo ordenado por Estados Unidos solo afecta a la vida cotidiana de los venezolanos.
“Vos cumplís un papel importante en Venezuela, y no te podés ir de allí”, le dijo Macron a Alberto Fernández cuando almorzaron en el Palacio del Eliseo. El Presidente argentino compartió la perspectiva de su colega francés, y por eso trata de mantener una posición equidistante entre las presiones del sector más duro del kirchnerismo y las sugerencias de la diplomacia del Departamento de Estado.
La agenda de la llamada bilateral que definió Alberto Fernández también incluye la compleja situación institucional del acuerdo Mercosur-Unión Europea, firmado durante la administración de Mauricio Macri. Macron siempre defendió el Tratado de París sobre Cambio Climático, una posición diplomática que es compartida por su colega argentino y rechazada por Jair Bolsonaro en coincidencia con Trump.
En este contexto, Francia se resiste a finiquitar los detalles burocráticos-legales y el tratamiento parlamentario hasta que Bolsonaro revea su posición. Además Macron enfrenta una fuerte oposición de los productores agropecuarios, y la postura de Brasil le permite sofocar una presión corporativa que lo puede afectar en los próximos comicios.
Alberto Fernández está de acuerdo en la construcción de una zona de intercambio comercial con Europa, pero considera que en las actuales condiciones económicas es imposible facilitar la apertura de los mercados de la Argentina. El Presidente apuesta primero a terminar con la crisis causada por el COVID-19, y después buscar los consensos necesarios -adentro y afuera del país- para poner en marcha un acuerdo bilateral que es clave para el Mercosur.
Entonces, sin desavenencias diplomáticas a la vista, la conversación terminará como se ordena en todos los manuales de política exterior: Alberto Fernández invitará a Macron para que visite la Argentina, y el presidente francés hará lo propio antes de cortar la comunicación.
Será una simple formalidad: el COVID-19 marca la agenda y los viajes de estado se suspendieron hasta nuevo aviso.
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