“El equipo de Alberto no hizo pie todavía. Él es el encargado del presente y nadie le obstruye el camino”. Con precisión de cirujano transforma cada palabra en una daga. Fina, puntiaguda, certera. Malamud, que se llama Andrés de nombre de pila, repasa, punto por punto, la actualidad argentina. Lo hace en diálogo con Infobae, desde Lisboa, donde hace tiempo decidió plantar bandera.
Su lejanía física con la Argentina no le impide analizar al detalle los recovecos de la política nacional. Desde una mirada federal o parado en el borde de la avenida General Paz, repartiendo tiempo entre los pasos sigilosos de Rodríguez Larreta para convertirse en líder o las dificultades estructurales y económicas del conurbano que le toca gobernar a Kicillof.
Cristina o Alberto. Alberto o Cristina. Política exterior y gabinete albertista. Peronismo en todas sus facetas y electorado nacional, popular y antiperonista. Cambiemos y la reconstrucción, el radicalismo y la necesidad de liderazgos. El politólogo y profesor de la Universidad de Lisboa analiza la Argentina y la montaña rusa con destino incierto en la que están subidos todos los que viven en el país.
-Alberto Fernández parece haber dejado atrás una etapa de negociación y consenso con la oposición. ¿Se corrió hacia un extremo o es parte de una gestión que tiene intermitencias en el trato con el sector opositor?
-Yo no observo rumbo en este Gobierno. Es todo táctica. La táctica puede tender al equilibrio o a la polarización. Cuando alguien tiene estrategia, utiliza las movidas tácticas para ajustar las velas en dirección al objetivo. Acá no está claro el objetivo.
-¿A qué se refiere?
-¿Qué es lo que se parece de este gobierno al resto de los gobiernos argentinos desde 1983? Todos empiezan así. Alfonsín empieza con (Bernardo) Grinspun, Menem empieza con el plan Bonex, Duhalde empieza con (Jorge) Remes Lenicov y después pasa a (Roberto) Lavagna. Cristina tuvo varios saltos y Macri tuvo que enderezar el barco a la mitad de camino. Eso no le da la razón al Gobierno, simplemente lo destaca como uno más en la línea de los gobiernos democráticos, legítimos, pero inefectivos que tuvimos desde el ’83.
-El Gobierno insiste con una agenda que va en paralelo a lo que está sucediendo en Argentina. En la misma semana donde se conocieron los niveles de pobreza e indigencia, la discusión estaba centrada en el traslado de tres jueces federales. ¿Hay una agenda paralela?
-Hay dos agendas. La agenda de Cristina, que mira hacia el pasado y hacia el futuro, y la agenda de Alberto, que mira hacia el presente y no lo ve. ¿Qué significa que Cristina mira hacia el pasado? Que busca cerrar las causas que la involucran a ella y a su familia. ¿Qué significa que mira hacia el futuro? Que pretende fomentar la carrera de uno de sus hijos, ya sea el biológico o el político.
-¿Y Alberto Fernández?
-Alberto es el encargado del presente y nadie le obstruye el camino. Él es el que no avanza, quizás porque no ve a dónde lo conduce. No comparto la opinión de que Cristina aumenta su injerencia en el Gobierno. En todo caso, el equipo de Alberto es el que no hizo pie todavía. Y algunas de las peores medidas o ausencias de medidas, los propios intendentes y gobernadores peronistas se la adjudican a la gente de Alberto.
-Entonces para usted Cristina no busca atropellar a Alberto Fernández en el Gobierno, sino que el propio Presidente no puede hacer pie.
-Exactamente. La responsabilidad de lo que pasa en el presente es del Presidente. No es del hípervicepresidencialismo. La culpa no es de quien maneja desde el asiento de al lado, la culpa es del que no maneja en el asiento del conductor.
La necesidad de empleo que habrá, se suplirá por vías informales. Muchas serán ilegales como el narcotráfico, el trafico de personas, el tráfico de armas y el contrabando (sobre la crisis pospandemia)
-¿Tiene suficiente volumen político Fernández y su núcleo para poder hacer pie?
