Fernanda Miño (46) fue concejala del municipio San Isidro hasta 2019. En febrero asumió como secretaria de Integración Socio Urbana del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, que encabeza la ministra María Eugenia Bielsa. Militante del Frente Patria Grande que tiene como referente a Juan Grabois, Miño forma parte de la constelación de dirigentes territoriales que, desde los barrios más postergados, llegaron por primera vez a un cargo ejecutivo en el Estado.
“Yo soy una privilegiada en mi realidad, porque pude ser consciente de mis derechos y el camino que hice con otros en el barrio, en mi lugar en el mundo. No me quiero ir hasta ver a mi barrio integrado con los servicios garantizados como cualquier otro. Quiero que puedan dormir tranquilos sin tener que escuchar un tiroteo a la vuelta de su casa”, relata a Infobae.
Miño es una de las autoridades de aplicación del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap), un reporte oficial que centraliza la información sobre las villas y asentamientos existentes en todo el país. El relevamiento arrojó sus conclusiones en 2018: casi 4 millones de personas viven en urbanizaciones sin servicios elementales o con acceso deficiente, como la luz o las cloacas. En el 93,% de los casos, los habitantes ya exponían que no tenían acceso a la red de agua potable.
- El Renabap detectó 4.416 barrios populares en todo el país. ¿Habrá una mayor cantidad de este tipo de asentamientos al finalizar la pandemia?
- Si, es una realidad que está pasando. Tenemos que ampliar el registro de la Ley 27.453, que permitía el ingreso de barrios hasta el 2016. Pero la problemática de las ocupaciones se sigue extendiendo ante la imposibilidad de pagar un alquiler. Estas personas tienen que estar protegidas y ser partícipes de un nuevo registro, porque son las que están padeciendo la problemática con más crueldad.
- Sin embargo, hay un fuerte reclamo político y social para que se desalojen las nuevas tomas de tierras, incluso entre funcionarios y dirigentes del Frente de Todos.
- Obviamente tengo diferencias con ellos. A la toma hay que verla como una falta de respuestas y una problemática habitacional. Cierto periodismo tiene una animosidad y despliega su crueldad con la situación: siempre se está poniendo el eje desde el lado más retorcido y señalan que hay gente que las impulsa por negocios. No somos ingenuos, eso existe y puede haber ‘avivadas’. Pero quien demoniza las ocupaciones nunca ha pisado un barrio. Es una mirada sesgada que defiende el derecho de unos pocos y no la vulneración de los derechos de otros tantos, como el derecho a una vivienda digna. Una familia que va una ocupación no la pasa bien ¡Ir a una ocupación es horrible! Nosotros desde el Estado tenemos que tener una mirada más amplia, presente y sensible, y ofrecer a los intendentes soluciones de integración a los en los barrios cercanos. Estamos representando a muchos vecinos que quieren una vida mejor. Desde nuestro lugar podemos llevar un poquito de esperanza a familias que la están pasando muy mal.
Desde la militancia pastoral al Estado
Como el diputado nacional Federico Fagioli, Miño nació y continúa habitando una villa: La Cava. Sus padres llegaron a Buenos Aires en los ochenta desde Chaco, y se asentaron en una tierra fiscal perteneciente a una ladrillera de Obras Sanitarias. Es la quinta hija de nueve hermanos, y desde adolescente trabajó en casas de familia en tareas domésticas, hasta que pudo terminar sus estudios secundarios y recibirse de catequista. A partir de una fuerte inundación en 2013, comenzó a organizarse con los vecinos. Con el tiempo, saltó del trabajo territorial en la pastoral de la Iglesia a la militancia en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Ahí fue cuando conoció a Grabois. Más tarde, se constituyó como referente de la Mesa Nacional de Barrios Populares.
La secretaria del Ministerio de Hábitat recorrió esta semana el inicio de la urbanización en algunos barrios contabilizados en el Renabap. Esta etapa incluye 20 vecindarios pertenecientes a Moreno y Lomas de Zamora, junto a localidades de Río Negro, Entre Ríos y Santa Fe. Se trata de pequeñas obras con cuadrillas para que las viviendas puedan contar con conexiones intradomiciliarias con agua, cloacas y electricidad, entre otros servicios comunitarios. Los fondos de estas obras provienen del Impuesto País, que se recauda a través de la compra de dólares para ahorro y el consumo de bienes en el exterior.
Los ejidos urbanos sobre los que trabaja Miño se generaron durante antiguas oleadas vecinales al calor de los recurrentes shocks económicos del país. Un fenómeno que está latente y vuelve a repetirse ante la emergencia del coronavirus. “Muchos están asustados por la violencia en sus casas y en el barrio. O por el hacinamiento. Eso hace difícil que tengan ganas de quedarse, sobre todo cuando no es tu casa. La ocupación siempre es una salida a tanto dolor, sufrimiento y falta de oportunidades”, sostiene.
- De acuerdo a tu experiencia reciente como funcionaria, ¿cuál es la tarea más difícil para integrar y urbanizar un barrio?
