Alberto Fernández enterró su estrategia política de convivencia pacífica con Horacio Rodríguez Larreta y asumió con creces la táctica bélica de Cristina Fernández de Kirchner frente al jefe de Gobierno porteño. El Presidente consideraba a Rodríguez Larreta un aliado en una coyuntura social atravesada por la pandemia, mientras que la vicepresidente sostenía que solo era una versión “mas inteligente” de Mauricio Macri. CFK ganó la pulseada interna y desde la Casa Rosada se enviará al Senado una ley que reduce al mínimo la coparticipación asignada a la Ciudad de Buenos Aires.
Mauricio Macri estableció la coparticipación porteña en 3,75 por ciento, después la redujo al 3,50 por reclamo político de los gobernadores peronistas. En los 3,50 de coparticipación, estaban incluidos los 0,92 destinados a financiar los gastos de la Policía Federal que se trasladaba a la Ciudad de Buenos Aires.
Alberto Fernández consideró que esos 3,50 de coparticipación porteña eran excesivos y a través de un decreto simple ejecutó una quita unilateral que dejó ese porcentaje en 2,32. Rodríguez Larreta se enteró de la poda unos minutos antes del anuncio oficial, y calificó esa decisión como una “traición”.
La decisión unilateral de Alberto Fernández, empujada en bambalinas por Cristina Fernández, rompió el diálogo político con Rodríguez Larreta, que además se presentará en la Corte Suprema para exigir que se frene la poda por inconstitucional. El Presidente sabe de la ira y desazón que tiene el jefe de Gobierno porteño, pero no le importó: va por más a través de un proyecto de ley que enviará al Senado en las próximas horas.
La Casa Rosada pretende que la coparticipación porteña quede en 1,40. Ahora está en 2,32 por ciento, que incluye el 0,92 asignado para financiar el traslado de la Policía Federal a la Ciudad de Buenos Aires. Esa fuerza de seguridad ya está trasladada con dos actos legales ejecutados por el Poder Ejecutivo y la Legislatura porteña, pero aún está pendiente la ley nacional para cerrar el círculo normativo.
Alberto Fernández envía su proyecto al Senado para completar la formalidad de ese círculo legal, y en el mismo movimiento corta la coparticipación de 2,32 a 1,40 por ciento. El Presidente considera que esos fondos tienen una naturaleza jurídica diferente, y por lo tanto ese 0,92 de la Policía Federal debe excluirse de la coparticipación porteña e incluirse en las cuentas generales del Presupuesto Nacional.
Es decir: antes de la presión de CFK contra Rodríguez Larreta, la coparticipación porteña era de 3,50 por ciento. Y el año que viene, después de sancionarse la ley que traslada la Policía Federal a la Ciudad de Buenos Aires, la coparticipación porteña quedará en 1,40 por ciento.
El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, tiene previsto enviar hoy la iniciativa a la Cámara alta, para su rápido tratamiento en las comisiones parlamentarias y el recinto de sesiones. Alberto Fernández pretende promulgar el traspaso antes de fin de año. De esa manera, sumaría casi un punto más de coparticipación federal para distribuir entre las provincias oficialistas –como ya hizo con Buenos Aires–, y llevaría a la mínima expresión el porcentaje que le quedará a la Ciudad de Buenos Aires.
Rodríguez Larreta no está enterado de las intenciones del Gobierno y aún aguarda su convocatoria a Olivos para establecer la nueva agenda de cuarentena junto a Alberto Fernández y Axel Kicillof, el gobernador bonaerense. No tiene ganas de ir a la quinta presidencial, pero entiende que tiene que tragarse ese sapo frente a la crisis social y económica que causó el COVID-19.
Antes de ajustar los anuncios oficiales sobre la pandemia, Rodríguez Larreta prevé un encuentro con Alberto Fernández. Se siente traicionado y ya no confía en su palabra. Pretende decirlo a solas, y cara a cara.
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