-No. Lo tendría que haber construido.
-¿Y qué pasó? ¿Por qué no lo hizo?
-Evidentemente sus capacidades para la rosca y la gestión de un Estado del siglo XX eran aceptables, pero su capacidad de liderazgo y gestión de un estado del siglo XXI no son suficientes.
-La idea de que Cristina gira sobre cada decisión o ausencia de decisión del Presidente está instalada en la vida política. Es el tema de la oposición. ¿Es así?
-Cristina es Cristina. Y Alberto es el Presidente. Yo no le puedo adjudicar ninguna responsabilidad sobre lo que hace o deshace el Presidente a otra persona que no sea él. Tiene todas las atribuciones del mando. Tuvo la posibilidad de generar un volumen político. En el peronismo el conductor es el que manda y él prefirió no hacerlo. Podría haber hecho equilibrio en vez de conducir. Podría haberse apoyado en los gobernadores o haber triangulado con Massa. Y en cambio, le entregó a Massa a Máximo, que a pesar de todo es más moderado que Cristina, y con los gobernadores no solo que no armó, sino que desarmó.
-¿En dónde lo ve?
-Le metió Vicentin a (Omar) Perotti. Les mandó el submarino sin querer. Y las medidas que toma terminan perjudicando a Cristina también. Porque lo de Vicentin, aunque haya sido acercado por una senadora kirchnerista, no era una medida del kirchnerismo. Y que (Alberto) Beraldi esté en la comisión que lleva su nombre, tampoco habría sido pedido de Cristina. Es él tratando de halagar a Cristina, haciéndole favores que ella no solicita. El problema es el Presidente.
-¿Le ve falta de personalidad al Presidente para llevar adelante el Gobierno?
-No soy psicólogo. Observo falta de conducción. ¿Cuáles son las razones para esa falta de conducción? Pueden ser psicológicas. Puede tener razón Duhalde. No es que no tenga personalidad, sino que está sobrepasado por los acontecimientos, necesita tomar distancia, pensar tres horas y hacer yoga.
El electorado donde pesca Cambiemos no es peronista. Lo que está buscando la oposición son dirigentes, no votos
-Se refirió a Máximo Kirchner como una versión más moderada de Cristina Kirchner.
-Dicen los que lo conocen, y lo que se observa por su accionar, que Máximo es más parecido a Néstor Kirchner. Y como se sabe, Néstor era alguien que hablaba con las personas. Podía enojarse, podía maltratar, pero hablaba. Cristina no habla con la gente. Nunca habló con sus intendentes, no hablaba con sus gobernadores. No hablaba con todos los ministros. Esto te lo dicen los intendentes, los gobernadores y los ministros. Néstor llamaba todas las mañanas al ministro de Economía para ver cómo estaban los números. Rosqueaba, hacía política. Cristina lidera. Sin intermediación.
-Con ese formato para hacer política Cristina Kirchner construyó un liderazgo extremadamente fuerte que, al día de hoy, sigue sosteniendo.
-El liderazgo de Cristina está basado en la relación directa que tiene con las masas. En el encanto que genera en el 30% de los argentinos. Después sus equipos de gestión nunca se destacaron por su competencia. Y si miramos en la provincia de Buenos Aires, dos de los ministros más relevantes, el de Justicia y el de Seguridad, le obedecen. Y no con grandes resultados.
-Cuando está en el poder, el peronismo tiene un solo conductor y es el Presidente. Este es un momento histórico porque hay una figura de gran volumen político en la vicepresidencia. Hay sectores de la coalición que responden a Cristina como jefa política. ¿Se puede convivir con esa idea en el peronismo?
-Estamos viendo que se puede convivir. Lo que no se puede es gobernar. La otra complicación es que Cristina es fuerte en Buenos Aires, que es una provincia disfuncional y que provoca disfuncionalidad en el gobierno nacional.
-¿Cómo sería?
