Bastó que fuera desafiado por el poder para que Horacio Rodríguez Larreta se decidiera a salir de su zona de confort y empezar a invertir tiempo en reuniones con dirigentes políticos a los que, usualmente, rehuía. Centrado en la gestión, el Jefe de Gobierno porteño evitó los encuentros para hablar -simplemente- de política. Formateado bajo la construcción clásica del PRO, que definitivamente lleva su impronta, la política siempre fue vista por él “algo en lo que pierden tiempo los que son del siglo XX”, pensando -quizás- en las interminables comidas en la casa de su padre, por donde pasaron referentes de todas las líneas ideológicas existentes.
Horacio Rodríguez Larreta, fundador y militante del MID que acompañó a Arturo Frondizi, industrial e industrialista en tantas cosas que pueden decirse de él, cultor de la amistad, podía pasar horas conversando con personas de las más diversas procedencias ideológicas solo por el placer de descubrir algo sorprendente, que lo llevara a conocer mundos nuevos. Nada más alejado a la vida de su hijo, que seguramente consideraba esas tertulias en su casa como una verdadera pérdida de tiempo.
Eficiente organizador del tiempo y exigente en el manejo de su agenda, el jefe de Gobierno suele decir que “no le gusta la política”, sino las cosas concretas. Resolver, en lugar de pensar. Planificar y ejecutar, en lugar de procrastinar sobre la recurrencia de los males argentinos a lo largo de la historia. Su particular talento y obstinación por llegar a la Presidencia de la Nación bajo un camino distinto es lo que le llamó la atención de Alberto Fernández, genuinamente agradecido al comienzo de la pandemia por la manera en la que lo ayudó a entender la información que iba a necesitar para organizarse en función de lo que se venía.
Ese vínculo, se sabe, terminó para siempre. Rodríguez Larreta quedó golpeado con el destrato que le propinó el Presidente, quien inesperadamente rompió los códigos. Funcionarios del Gobierno porteño reconocen que no lo esperaba y lo padeció en términos personales, pero que en pocas horas ya estaba en carrera de nuevo. “Era lo que necesitaba para salir a la cancha”, le dijeron a Infobae.
Y mientras organizaba la nueva fase de la cuarentena en la Ciudad, preparó la nueva agenda política desde Uspallata. Recibió el lunes a Diego Guelar, ex embajador de Cambiemos en China siempre ilusionado de alcanzar alguna vez la Cancillería, dirigente intenso que no evitó los consejos sobre que hacer para superar la pretensión hegemónica de un peronismo que -en su visión- está “game over”. Se supo, también, que ese mismo lunes, en otro encuentro, se vio con el ex embajador en Perú, Jorge Yoma.
El miércoles continuó la saga. Fue el turno de Miguel Ángel Pichetto, el ex candidato a Vicepresidente de Juntos por el Cambio, quizás uno de los pocos dirigentes destacados del PRO que mantiene buena relación con Mauricio Macri. Viejo zorro de mar, político de estirpe tradicional y profundo conocedor de los más ocultos intersticios del poder, seguramente hará sus aportes para que Rodríguez Larreta llegue con más eficiencia a despachos judiciales ineludibles cuando el Gobierno porteño decidió judicializar lo que no pudo obtener por vía del diálogo.
Sin eufemismos, cerca de Rodríguez Larreta aseguran que Pichetto lo alertó: “Te van a querer cagar, no des vueltas, date cuenta con quién te enfrentás, no inventés lo que no hay, Horacio". Cuentan que el actual auditor le garantizó ayuda y hasta le aseguró que “mucho peronistas van a darte una mano también, porque ven que podés llegar”. Y se quejó porque “hay gente del espacio que quiere tirar por la ventana a Macri, lo que no tiene ningún sentido, cuando es alguien que todavía puede ser (presidente) y siempre puede ayudar”.
El jueves fue el turno del ex ministro de Gobierno bonaerense Joaquín de la Torre y el actual intendente de San Miguel, Jaime Méndez. Se trató de otra reunión importante porque Rodríguez Larreta tampoco quería empezar a involucrarse tan temprano con los vericuetos de la Provincia. Le alcanza con lo que le cuentan Diego Valenzuela, Néstor Grindetti e incluso Jorge Macri, con quienes tiene relación permanente. Pero el panorama cambió y quiere escuchar las campanas más diversas, incluso las lo que lo critican. Porque -dicen- tampoco transcurrió con elogios el encuentro con De la Torre, que le recriminó algunas actitudes.
Pero la reunión terminó saliendo muy bien, tanto que desde San Miguel llegó la información de que Rodríguez Larreta se aprestaba esta semana que se inicia a mantener encuentros con otros intendentes del interior del país, por Zoom y también algún encuentro presencial del que nadie quiso hablar todavía.
“Hasta va a tener un encuentro virtual con jóvenes mendocinos, pensando claramente en una agenda nacional que estaba empezando a organizar pero con total parsimonia. Los tiempos se aceleraron y aceptó que si siempre le rehuyó al conflicto, ahora tiene que aceptarlo como parte del desafío, empezar a hacer amigos y política en el interior y comprender que la política no es un trabajo, sino un modo de vida”, expresó un ex funcionario de Juntos por el Cambio.
Semejante panorama obliga a Rodríguez Larreta a definir cuestiones que le resultaban ajenas. ¿Quién va a ser su armador en el país, además de Álvaro González, que tiene una responsabilidad importante en la Cámara de Diputados? “Todo indicaría que tendrá una mesa de diez, con distintos roles y funciones como corresponde al mundo PRO, aunque es previsible que haya un coordinador, que podría ser Diego Santilli”, explicó un dirigente.
También trascendió que, en principio, hay algunas decisiones que el Jefe de Gobierno ya tendría conversadas. Por ejemplo, que Patricia Bullrich encabece la lista a diputados nacionales por la Capital en Juntos por el Cambio, en tanto María Eugenia Vidal haga lo propio en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. La expectativa sería, en ese caso, que la ex gobernador bonaerense retome la agenda netamente porteña y Bullrich haga lo propio a escala nacional. Santilli, finalmente, sería el candidato a primer diputado nacional de Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires.
¿Será así? ¿Martín Lousteau no tendrá nada que decir en la Ciudad? ¿O pretenderá competir por el primer puesto con Rodríguez Larreta? ¿Y Mauricio Macri? ¿No tiene intenciones de repetir? Porque sus amigos insisten en que los segundos gobiernos fueron mejores en Boca Juniors y también en la Ciudad. Para eso, ¿no tendría que ser candidato en las elecciones de medio término? ¿Qué pasará con Emilio Monzó en el 2021? Macri en cada reunión que tiene dice que es “un traidor”. ¿Y con Jorge Macri? ¿Aceptará que Santilli lo corra de su aspiración histórica de pelear por la Provincia?
Son cuestiones que tienen una sola manera de resolverse: haciendo política. Acostumbrados a tener empleados, no siempre es sencillo para los hombres y mujeres del PRO cuando solo conocían de victorias, que la política necesita tiempos, confianza, empatía, vínculos. Los fracasos enseñan más que los triunfos, eso lo dice cualquier manual de autoayuda. No se sabe si están leyendo alguno ni tampoco si se lo habrán aprendido. Todos coinciden, sin embargo, que a Rodríguez Larreta se lo ve distinto. Habrá que ver cómo lo transforma que el poder lo haya elegido de enemigo.
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