- Lo que más reniego es la burocracia propia de las estructuras. Me cuesta entender esos trámites largos de ida y vuelta, hasta que salga un programa o desembolso. Tengo internalizado que las necesidades son urgentes, y cuando se llega al Estado cree que todo el mundo lo entiende, y al final una se da cuenta que no es así. Entonces hay que empezar a hacer un trabajo muy finito de concientización y mostrar que, lo que tarda dos meses, se puede hacer en 20 días. A veces es falta voluntad o sensibilidad que no permiten que las cosas lleguen en tiempo y forma. Queremos cambiar y transformar esta la lógica.
- ¿La convocaron para intervenir en la toma de Guernica?
- La toma no es nuestra área, pero estuvimos hablando con Ruben Pascolini (subsecretario de Hábitat) y el (ministro de Desarrollo a la Comunidad bonaerense, Andrés) “Cuervo” Larroque viendo posibilidades. A la intendenta de Presidente Perón, Blanca Cantero le ofrecí trabajar con nuestros programas en los barrios populares de Numancia y San Martín, que ya están asentados. Es algo que permitiría descomprimir con herramientas como el loteo, el acceso a servicios básicos, la apertura de calles, o verificar situaciones de hacinamiento. Sin una planificación, y si corremos detrás de las tomas, no vamos a terminar más. Hay que trabajar en común y encontrar una solución pacífica.
- Juan Grabois plantea que, para urbanizar, serán necesarias algunas expropiaciones de terrenos. ¿Van a ser necesarias?
- La Ley 27.453 plantea la posibilidad de expropiación, no solo lo dice Grabois. La expropiación tampoco es la única figura que hay, existen las expropiaciones administrativas, que es algo que venimos trabajando en conjunto con Agencia de Administración Bienes del Estado (AABE). Estamos llevando una política que nunca se ha planteado desde ese lugar, porque primero se apuntaba a resolver la situación de la tierra y luego, una vez con el título y certificado sobre el suelo, ver los servicios en las viviendas. Nosotros planteamos que se tiene que resolver paralelamente, los vecinos no pueden esperar a tener agua potable.
- En San Isidro conviven zonas de alto poder adquisitivo con barrios como el suyo, La Cava. Desde su experiencia, ¿Cómo se resuelve la tensión con los vecinos que rechazan las ocupaciones?
- Hace unos años hemos decidido crear un espacio social en Escobar y La Cava. Esto tuvo mucho interés de los vecinos de San Isidro, se acercaban a colaborar con tres o cuatro horas de su vida para dar un curso o un taller, o brindar apoyo escolar. Siempre hay alguna persona con una mirada discriminadora. Se le suele dar un micrófono a gente que está muy enojada con la realidad, y cuando uno los ve son vidas que tienen todo, creo que hay que tener un poco de solidaridad. Esto me lo han enseñado incluso los voluntarios que vienen a los merenderos, muchos me dicen: “Yo tengo todo en la vida, me pagaron los estudios y todos los servicios. ¿Cómo no voy a ser agradecido y no voy a venir a ayudar?”
- ¿Hay algún indicador objetivo deseable a alcanzar en su gestión? ¿Cuál sería una respuesta satisfactoria al déficit habitacional?
- Sabemos que hay un déficit enorme y no solamente en los barrios populares. A las familias que están pagando alquileres y no pueden hacerlo por la situación económica hay que darles una respuesta. Estamos en la búsqueda de terrenos fiscales, es algo urgente. Queremos urbanizar 400 barrios por año, es una meta ambiciosa que es compartida por el ministro Daniel Arroyo, y tiene que estar acompañada con el loteo y los servicios. Al final este número puede ser escaso, porque el problema se magnificó con la pandemia.
- La oposición suele responsabilizar al peronismo como causante de la pobreza y el atraso económico, sobre todo en el Conurbano bonaerense. A su criterio, ¿cuáles son los factores que explican la existencia de tantos barrios populares?
- Nadie de la oposición se va a hacer cargo de las cosas que hicieron mal, no quiero perder el tiempo en eso. Los barrios populares son una consecuencia de las políticas neoliberales y los cimbronazos económicos que dejan al costado del camino a mucha gente. Los años de crecimiento con Néstor y Cristina permitieron reconstruir algo con mucho esfuerzo, y después vinieron cuatro años que tiraron por tierra mucho trabajo, eso cuesta años volver a ponerlo en pie. En mi área hay sectores académicos y arquitectos que miran el problema desde una mirada profesional. Nosotros trabajamos con ellos, pero se pierde la mirada de lo cotidiano en los barrios populares, y eso lleva a equivocarse en la gestión. Nosotros tenemos la certeza que llevamos una política distinta, más efectiva y más urgente.
- ¿Va a seguir viviendo en La Cava?
- Yo estoy muy enamorada de mi barrio. Forma parte de mi militancia y de mi familia trabajar en el comedor. Con la pandemia empezamos a repartir viandas. Hay días que son más complicados y se pone muy violento. Es la ley del barrio: no solo hay relaciones humanas y esas cosas buenas que tiene el vivir tan juntos, como saber si alguien necesita algo, sino también cuando pasa algo malo. Ahí empieza la necesidad de muchos del “quiero irme”. Las organizaciones sociales tenemos estamos a cargo de muchas cosas, hasta ponerle un freno a los chicos que perdemos en el camino de la droga y por la pandemia no podes abrazarlos, ni reunirte. Pero es así, se vive.
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