-Tiene el 38% de la población, subcoparticipada y sobreempobrecida. Con el 38% de la población recibe un 22% de la coparticipación y tiene cerca del 50% de pobreza. Y Cristina es la dueña de ese territorio. El Gobernador le responde y Alak y Berni, que no son del Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas, también le responden. El problema de Alberto no es enfrentarse con una Vicepresidenta que le disputa poder, porque este no es el caso. No le disputa poder. Sino enfrentarse con una provincia de Buenos Aires que le consume poder.
-¿Cristina Kirchner no le disputa poder a Fernández?
-No. Si hay algo que no quiere Cristina es ser presidenta. Hasta donde se sabe, no hay nadie que argumente o justifique que Cristina quiera echar a Alberto y ser presidenta. Quiere que él lo sea. Es probable también que no busque la reelección de Fernández. Pero quiere que termine bien porque le interesa que otro cercano a ella sea el sucesor.
-El camino natural que debería transitar Máximo Kirchner en los próximos años.
-O Axel Kicillof. Su hijo político o su hijo biológico. El tiempo dirá. Lo que está claro es que a ella no le conviene el fracaso del gobierno de Alberto Fernández. Si fuera por ella, lo apuntalaría. Me da la impresión de que ella apuntala y él se serrucha los pies solo. La fuente no soy yo. Te transmito lo que dicen los peronistas en el Gobierno.
En este momento el peronismo sufre la falta de identidad en el liderazgo y la penuria económica
-Es verdad que hay críticas a la gestión de Fernández desde adentro. Intendentes y gobernadores que ven que el Gabinete no termina de arrancar y la gestión tampoco.
-Los intendentes, no solo de Buenos Aires, cuando necesitan gestiones de vivienda, no le pueden pedir a (María Eugenia) Bielsa porque ella no ejecuta el presupuesto. Le piden a “Wado” De Pedro. Significa que la eficacia en el Gabinete viene del lado del kirchnerismo. No es la ideología. El kirchnerismo en la gestión, no habiéndose distinguido por la eficacia, es más eficaz que el albertismo.
-¿Cree que existe el albertismo?
-No. Alberto lo evitó. Lo amputó antes de nacer.
-¿Por qué lo hizo?
-No estoy seguro de que haya sido un error. Él les prohibía hablar de albertismo a sus seguidores. Les impidió crearlo. La única manera de que Alberto sobreviva sin albertismo es con pilotes que le permitan hacer equilibrio: los gobernadores y Massa. Sin gobernadores y sin Massa, con poder autónomo, Alberto es Cristina. No le queda más remedio que volver derrotado a la casita de los viejos. Pero él es el que evitó crear el albertismo y no permitió el ascenso. No fomentó el reequilibrio a partir de los agentes territoriales del peronismo.
-Retomo su análisis sobre la provincia de Buenos Aires. Usted es un impulsor de la idea de dividirla.
-La provincia está diseñada para que las demás provincias la roben. Hacia afuera. Y está diseñada hacia adentro de tal manera de que los intendentes que son electos, junto con el Gobernador, no tengan poder efectivo. Los intendentes son mendigos del Gobernador, así como los gobernadores son rehenes fiscales del Presidente. Esto perjudica a la dirigencia política. Porque los intendentes no consiguen ser gobernadores, los gobernadores bonaerenses no consiguen ser presidentes y, sin embargo, no hacen nada para cambiar este sistema que les trunca la carrera. El problema de Argentina es que somos todos vivos y el problema de los bonaerenses es que somos todos tontos. Tenemos una provincia que nos perjudica y la dejamos como está, vaya uno a saber por qué.
-Suele decirse que la provincia no pone presidentes. Los gobernadores bonaerenses no son presidentes y los intendentes no llegan a gobernadores.
-El mito más estúpido de la política argentina. Que La Matanza pone presidentes. La Matanza no pone nada. Ni gobernadores ni presidentes. Ni hace felices a sus ciudadanos. La única provincia argentina que puso un presidente una vez fue Córdoba en el 2015. Sin Córdoba, Scioli sería presidente. Los bonaerenses son víctimas. Pero son víctimas cómplices, como dice mi colega Marcelo Moriconi. La víctima cómplice es aquella que contribuye con su propio sufrimiento. Si sacás La Matanza, el resultado electoral es siempre el mismo. Nunca cambió un resultado. Y lo mismo pasa con la provincia. 38% del electorado. Si lo sacás, no te varía ningún resultado nacional.
