A solas, una vez que Axel Kicillof abandonó la reunión y después de acordar la continuidad de las medidas destinadas a combatir la crisis sanitaria, Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta quedaron cara a cara. Sin testigos. Los colaboradores de ambos dijeron después que el encuentro había sido “respetuoso”. Y que el jefe de Gobierno aprovechó esos minutos de soledad para avisarle que a primera hora de este viernes entraría en la Corte Suprema la cautelar y el reclamo de inconstitucionalidad por el decreto de hace una semana en el que el Gobierno recortó en 1,18% la coparticipación de la Ciudad. Dos minutos antes de ese anuncio, Fernández le había avisado en un mensaje de la decisión que estaba a punto de celebrar. Rodríguez Larreta nunca le contestó el WhatsApp. No habían vuelto a hablar hasta anoche.
Es la primera vez, después de seis meses de inicio de la cuarentena, que el Presidente y el jefe de Gobierno se reúnen para consensuar la extensión del aislamiento en un clima de tanta tensión y con temas sobre la mesa mucho más relevantes que el coronavirus. Alberto Fernández lo recibió en Olivos una semana después de anunciar de forma unilateral la poda de parte de los recursos que la Ciudad recibe del Estado nacional y un par de horas más tarde de enviar al Senado un proyecto de ley para discutir los fondos del traspaso de la Policía, que en la Casa Rosada juran que son muchos menos que los que definió Mauricio Macri, también por decreto, al inicio de su gestión.
Rodríguez Larreta llegó a la quinta presidencial con el escrito de más de 130 páginas que sus asesores judiciales escribieron durante la última semana listo para presentar esta mañana en la Corte. Y con el que pretende frenar la quita de recursos, a un promedio de $150 millones diarios, que empezó a aplicarse desde el jueves pasado. Ya le avisaron que es muy difícil que los jueces avalen el reclamo: aspira entonces a un veredicto favorable en la cuestión de fondo por lo que considera una decisión “arbitraria”.
“¿Cómo me voy a enojar con el mensajero?", le respondió Rodríguez Larreta a Eduardo “Wado” de Pedro un rato antes de la decisión presidencial de la semana pasada cuando el ministro lo llamó para avisarle del contenido del anuncio, y antes del mensaje sin respuesta que le envió Fernández.
A la mañana siguiente, el jefe de Estado le preguntó por teléfono a Diego Kravetz, mano derecha de Néstor Grindetti, si era cierto que el intendente no estaba al tanto de la medida tomada por el Gobierno con la excusa de la revuelta policial y el evidente retraso financiero que sufre la provincia de Buenos Aires. Fernández se disculpó entonces con el jefe comunal de Lanús y con los otros tres intendentes del PRO del Gran Buenos Aires que se fueron de Olivos furiosos.
Pero hasta ayer no había vuelto a cruzar palabra con el jefe de Gobierno. “Todo tenso”, explicaron anoche después de la reunión a solas. En la previa, desde el Gobierno se encargaron de ventilar las cifras del aumento de fondos que la Ciudad recibió a partir del 2016 por parte de Macri con el traspaso de la seguridad.
“Solo pedimos que devuelva lo que se llevó de más”, resaltaron desde Olivos en un salón contiguo a la oficina de Jefatura mientras el Presidente y el jefe de Gobierno buscaban apaciguar los ánimos. “Toda mi vida elegí el camino del diálogo y más en este contexto angustiante que estamos viviendo. Por encima de las diferencias que expresé la semana pasada, siempre voy a estar dispuesto a trabajar de manera coordinada para cuidar la vida de los argentinos”, ordenó escribir luego el alcalde en su Twitter junto a una foto en compañía del mandatario y del gobernador bonaerense.
El Presidente hizo lo propio en sus redes sociales, más tarde: “Hemos trabajado juntos por los argentinos, con coincidencias y con diferencias, y así lo seguiremos haciendo”.
A Rodríguez Larreta lo invade una sensación extraña. Los drásticos recortes en la coparticipación impactan de lleno en las finanzas de la Ciudad y archivan algunos de los planes de gestión en carpeta en los que el jefe de Gobierno pretendía avanzar para publicitar su proyecto presidencial.
Pero las encuestas que desmenuzó esta semana le sacaron una sonrisa. Según su entorno, encabeza la mayoría de ellas y el nivel de conocimiento entre la población está mucho más arriba de lo que hubiera imaginado a esta altura de la gestión.
“Cuando el enemigo se equivoca no hay que hacer nada”, subrayó en privado días atrás en una adaptación de una de las célebres frases de Napoleón.
En las últimas semanas, el jefe de Gobierno, que suele callar más de lo que habla, se sinceró más que de costumbre. Algunos de los visitantes que lo frecuentaron en estos días lo notaron mucho más duro en su mirada sobre el Gobierno. Y sobre el Presidente, a quien apenas conocía antes de decidir que la gestión de la crisis sanitaria debía ser compartida.
“(Alberto) No tiene el control del Gobierno", resaltó en la semana en alusión a la centralidad de Cristina Kirchner en el Frente de Todos. Pero más allá del vínculo roto, el jefe de Gobierno sabe que si la crisis política se agudiza puede arrastrar a todos. De eso habla cada vez más seguido con Alfredo Cornejo, Mario Negri y Elisa Carrió. Y con Macri, con el que conversa más de lo que reflejan los medios.
A diferencia del Frente de Todos, que busca quebrar al frente opositor, Rodríguez Larreta trabaja en apuntalar su proyecto presidencial con todos adentro. Ayer a la tarde, en un encuentro virtual con el bloque de diputados del PRO, antes de su visita a Olivos, celebró que, más allá de las diferencias entre halcones y palomas, Juntos por el Cambio todavía se mueve en bloque: “Es la primera vez que el PJ en el Gobierno no puede romper a la oposición”.
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