Con dedicación, el cardenal Mario Poli y el director General de Entidades y Cultos de la Ciudad de Buenos Aires, Federico Pugliese, elaboraron un estricto protocolo para que -después de seis meses- puedan volver las celebraciones a iglesias, parroquias y templos religiosos de la Ciudad de Buenos Aires. El fin de semana, el Arzobispado de Buenos Aires tradujo ese protocolo para que sea comprensible entre los responsables de impartir misas y otros ritos en el culto católico y, ya por la tarde, empezó a llegar a los correos electrónicos de los párrocos, quienes empezaron a organizar lo que venía: una semana esperada para empezar a recibir a la feligresía.
Pero este lunes por la mañana un temor cundió entre quienes necesitan practicar su religión: ¿Qué pasa si Jefatura de Gabinete de Ministros no confirma a través de la resolución administrativa que le corresponde lo que anunció el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, como ya sucedió en otros casos? De hecho, hasta hoy al mediodía no se oficializó el texto y nadie en el despacho de Santiago Cafiero supo confirmar qué sucederá. En la Ciudad de Buenos Aires, bueno es decirlo, no creen que haya problemas. “En otras oportunidades no fue inmediato, tampoco”, aseguraron.
Hasta ahora, solo está permitido asistir a iglesias y templos a rezar. Y cuando hubo celebraciones fue bajo el sistema virtual. Hasta la celebración de San Cayetano se hizo a través de los canales digitales de la Iglesia Católica con una misa que se realizó a las 11 por videoconferencia a la que solo pudieron entrar los asistentes ael cardenal Poli y unos pocos periodistas.
A partir del anuncio de Rodríguez Larrea, las celebraciones litúrgicas quedaron habilitadas con un máximo de 20 asistentes “siempre que se cumpla con una ocupación de una persona cada 15 metros cuadrados en templos y/o establecimientos destinados a actividades religiosas”. Las personas deberán permanecer con tapabocas y no podrán tocar imágenes ni cualquier otro objeto. Y se especifica que en el templo “solo podrán permanecer el ministro, una persona de limpieza y una persona en la entrada para controlar la cantidad de fieles, tanto en las celebraciones como en el rezo individual”.
También se especificó que “solo podrán habilitarse aquellos templos que cuenten con ventanas que permitan la circulación de aire, que deberán permanecer abiertas durante la celebración”. Por otro lado, fue autorizada la asistencia espiritual individual, aunque con turno, siempre en un espacio amplio con ventanas, que permita la distancia mínima de 1,5 metro entre el ministro y el fiel, evitando salas pequeñas y despachos.
El Arzobispado de Buenos Aires expresó en un comunicado que difundió ayer que participaron de reuniones periódicas con referentes de otros cultos, judíos, musulmanes, evangélicos y otros, “siempre con el horizonte de disponer la vuelta al culto público y comunitario, pero el recimiento de los infectados y los muertes a causa del Covid-19, hizo que la decisión se tuviera que diferir”.
Tras la habilitación de la práctica religiosa en la Ciudad, el Arzobispado distribuyó el protocolo acordado y dispuso que “para cada celebración se realice un servicio de anotación previa para ordenar la participación sin aglomeración de personas en la puerta”, además de multiplicar “las celebraciones de la eucaristía” para que más fieles puedan participar, recomendando que las parroquias que cuenten con más de un sacerdote puedan hacer celebraciones simultáneas en varios espacios, “siempre y cuando se acceda por puertas diferentes o sean edificios distintos”.
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