-Usted afirmó en un artículo que publicó que la provincia de Buenos Aires no pone presidentes pero los puede sacar.
-Si. Porque la provincia, contra lo que piensan todos, carece de poder electoral. Porque los votos están divididos y porque que falta una identidad. No es que los bonaerenses deciden poner un presidente, votan todos a ese candidato y entonces ganan. Porque no existe tal cosa como la identidad bonaerense. Pero están subrepresentados en el Congreso. Cuando hay crisis económica, los bonaerenses lo sufren más.
-¿Por qué?
-Por esto de que tienen menos coparticipación en relación a la población y lo que aportan. Dos tercios de los bonaerenses viven en el 1% del territorio. Es mucho más fácil tomar las calles. Como no podés tomar las urnas, tomás la calle. Y la calle no pone presidentes, saca presidentes. En América Latina los presidentes se ponen en las urnas y se sacan en las calles. Y la provincia de Buenos Aires solo controla las calles.
Si a Macri le critican la falta de autocrítica es porque tienen miedo de que vuelva al Gobierno y haga lo mismo. Cristina Kirchner no hizo mucha autocrítica y les ganó a todos
-En estos 11 meses de gestión hubo marchas y contramarchas, como sucedió también en la gestión de Macri. La última exposición pública sobre Venezuela es un ejemplo. El Presidente desacreditó lo que dijo el embajador ante la OEA y este después modificó su postura. ¿Esos errores no deshilachan la credibilidad del Gobierno y la de Fernández?
-Sí. Las contramarchas son graves. La falta de autoridad es gravísima. ¿Sabés qué te dice un peronista que está gobernando un municipio o una provincia, cuando ve que un embajador vota algo que el Presidente no acepta y el Presidente en vez de echarlo, lo critica en los medios? Te dicen este presidente es radical. No puede haber peor insulto para un peronista.
-¿Le ve algo de presidente radical a Fernández?
-Muchos argentinos se ilusionaban con un gobierno que tuviera la honestidad de los radicales y la eficacia de los peronistas. Y consiguieron lo contrario.
-¿Fernández es la pata pragmática y Cristina la ideologizada?
-Cristina es más pragmática de lo que se cree. Alberto no es pragmático. Porque un pragmático adecua medios a fines y Alberto carece de fines. Es voluble, no es pragmático.
-Hubo temas como Vicentin, la reforma judicial o el traslado de los tres jueces en los que el Gobierno tropezó. No pudo imponer su voluntad. Por un revés judicial o por una negociación fallida con la oposición. ¿Dónde quedó el pragmatismo del peronismo y del Gobierno en esas situaciones?
-Un dogmático es firme en sus creencias. Un pragmático es firme en sus objetivos y adecua los medios para conseguir ese objetivo. Si no tenés objetivos, no sos pragmático. Sos maleable, sos plastilina. ¿Quería o no quería expropiar Vicentin? Cuando da marcha atrás dice “pensé que me iban a aplaudir”. No dijo “pensé que era una buena medida y no lo conseguí”. Estaba buscando el aplauso, no estaba buscando un objetivo de política pública. Eso es lo que el Presidente debería desmentir. Debería demostrar que tiene objetivos de políticas públicas. Hasta ahora eso no se tornó evidente. No queda claro para dónde quiere ir, en qué dirección quiere remar. Si no sabés para donde vas, ningún viento te lleva al puerto.
-Esta semana asesinaron a un policía en el barrio de Palermo y nuevamente volvieron a saltar las diferencias entre Sabina Frederic y Sergio Berni. Esta vez por la utilización de las pistolas Taser. ¿Se puede gestionar la seguridad del territorio más caliente con dos personas que muestran permanentes diferencias?
