El domingo por la tarde el intendente Miguel Lunghi decidió dormir la siesta después de haber conseguido por Zoom el compromiso de cerca de 100 representantes de instituciones de su ciudad, Tandil, para correrse del sistema de fases regenteado por el gobierno de Axel Kicillof que ordena qué se puede y qué no durante la cuarentena.
Ese municipio bonaerense de 150 mil habitantes había decidido abandonar desde el lunes la escala de 1 a 5 usada hasta ahora y pasar a implementar un “semáforo” propio, con una mirada plenamente local que contemplará entre otros factores el funcionamiento del sistema de salud, la gravedad de los casos de Covid, el porcentaje de ocupación de camas de terapia, la situación del personal médico, y si bien no se dijo, hasta una mirada del pulso social y económico.
Cerca de las 3 y media de la tarde, el sonido de los mensajes de Whatsaap de su teléfono personal que empezaron a caer uno tras otro marcó la interrupción del descanso previsto por el intendente radical. Parte de su equipo de gobierno más cercano le estaba mensajeando que la ministro de Gobierno provincial, Teresa García, había hecho declaraciones cuestionándolo por “irresponsable”.
“Como soy respetuoso de los tiempos y el descanso de todos, iba a llamar a las 18 al Jefe de Gabinete de la provincia, Carlos Bianco, para anticiparle nuestra determinación antes que a los medios. Pero lo hice a las 16:30 cuando me contaron las declaraciones muy enérgicas de García. Él ya estaba enterado de lo que decidimos y la verdad no fue una conversación muy afectuosa. Hubo una charla no buena que no terminó bien. No había intención de diálogo. No pude explicarle mucho, se fue cortando entre los dos, no era una charla fluida”, confesó Lunghi al recrear esa comunicación.
Si bien eligió decir sobre los términos de esa conversación que “hay cosas que uno se guarda por el bien de todos” el propio Bianco lo contó públicamente casi en simultáneo, y visiblemente enojado por el brote “independentista” de Tandil: “¿Se enteró intendente que estamos en medio de una pandemia”?
“A lo mejor el Jefe de Gabinete estaba medio dormido, no sé. No tengo ni inconveniente ni rencor y voy a seguir hablando con él. Si no le gustó, seguiremos hablando, al igual que con la ministra”, agregó sobre la reacción del funcionario bonaerense Lunghi, en la conferencia de prensa que dio en la mañana del lunes con los medios de Tandil, su único contacto periodístico desde la determinación.
Pero más allá de ese nuevo contrapunto político que el gobierno local decidió no engordar –pese a los 156 pedidos de entrevistas que el equipo de Prensa rechazó de medios de comunicación de todo el país—, atrás del cambio de sistema lanzado el lunes hubo otra historia que circuló por las calles de Tandil en las últimas semanas, en medio de la vieja Fase 4, o Fase 4 “plus” que regía.
Si bien la cuarentena en Tandil se cumplió socialmente en buena medida desde el día 1, -con las mismas medidas básicas que en todo el país-, comenzó a hacer ruido una disputa interna: gimnasios vs. cervecerías.
El Municipio le había pedido sin suerte en reiteradas oportunidades a la provincia que, aún en fase 4, permitiera el funcionamiento de los cerca de 80 gimnasios, uno de los sectores más castigados por la falta de movimiento conjuntamente con alojamientos y actividades turísticas con visitantes de todo el país, peloteros o guarderías, por ejemplo.
Y los dueños y usuarios de los gimnasios comenzaron a manifestar públicamente su malestar e incluso se rebelaron y el martes pasado decidieron abrir sus puertas, aún sin permiso de la provincia. “¿Cómo puede ser que la gente se pueda juntar en una cervecería o en un supermercado y no pase nada y a nosotros, que cumplimos con todas las normas, nos tienen sin abrir desde hace meses?”, reclamaron con un pronunciamiento público. En Tandil, además, miles de personas diariamente se vuelcan a sus paseos, caminos rurales o senderos en las sierras para correr, caminar o andar en bicicleta, en una coreografía de actividad física que, cuando estaba permitido el turismo, no dejaba de sorprender a los foráneos.
