Con apenas 24 horas de diferencia, el gobierno nacional cambió su discurso sobre las presuntas negociaciones entabladas con la Ciudad de Buenos Aires antes de recortarle más de un punto de coparticipación.
Ayer el presidente Alberto Fernández dijo que el tema había sido “muy hablado” con la administración de Horacio Rodríguez Larreta. Este viernes, en diálogo con Luis Novaresio en radio La Red, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, reconoció que el tema no se discutió.
“En los últimos tiempos hace mucho que no hablábamos de este tema, es real”, señaló. Y argumentó: “Esta fue una medida unilateral, acá no había una negociación, lo que hicimos fue impartir justicia”.
El presidente Alberto Fernández decidió quitarle por decreto 1,18 puntos de coparticipación que recibía a diario la Ciudad para asignárselos a la provincia de Buenos Aires y solucionar así la revuelta policial originada en reclamo de mejoras salariales.
Cafiero dijo que la decisión tuvo otro espíritu: dar marcha atrás con otro decreto dictado durante la gestión de Mauricio Macri que había aumentado en forma excesiva los recursos coparticipables que recibe la Capital Federal. Esa norma fue firmada el 19 de enero de 2016 y provocó una fuerte reacción del kirchnerismo.
Para el gobierno porteño estos argumentos no son válidos. Por ese motivo, irá a la Corte Suprema a pedir la inconstitucionalidad del decreto firmado por Fernández. Además, pidió una medida cautelar para que cesen los descuentos que comenzaron ayer mismo: después de la publicación en el Boletín Oficial, recibió unos $300 millones de un promedio de $450 millones que goteaban a diario.
Pese a la batalla judicial y política que decidió librar el gobierno nacional, Cafiero confía en que continuarán abiertas las mesas de diálogo para coordinar otro tipo de políticas públicas. La semana que viene se pondrá a prueba esta sentencia: finaliza una nueva fase de la cuarentena y el jefe de Estado debería convocar a Rodríguez Larreta y a Axel Kicillof para definir las nuevas características del aislamiento.
La última vez que las tres administraciones tuvieron que discutir sobre las políticas sanitarias frente al coronavirus, hubo un clima espeso en el aire; quizás en un anticipo involuntario de lo que estaba por suceder.