-Evidentemente, no. Lo interesante acá es que están cruzadas las ideologías. La derecha es el hombre de Cristina y el progresismo es la ministra de Alberto. Esto demuestra que tenemos tres niveles de discusión. Uno es el ideológico, que es el menos relevante. El otro tiene que ver con peronismo o no peronismo. Y acá el peronismo tiene un rango amplio en su interior que va de la extrema derecha a la extrema izquierda. El hecho de tener un gobierno peronista en provincia o Nación no te da ninguna información sobre la orientación ideológica.
-¿Y el tercer nivel?
-La eficacia de las políticas. Tenemos un problema, no solo de ideología o de peronismo o antiperonismo, sino de ineficacia de las políticas. Por un lado está la confusión entre las dos posturas. Por el otro, ninguna de las dos tuvo éxito. Porque no es solo el conflicto político lo que genera confusión en la sociedad, es el fracaso de las políticas. No es que a Berni le va bien y a Frederic le va mal o viceversa. Nadie se puede jactar de buenos resultados. A la confusión se agrega la falta de resultados.
-¿Cómo definiría el momento del peronismo, que estuvo fraccionado en la oposición y volvió al poder con una nivel de unidad muy alto?
-¿Qué es lo que tiene este momento peronista que no tuvieron otros momentos peronistas? Dos cosas. Una es la falta de identidad en el liderazgo. El líder no es el presidente y el presidente no es el líder. La otra es la penuria económica. El peronismo pasó por malos momentos económicos, pero en general se beneficiaba del boom de las commodities o de buenos momentos internacionales. Mientras que el no peronismo tenía que gobernar siempre en los peores períodos de vacas flacas. Hoy el peronismo enfrenta la penuria económica sin el jefe al timón. Las dos cosas al mismo tiempo dan un cóctel que podría ser explosivo. Por ahora es simplemente confuso. Pero América Latina está sentada sobre un polvorín. Así que si esto no cambia puede terminar mal.
Cristina quiere que Alberto termine bien el gobierno porque le interesa que otro cercano a ella sea el sucesor. Su hijo político, Kicillof, o su hijo biológico, Máximo
-¿Existe algún beneficio en que el conductor no sea el líder?
-Si el Presidente tuviera objetivos de políticas, podría negociarla. Podría negociar con la líder territorial del conurbano, que es Cristina, y los líderes territoriales de las provincias, que son los gobernadores. El problema es que no parece haber algo para negociar. No es que el Presidente tiene una agenda y tiene que buscar interlocutores que lo apoyen en esa agenda, y entregar algo en el camino para que se consiga. No tiene agenda. Dijo en una entrevista internacional que no está a favor de los planes. Perfecto. Pero que nos diga el rumbo.
-En la vereda de enfrente, donde está Cambiemos, lo que están buscando es peronismo. Hay tres carriles abiertos de negociación que llevan adelante diferentes dirigentes. Parecería que el peronismo es la respuesta para todos los problemas.
-Puede ser. A nivel dirigencial. El PRO, que por ahora pareciera seguir siendo el que lidera ese espacio, por mérito de Rodríguez Larreta y lo hecho por Macri, es una combinación de tres elementos. Uno es la sociología radical, porque el voto a Cambiemos en el 2015 refleja el mismo mapa del voto a Alfonsín en el ’83 y a De la Rúa en el ’99. Otro es que la dirigencia es peronista. Santilli, Ritondo, Monzó, Frigerio, Salvai, Larreta. Todos vienen del peronismo. Macri coqueteó. No llegó a entrar, pero tenía ciertas afinidades. Y lo tercero. La novedad del PRO es la modernidad de comunicación y tecnología.
-Buscan la ampliación.
-¿Qué es lo que está pasando ahora? Están buscando dirigentes. Pero no es por ahí que van a encontrar el electorado. El electorado que está enfrente sigue siendo mayoritariamente no peronista. O si querés ser menos sutil, antikirchnerista. Y, en algunos casos, gorila, antiperonista. El electorado donde pesca Cambiemos no es peronista. Lo que están buscando son dirigentes, no votos.
-¿Cuál es el electorado donde hoy puede pescar votos Cambiemos?
-El 40% que sacó Macri en la primera vuelta y el puchito que se le puede agregar de lo que se desprendan del 48% desilusionado que votó a Alberto Fernández.
