Alberto Fernández ayer habló por teléfono con Carlos Raimundi, embajador argentino ante la Organización de Estados Americanos (OEA), para entender porqué había decidido rechazar de manera unilateral el informe de las Naciones Unidas (ONU) que ratificó el plan sistemático de violaciones a los derechos humanos ejecutado por Nicolás Maduro y sus grupos de tarea.
La conversación fue mínima y sirvió para que el Presidente reiterará su posición sobre Venezuela y el embajador político hiciera su descargo. Alberto Fernández cortó la llamada y creyó entender porqué Raimundi había negado la importancia de la investigación formalizada por la ONU bajó la dirección de Michel Bachelet, ex mandataria de Chile.
El martes pasado, durante un encuentro informativo en la OEA, Raimundi opinó que “Venezuela ha sufrido un fuerte asedio de intervencionismo” por lo que “hay una apreciación sesgada de lo que son las violaciones a los derechos humanos en determinados países”.
Esas afirmaciones del embajador causaron una fuerte crítica en la diplomacia regional, Naciones Unidas, la oposición venezolana, el Departamento de Estado, la Unión Europea, la Cancillería argentina y la oposición local. Y en este contexto, Alberto Fernández decidió llamar a Washington para conocer las razones de Raimundi, tras descalificar su posición unilateral presentada en una reunión organizada bajo el paraguas institucional de la OEA.
El Presidente explicó a Raimundi que la Argentina repudia las violaciones a los derechos humanos cometidos por el régimen populista, que no está de acuerdo con el bloqueo comercial y financiero impuesto por Estados Unidos y que apoya la realización de elecciones libres y transparentes en Venezuela con la participación de todos los sectores en pugna incluido Nicolás Maduro.
El embajador ante la OEA escuchó en silencio a Alberto Fernández hasta que llegó su turno de aclarar porqué había implosionado la posición geopolítica de la Argentina frente a la crisis en Venezuela.
“Te agradezco la explicación, yo no conocía la posición de la Cancillería. (Felipe) Solá no habla conmigo”, argumentó Raimundi al otro lado de la línea.
Alberto Fernández cortó la comunicación y en la intimidad de Olivos cuestionó la idoneidad política de su ministro de Relaciones Exteriores.
La reacción del Presidente fue injustificada. Raimundi no le había contado la verdad.
A mediados de septiembre, Solá redactó un cable con categoría reservado que llegó al despacho del embajador argentino ante la OEA. El cable repite en términos diplomáticos la explicación que hizo Alberto Fernández con su lógica política:
1. Rechazo absoluto a las violaciones de los derechos humanos en Venezuela
2. Crítica al bloque económico y financiero de Venezuela
3. Apoyo al proceso de transición democrática para lograr elecciones libres y transparentes en Venezuela
Infobae tiene una copia del cable reservado frente a la posible desmentida del embajador Raimundi. En su largo texto se pueden leer las palabras “compartimos”, “normalizar” o “agravada”, por si el representante diplomático de origen radical duda de su existencia.
Pero al margen del cable ordenado por Solá, Raimundi recibió instrucciones verbales transmitidas por Pablo Tettamanti -vice canciller- y Guillermo Justo Chaves, jefe de gabinete del ministro de Relaciones Exteriores. Tettamanti y Chaves hablaron por separado con Raimundi e insistieron con la posición formal de la Argentina frente a la crisis social, política y humanitaria que sufre Venezuela.
Las conversaciones de Tettamanti y Chaves sucedieron una semana antes que el embajador en la OEA rasgara la imagen presidencial en América Latina. Pocos estados regionales creen que Alberto Fernández trata de mantener una posición equidistante con Maduro y las opiniones unilaterales de Raimundi han profundizado esa desconfianza política.
Con todo, y si aún cree que no hay evidencias para cuestionar la honestidad del embajador, Alberto Fernández puede confrontar esta información citando a su despacho a Tettamanti y Chaves, que además tienen copia del cable reservado que ayer Raimundi desconoció sin hesitar.
El embajador no tiene manera de probar que desconocía la posición de la Cancillería. Además del cable reservado y de las conversaciones que mantuvo con Tettamanti y Solá, en su gabinete trabajan cuatro altos funcionarios que son expertos en derechos humanos. Y ahora su principal ocupación y preocupación es el informe de la Bachelet que Raimundi rechazó por las suyas.
Alberto Fernández cuenta con una sola decisión para tomar si pretende recuperar su credibilidad como protagonista de la agenda global vinculada a la crisis de Venezuela. El lunes, a la hora del te, sale desde DC un vuelo a Buenos Aires. Tiene dos escalas.
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