En su carrera política Cristina Fernández de Kirchner muchas veces estuvo sola y rodeada de varones. En la Convención Nacional Constituyente de 1994 se hacía notar, por su firmeza y su estilo: algunos hasta le temían cuando llegaba desde Santa Cruz a pelear por la coparticipación y vestida de pantalón y campera de cuero. En su mesa chica conviven dirigentes jóvenes, algunos históricos y varias mujeres. Ninguna se calla ni tiene temor a la hora de enfrentar a propios o ajenos.
Aunque en el Senado, donde ejerce la presidencia, se rodeó de los más leales de cada distrito, también sobresalen en la Cámara de Diputados algunos de sus alfiles. “Peón” y “negro” se define en cambio a sí mismo Rodolfo Tailhade que prefiere estar en la primera línea del tablero, aunque en las gestiones más importantes no se lo vea. La rara avis es Leopoldo Moreau, que del radicalismo pasó al Instituto Patria. Él asegura que es ahí donde se defienden más fervientemente los valores por los que milita desde su juventud en la Coordinadora alfonsinista en plena dictadura militar. La economista Fernanda Vallejos ocupa otro lugar preponderante, aunque la última semana quien sobresalió fue Vanesa Siley.
Siley fue una de las “elegidas” de Cristina Kirchner y ocupó el cuarto lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales en 2017, la misma lista que encabezó Fernanda Vallejos. Fue antes de la sanción de la ley de paridad de género. Milita en Capital pero nació en Mercedes, condición que le permitió presentarse por Buenos Aires por la nómina de Unidad Ciudadana. En aquella lista Daniel Scioli, ex gobernador por dos períodos consecutivos y ex candidato a presidente quedó en el quinto lugar.
Es abogada, sindicalista y secretaria general de la Federación del Sindicato de Trabajadores Judiciales, casi una excepción en un mundo gremial masculino. Avanzó políticamente en el Poder Judicial enfrentando nada menos que a la poderosa Unión de Empleados Judiciales de Julio Piumato. Los representantes de Sitraju defendieron en el Senado la reforma judicial. Piumato, en cambio, fue presentado entre los “alegatos” de la oposición y hasta se mostró ofendido con el jefe de Estado por no haberlo convocado para la redacción de la iniciativa y por los escasos 15 minutos que tuvo para exponer.
La pelea de Siley con el Poder Judicial antecede a la creciente confianza que depositó en ella la Vicepresidenta, como también su posición política excede a su pertenencia originaria en La Cámpora, aunque desde allí se catapultó al Congreso. Durante toda la gestión macrista reclamó por la integración del fuero laboral y reprochó las subrogancias. También tiene vieja data su disputa con la Corte. El pedido de juicio político contra su actual presidente se basó en otros tres pedidos anteriores y fue presentado cuatro días antes de que el máximo tribunal aceptara el per saltum de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. En Gobierno insisten en que ambos hechos no están directamente relacionados y descartan cualquier influencia de Olivos.
El proyecto de resolución de Siley que lleva el número 5039 promueve el juicio político contra el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Carlos Fernando Rosenkrantz, "por mal desempeño y eventuales delitos en el ejercicio de sus funciones, de conformidad con lo que dispone el artículo 53 y concordantes de la Constitución Nacional”. En la presentación del 25 de septiembre amplió los argumentos de tres pedidos anteriores. “Rosenkrantz obstruye el pleno ejercicio de los derechos y garantías constitucionales. Sus compromisos políticos y económicos con corporaciones y personas vinculadas a la responsabilidad civil en la última dictadura militar están frenando el tratamiento de causas”, reclamó. Y entre otras cuestiones lo tildó como “responsable de cajonear la causa Blaquier para evitar que la Corte confirme el procesamiento de Carlos Pedro Blaquier por delitos de lesa humanidad. Tiene esa causa en su vocalía desde que asumió. Mientras sus familiares integran la misma fundación que los Blaquier”.
Un integrante de la mesa chica de Cristina Kirchner, de extensa trayectoria política, dice que Siley no coordinó con la Vicepresidenta la presentación del juicio político. La ex jefa de Estado no emitió opinión pública al respecto lo que deja librada a la especulación política si el avance sobre la Corte es de su autoría o no. Sería extraño que actuara en soledad cuando como parte de La Cámpora es una dirigente orgánica que además trabaja en tándem con su jefe de bloque, es decir, Máximo Kirchner.
La diputada nacional ocupa varios lugares clave en el Congreso, además de integrar el Consejo de la Magistratura: preside la comisión de Legislación del Trabajo y es vocal en la Bicameral de Seguimiento y Control del Ministerio Público (donde se impulsó un juicio político al procurador interino Eduardo Casal); y también vocal en Juicio Político, Justicia, Legislación Penal y Libertad de Expresión.