-Y está el voto independiente que suele inclinar la balanza en las elecciones.
-Sí. Hay, contra lo que se piensa, un alto nivel de identificación partidaria en la Argentina. Hay cerca de un 35% de personas que se identifica con el panperonismo. Con algún tipo de peronismo. El peronismo no baja del 38% en las elecciones. Hay alrededor de un 25% que se identifica fuertemente con lo que representó Cambiemos. No es solamente antiperonismo. Es un 60%. Hay un 40% de argentinos que pueden fluctuar. Tienen algunas afinidades, en algunas provincias más que otras, y termina definiendo las elecciones.
-Ese 40% es clave entonces.
-Ese 40% no piensa lo mismo. No es la ancha avenida del medio que quiere votar un único candidato. Tiende más para un lado o para el otro. Por lo tanto lo que se trata es que el panperonismo, el pancambienismo, seduzcan la mayor parte. No es que va a salir un líder de centro. El centro siempre se fragmenta entre los lados. Y los lados son muy fuertes.
En el peronismo el conductor es el que manda y Alberto Fernández prefirió no hacerlo
-¿No le ve futuro al intento de la avenida del medio que han hecho diferentes dirigentes como Sergio Massa, Roberto Lavagna o Juan Manuel Urtubey?
-No. Porque ese 40% que boya en el medio no está armónico. No tiene una identidad común. Lo que tiene en común es que no está identificado ni con el peronismo ni con Cambiemos. Además, el sistema electoral argentino está diseñado de tal manera que favorece a los insiders, a los que están adentro. Por eso los partidos que controlan el proceso electoral son los que siguen permitiendo el ingreso de los políticos que vienen de afuera. Scioli, Palito Ortega y Reutemann no se presentaron por el partido de los corredores automovilísticos o los cantores de Tucumán. Tuvieron que presentarse por un partido establecido. Macri es alguien que consigue quebrar a los partidos establecidos en el conurbano. Pero nada más. Y tiene que aliarse con el radicalismo. Si los partidos no quieren, no jugás.
-¿Rodríguez Larreta se posicionó como el líder de la oposición o todavía le falta?
-Como líder de la oposición, no. Porque ese cargo no existe en el presidencialismo. Él no va a definir que es lo que votan los bloques en el Congreso. Como principal candidato a presidente de la oposición, sin ninguna duda.
-¿Y dónde quedó la figura de Macri?
-Macri piensa que él garantiza la unidad de la oposición. Los moderados de Juntos por el Cambio piensan que Macri representa una facción interna. Importante, pero no la unidad de la oposición. Macri sigue siendo uno de los dirigentes más importantes de la oposición, que genera más rechazo que aceptación. A las minorías intensas de Cambiemos, las energiza. Pero con minorías intensas no se gana una elección.
-Hay un sector dialoguista en Juntos por el Cambio que piensa que a Macri le falta autocrítica sobre su gestión. Que no logró ver con claridad lo mal que se hicieron algunas cosas.
-Sí. Pero eso tiene que ver con qué hacer si vuelven al gobierno. En todo caso no hace falta autocrítica para ganar o perder elecciones. Si le critican eso es porque tienen miedo de que vuelva al Gobierno y haga lo mismo. Pero como valor electoral eso es irrelevante. Cristina no hizo mucha autocrítica y les ganó a todos.
-¿Haber asumido que no ganaba en el 2019, que tenía al peronismo partido y elegir a Alberto Fernández como candidato, no es una autocrítica? Reconoció sus limitaciones.
-Lo podés llamar de esa manera pero no es así necesariamente. Porque también lo podes asumir como una critica al electorado: “Estos tipos no saben lo que es bueno”. Ella hace un diagnóstico y dice “no gano, no me votan”. No es una crítica a sí misma. Es un reconocimiento de limitaciones. Pero eso no es una crítica. Todos podemos reconocer nuestras limitaciones sin pensar que hicimos mal. Al contrario. Ella debe estar bastante satisfecha con lo que hizo. Me la imagino más autoelogiosa que autocrítica.