Ese martes llegó, la mayoría de los gimnasios abrieron y el municipio pese al incumplimiento claro de la norma provincial decidió el lento camino sancionatorio de visita al lugar, notificación, plazo para regularizar la situación y finalmente una eventual clausura. Pero no se llegó a ese punto. De todas formas, el sonido de una posible desobediencia civil ya había empezado a sonar por las calles empedradas.
“Se le había pedido a la Provincia que reconsiderara algunas situaciones como esta, que nos parecía que desde el territorio se podía trabajar, con el control y el cumplimiento de los protocolos. Pero no hubo ninguna respuesta y quedó demostrado que no había demasiado interés en ese tema”, contó el jefe de Gabinete Oscar Teruggi.
Sobre el mismo tema, Lunghi dijo: “Eso era anarquía en la provincia, no de Tandil. Hay más de 15 ciudades de fase 4 que tienen abiertos gimnasios y natatorios, pero lo hacen sin informar, haciendo la vista gorda, que no es lo que nosotros queríamos hacer, sino trabajar con transparencia y previsibilidad”.
Ese fue un ejemplo claro del punto que justificó la decisión de armar el ahora famoso semáforo “de la independencia” y que provocó que las memes circularan por las redes sociales de los tandilenses más rápido que los clásicos quesos y salames. Sumado al malestar con “las decisiones que se toman a 350 kilómetros de distancia con el mismo criterio que en el conurbano, con realidades completamente distintas”.
Lunghi, según confiaron de su entorno se cansó, además, de tener que actuar “como policía” con cosas que no consideraba “equitativas”. “Por qué pueden ir 80 personas a Carrefour y no 5 a un gimnasio, perfectamente cuidados”, protestó.
Fue así como tras reuniones con su círculo íntimo de gestión, Lunghi comenzó a pensar en un sistema autónomo, en el que las medidas de control sean adaptables al territorio desde una “mirada local” y apelando fuertemente a la “libertad responsable” y el “control ciudadano”. Se juntó y escuchó a las autoridades sanitarias y decidió buscar el acompañamiento de la mayoría de las fuerzas vivas de la ciudad, -la oposición del Frente de Todos se quejó porque nunca fueron convocados- fundamentalmente para que en caso de tener que decidir cerrar comercios o actividades, nadie patalee y cumpla.
La Cámara Empresaria local, la entidad más importante, brindó por medio de su presidente Agustín Usandizaga un apoyo explícito tras pugnar para que “el Municipio escuche al área de salud, marque un norte y se vayan regulando las restricciones de una manera más local”.
Ante las críticas que recibió por “cortarse solo”, “pensar solo en lo económico” o “exponer a la población a que se quede sin atención médica”, Lunghi recordó que en marzo dispuso el cierre de actividades de la ciudad incluso antes que los gobiernos nacional y provincial. Y aclaró: “no se trata de liberar todo y como muestra, arrancamos ahora en el estadio amarillo con restricciones que son incluso más fuertes que las que deberían estar vigentes con la fase”.
El tiempo y los números probablemente sean los encargados de dirimir la historia. En estos seis meses falleció un hombre de más de 80 años y se recuperaron 120 de los 271 casos totales. En el parte médico difundido en la noche del lunes, el Sistema de Salud reportó 11 casos nuevos y un total de 150 vigentes, de los que 16 permanecían internadas en los centros de salud públicos y privados: 12 en sala general y 4 en terapia intensiva o intermedia. Para Bianco, la ciudad está “en una situación de zozobra importante”. Desde Tandil contestaron que sólo está ocupado el 10 por ciento de la capacidad de atención potencial total para casos graves: 42 camas, 33 de las cuales cuentan con respirador.