La política exterior argentina volvió a quedar en el centro de la polémica luego de que el embajador argentino ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carlos Raimundi, defendiera al régimen de Nicolás Maduro al justificar que “hay una apreciación sesgada” sobre las violaciones de derechos humanos.
Las declaraciones de Raimundi generaron cortocircuitos dentro del propio Gobierno y el rechazo de Alberto Fernández. Este domingo salió a aclarar las diferencias Felipe Solá. El canciller buscó quitarle dramatismo a la situación al aludir que el Ministerio de Relaciones Exteriores enfrentó a lo largo de los últimos meses “problemas serios con Brasil”, y la repatriación de 245 mil argentinos que habían quedado varados durante la pandemia de COVID-19. Solá también negó que se haya puesto en juego su cargo: “No solamente no renuncié, sino que nunca me sentí más lejos de renunciar”.
En diálogo con Romina Manguel -por A24- aseguró que “no hubo costo político” por las declaraciones de Raimundi y confirmó que lo llamó para aclarar cuál es la postura de la Cancillería sobre Venezuela.
“Raimundi no juzgó si era bueno o malo el informe Bachelet”, justificó y reforzó la idea de que “Argentina no rechazó el informe” de la ONU que prueba la represión ilegal de la dictadura de Maduro. “El problema es que Raimundi no dijo la preocupación que tiene Argentina por los Derechos Humanos en Venezuela, decidió decir lo que pensaba y un embajador tiene que decir primero lo que le instruyen", criticó al representante nacional ante la OEA.
Más allá del malestar generado, Solá negó que se haya evaluado que Raimundi deje su cargo. Y afirmó que “no hubo rechazo” hacia el informe de la ONU. No obstante admitió que “en Venezuela hay violaciones de los derechos humanos”, así como también “un bloqueo financiero físico y financiero, que golpean al pueblo venezolano”.
El ministro de Relaciones Exteriores criticó que la oposición utilice a Venezuela “como parte de la grieta”. “El retroceso económico por la pandemia hace que se diga ‘vamos a ser Venezuela’, una frase que vale para todo y que no se sabe bien qué es”, reprochó.
“¿Qué hemos hecho nosotros para que digan que `vamos a ser Venezuela'?”, se preguntó e insistió con que se trata de “una excusa de la oposición”. “Cuando condenamos los derechos humanos en Venezuela, la oposición no dice nada”, advirtió.
“Una cosa es pensar de una manera de Venezuela y otra cosa es ir hacia Venezuela, que no tiene gasolina, tiene miles por ciento de inflación, hay falta de insumos, de medicamentos, ¿Qué tiene que ver con la situación de Argentina?”, cuestionó.
En ese sentido, Solá vinculó parte de los problemas que enfrenta la Argentina “por culpa de la pandemia”. “Hay un fenómeno mundial grave para todos”, resumió y consideró que el país “puede tener una recuperación muy rápida”, siempre y cuando, entre otras cosas, “la gente no tenga miedo de ir a trabajar”. “En cuanto empiecen a bajar los contagios Argentinas es otro país”, expresó optimista.
Solá también se refirió al acercamiento que mantiene el Gobierno argentino con China y aseguró que “no hay enamoramiento”. “El primer inversor en Argentina es Estados Unidos con 17 mil millones de dólares, hay verso con China porque le sirve a la grieta”, declaró.
De cara a la misión del Fondo Monetario Intenacional que llegará esta semana, destacó que las autoridades quieran hablar también con la oposición: “Para evaluar la economía hay que hablar con todos: sociedad, sindicatos, empresarios, partidos opositores”.
Con respecto a la posibilidad de que el FMi imponga condiciones en materia económica, Solá ratificó no tener “miedo” y recordó que “las imposiciones peligrosas son las que le pusieron a Macri", quien “cedió” ante al organismo internacional “porque lo estaba tapando el agua”:
El canciller aseguró que Argentina “no aceptará” reformas con las que no esté de acuerdo: “Vamos a ponerle limitaciones al FMI si es necesario”.
Argentinos que emigran por la crisis
En otro fragmento del reportaje, Solá habló sobre los argentinos que deciden emigrar en búsqueda de nuevos horizontes ante un panorama agravado por la pandemia, la crisis económica y el aumento de la inseguridad. Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores, sostuvo que “no vemos un éxodo que preocupe”.
En ese sentido, indicó: “Tenemos un registro de mucha gente que volvió (al país) por la pandemia durante marzo, abril, mayo, junio y julio, y como Europa comenzó a abrir muchos quisieron volver". En efecto, “muchos argentinos que se van es porque vivían afuera y vuelven”, resumió.
A nivel regional en el último tiempo empezó a sonar con fuerza Uruguay como destino donde argentinos desean asentarse ante beneficios impositivos que promete el Gobierno de Luis Lacalle Pou. Al respecto, Solá dijo que hay “un grupo chico de argentinos que cambió su residencia a Uruguay”, pero que se trata de “gente muy rica”: “No tienen problema en vivir acá, o en cualquier lugar del mundo”. No obstante, consideró que “Uruguay es otro mundo”, desde el punto de vista epidemiológico ya que “tiene una tasa baja de contagios”.
Consultado sobre ese sector de la clase alta que busca radicarse en otro país por temor al impuesto a la riqueza, sostuvo que “están equivocados”. “A mucha gente muy rica le fue muy bien con el gobierno de Cristina Kirchner y clamaban por la llegada de Macri; les fue muy mal y ahora están enojados con el gobierno de Alberto Fernández. Pareciera que es un problema ideológico”, declaró.
El rol del Papa Francisco
Por último Felipe Solá, se refirió al rol del Papa Francisco como “conductor de los grandes problemas mundiales”. El canciller destacó que ayudó a la Argentina e intervino con el tema de la deuda -"influyó muchos en las actitudes de Georgieva (Kristalina)"-, pero pidió: “No argentinicemos demasiado al Papa, se preocupó por la deuda de muchos países”. “Francisco además es un sabio político, le puso el cuerpo a grandes problemas”, consideró.
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