Con Rodolfo Tailhade coinciden en las comisiones. El diputado del Frente de Todos que ocupa una banca por Buenos Aires es abogado penalista. Nacido en Choele Choel, provincia de Río Negro, fue concejal en Malvinas Argentinas y también consejero de la Magistratura. Preside la comisión de Justicia, por la que pasará la reforma judicial, pero su rol más importante es en la Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia y en la Bicameral de Control del Ministerio Público que preside. Además es vocal en Juicio Político, Legislación Penal, Finanzas, Seguridad Interior, Asuntos Constitucionales (es cabecera para la reforma judicial) y Peticiones, Poderes y Reglamento (fundamental para las sesiones remotas). En cada comisión en la que está se toman las decisiones más trascendentes o que más preocupan al entorno vicepresidencial.
Junto con Moreau se ha convertido en un revisor de la gestión pasada y mantiene su perfil denunciador. No teme al barro y es de los que reclama mayor exposición al gabinete y las segundas líneas para cuidar al Presidente y su gobierno. Esta semana cobró nuevo impulso la investigación judicial sobre la concesión de Autopistas del Sol y del Oeste durante el gobierno de Mauricio Macri con la aceptación de Vialidad y de la Unidad de Investigación Financiera como querellantes. La causa ya tiene casi tres años y arrancó a partir de una denuncia de Tailhade, Moreau, Carlos Castagneto y Adrián Grana. También Tailhade denunció penalmente al ex ministro de Transporte Guillermo Dietrich y al ex administrador de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV) Javier Iguacel por el supuesto desvío de $1.300 millones de obras de seguridad vial. Y junto con el rionegrino Martín Soria y el porteño Eduardo Valdés denunciaron presiones sobre el poder judicial y la existencia de una mesa judicial para “perseguir” al kirchnerismo. Su firma está en decenas de denuncias del mismo tenor.
Aunque en el recinto moderó sus participaciones desde que el Frente de Todos es oficialismo, se mantiene picante en las redes sociales. Como ex director de Contrainteligencia de la AFI conoce los secretos y manejos de los espías. Acompaña a Moreau en esa cruzada y juntos buscan pruebas del law fare que denuncia insistentemente Cristina Fernández.
La amistad personal de Leopoldo Moreau y la Vicepresidenta se consolidó en la cámara alta. En 1997 el bloque de senadores del PJ que lideraba el entrerriano Augusto Alasino decidió echar a Cristina Fernández de todas las comisiones que integraba en representación del oficialismo. Confesa antimenemista, la acusaron de votar leyes junto a la oposición y de no querer acompañar la creación del Consejo de la Magistratura. Menos perdonaron la rebeldía de la santacruceña al enfrentar al entonces ministro de Defensa Oscar Camilión que no aceptó ser interpelado en el marco de una denuncia por venta de armas a Ecuador. El funcionario expuso en la comisión de Defensa del Senado donde esperaba mayor amabilidad pero Cristina Kirchner le reprochó el escándalo y le dijo que debía renunciar. Camilión le contestó: “Senadora, usted no tiene edad ni antecedentes para solicitarme mi renuncia”.
Tras el episodio y la expulsión, el justicialismo la obligó a mudarse dentro del recinto hacia el sector ocupado por los senadores de la incipiente Alianza conformada por radicales y el Frente País Solidario. Fernández de Kirchner se sentó justo detrás de Moreau.
El mayor acercamiento político sin embargo llegó veinte años después de aquel hecho cuando un grupo de radicales decidió integrarse a Unidad Ciudadana. Como Siley y Vallejos, el diputado, ex senador y ex candidato presidencial de la UCR fue parte de la lista del 2017 que cayó derrotada junto con Cristina Fernández frente a Esteban Bullrich y Gladys González que se quedaron con dos de las tres bancas en el Senado. Desde entonces se profundizó el vínculo entre Moreau y CFK y él se convirtió en un asiduo visitante del Instituto Patria, estratega y defensor de la figura de la Vicepresidenta con quien tiene diálogo asiduo.
Moreau asegura que lo une con la Vicepresidenta la misma cultura política, “en defensa de las libertades públicas, el principio de inocencia, el Estado de Derecho”. Su opinión, insiste, es propia y antecede a la amistad con la ex jefa de Estado. “Hemos transitado la misma experiencia política, la lucha contra la dictadura, la defensa de la democracia”, explica el diputado nacional que a pesar de ser considerado de riesgo por sus 73 años suele estar físicamente presente en su despacho del Congreso.