-Emilio Monzó dijo en una entrevista con Infobae que para que la política nacional pueda avanzar es necesario que Cristina y Macri den un paso al costado. La frase retumbó con fuerza en el mundo político. ¿Cuál es su mirada?
-Los políticos no dan pasos al costado. El que no quiera ver a un político en ese lugar, lo tiene que derrotar. Los pasos al costado son para los libros de cuento.
Hay dos agendas: la de Cristina, que mira hacia el pasado y hacia el futuro, y la de Alberto, que mira hacia el presente y no lo ve
-¿Ármense un partido y ganen las elecciones, como dijo Cristina Kirchner? ¿Sería lo mismo?
-Es exactamente eso. Si vos querés que den un paso al costado, ganales.
-Todas las voces radicales coinciden en que deben aprovechar esta etapa en la oposición para rearmarse y crecer dentro de la coalición. Tener un mejor lugar de cara al 2023. ¿Cómo analiza ese proceso?
-Depende del liderazgo. Un partido o expresión política necesita tres factores: organización, ideas y liderazgo. El radicalismo tiene una gran organización. Tiene el doble de senadores que el PRO, tiene unos 400 intendentes, incluyendo cinco en capitales de provincia, y tiene equipos de gestión en algunas áreas. Tiene algunas ideas. Tiene una fundación Alem, que nunca había tenido. Es una fundación partidaria relativamente nueva, a la europea, que genera proyectos. Le faltaba liderazgo, porque se había hundido en la zona metropolitana. Con Martín Lousteau en la Capital Federal y eventualmente Facundo Manes en el conurbano, recupera lo que le faltaba. Con líderes populares le pelea de igual a igual a cualquiera. Sin líderes populares, las ideas y la organización no te alcanzan.
-El Gobierno se acerca a China y se aleja de Estados Unidos. Toma una posición confusa con Venezuela. Afianza la relación con algunos pocos países de Latinoamérica. ¿Cuál es su mirada con respecto a la política exterior de la gestión de Fernández?
-No me parece claro el mapa que tiene el Presidente en la cabeza. Cuando dice que quedan en América Latina solo dos personas que quieren cambiar el mundo y menciona a Andrés Manuel López Obrador, me da la impresión que no entiende nada de lo que pasa. Ni en México ni en el mundo. Porque si hay algo que López Obrador no tiene en la cabeza es el mundo. Al presidente de México no le importa nada el mundo. Está enfocado en su cuarta transformación y sus únicas relaciones internacionales son con Estados Unidos. El único país al que viajó, para elogiar a su amigo Trump. Si Alberto Fernández no es capaz de leer al líder internacional que le resulta más próximo, no sé en qué condiciones estaría de leer al resto del mundo.
-A través de artículos y charlas usted ha mostrado preocupación sobre el crecimiento del crimen organizado en América Latina. ¿Qué impacto puede tener en Argentina y de qué forma podría suceder?
-De la pandemia vamos a salir con más Estado. Te lo dicen todos. Pero va a ser más Estado respecto al mercado. Yo creo que va a ser menos Estado respecto a los mercados ilegales. De la pandemia saldremos más pobres, más desiguales y con menos capacidad productiva. Y por lo tanto, la necesidad de empleo que habrá, se suplirá por vías informales. Muchas de estas vías informales serán ilegales: narcotráfico, trafico de personas, tráfico de armas, contrabando. Lo que está pasando en Rosario, por ejemplo, es simplemente la constitución de las vías navegables argentinas en una vía de circulación de droga.
-Se refiere al narcomenudeo.
-El narcomenudeo que es consecuencia del narco más grande. La droga circula y alguna se queda ahí en Rosario. Pero porque tiene río y puerto. Y no es el mercado más apetecible. No es que los narcotraficantes piensan en Rosario cuando producen. Piensan en Europa. Argentina, por ahora, sigue teniendo una baja manifestación de ese tipo de problemas, pero alto potencial para que se transforme en problemas mayores. La reducción de capacidad estatal, porque más Estado significa quizás más impuestos y más planes sociales, no más capacidad de controlar la frontera y el territorio. Si vos no controlás las fronteras y el territorio, alguien lo hace.
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