Lo obsesiona, y en eso concentra sus esfuerzos, “una persecución política que no tiene precedente, el lawfare que se ha replicado en América Latina”. Defiende sin dudar a la Vicepresidenta “blanco principal de la persecución". Y ese marco le dijo a Infobae: “Me consta que ha habido espionaje judicial, testigos guionados, causas armadas”. Casi todas las semanas reúne a la Bicameral de Seguimiento de los Organismos de Inteligencia que en su última sesión analizó un entramado para espiar, denunció, a las víctimas del ARA San Juan con un armado en Mar del Plata para el que incluso se incorporaron 11 nuevas personas al sistema de inteligencia. “No hubo gobierno en la historia democrática de la Argentina que pusiera en marcha un espionaje como éste”, advierte sobre la gestión de Mauricio Macri y la Secretaría de Inteligencia.
Moreau repudió el escrache a Ricardo Lorenzetti pero criticó duramente a Rosenkrantz después de la presentación de Siley. Ya había dicho algo parecido diez días antes en televisión. “Todo lo que hago y dio lo hago desde mi propia decisión. No me mandó Cristina”, se ofende sobre su autonomía al hablar más allá de sus permanentes charlas políticas con ella. Y se sumó a la ofensiva de la diputada y gremialista: “Esta es una Corte agotada que juega al truco más que apoyarse en decisiones jurisprudenciales. Es una Corte que está institucionalmente muy degradada y jurídicamente no tiene el nivel de otros tiempos”.
Vallejos tiene gran admiración por Cristina Kirchner. Y aunque es hincha fanática de Independiente también como su líder se enamoró de un hincha de Racing, el periodista de economía Mariano Beristain. No cede los sábados ante él cuando comen pizza: media de jamón y morrones para ella y media napolitana para él. También conviven con ellos y sus hijos, dos perros y dos gatos.
En 2017 sorprendió la decisión de Cristina Kirchner que priorizó a Vallejos, ferviente defensora de sus ideas y políticas en los medios de comunicación. Se sorprendió incluso la propia Vallejos que recién conoció personalmente a la Vicepresidenta cuando la convocó para ofrecerle el primer lugar. Hubo quienes se sintieron heridos en el PJ pero acataron la elección en una contienda en la que dejaron el sello del PJ a Florencio Randazzo que tuvo como jefe de campaña y armador al hoy presidente Alberto Fernández. En el colegio fue abanderada, en la universidad tuvo uno de los más altos promedios y quienes trabajan con ella la ven puntillosa y estudiosa de cada tema al punto que antes de presentar un proyecto lo hace circular por lo menos entre diez personas.
La economista, madre de dos hijos, hizo aquella campaña embarazada. Siempre se mostró contundente y lo sigue haciendo, incluso ella misma maneja sus redes sociales. El paso de oposición a oficialismo la obligó a moderarse, bajó un poco el tono y como presidenta de la comisión de Finanzas intenta mostrar una actitud más abierta, aseguran cerca suyo. En la oposición todavía la ven como una dirigente radicalizada.
Aunque algunas veces se muestra menos combativa, Vallejos prefiere Twitter y no esquiva todas las peleas. Ferviente defensora de la cuarentena, preside las comisiones desde el departamento tipo casa que alquila en Almagro. Por esa misma razón hace tiempo que no ve a su madre, Ana, que vive en Zárate, aunque hablan mucho por teléfono. "Soy mamá y al irresponsable que ose decirme que tengo que mandar a mi hijo a contagiarse y contagiar a su familia, que vaya buscando una habitación grande donde guardar los amparos y demás acciones legales que le van a llover”, reaccionó la última semana frente a los pedidos de vuelta a las clases presenciales. Y compartió los mensajes de su colega Siley contra Rosenkrantz. Tampoco se quedó callada cuando Alicia Castro se bajó de la embajada en Rusia tras el voto argentino en ONU a favor de un informe sobre violación de los Derechos Humanos en Venezuela. “Alicia es una mujer a la que respeto, íntegra y de convicciones. Pero sobre todo, es una compañera con la que sé que siempre nos vamos a encontrar, en el lugar que nos toque, en la misma lucha por la emancipación de nuestro pueblo. #NeoliberalismoNuncaMas”, planteó pero no se subió a la polémica entre kirchneristas y albertistas del Gobierno. “No voy a opinar demás sobre algunos temas porque el enemigo está al acecho para producir titulares de desgaste del gobierno que el pueblo se dio, que nuestra conducción, con generosidad, ayudó a construir y que defenderemos de la agresión de los que quieren al pueblo de rodillas”, argumentó.