
El conflicto salarial que tiene como protagonista a la Policía Bonaerense aumentó la tensión en la provincia de Buenos Aires en forma inesperada. En 24 horas el reclamo de las fuerza de seguridad copó la agenda pública y obligó al gobierno de Axel Kicillof a trabajar contrarreloj para dar una respuesta que frene la protesta y solucione, al menos de manera transitoria, el pedido que hacen miles de policías que están en la calle.
En el Ministerio de Seguridad bonaerense que conduce Sergio Berni advierten que “no hay un interlocutor válido” entre los grupos de policías que se volcaron a la calle para pedir un aumento de sus sueldos. No hay un líder, un nombre propio que se haya dispuesto a negociar con el ministro y su equipo. Esa ausencia de un interlocutor, entienden, ha demorado la negociación para que el conflicto llegue a su fin.

“No hay voluntad de diálogo para negociar porque no hay una comisión representativa que se siente a tratar el tema”, explicaron a Infobae desde Puente 12, donde está el centro operativo del ministerio de Seguridad y que es el lugar que Berni usa de base cada día.
Sostienen que negociar así “es muy difícil” y que desde la Policía Bonaerense inició el reclamo “no pudieron llegar a un acuerdo parar armar una comisión que pueda representar a todos”. El fastidio y el nerviosismo aumenta con el pasar de las horas de ambas partes. Las idas y vueltas nublan la negociación de fondo y diluyen el verdadero problema, que es la falta de un mejor sueldo en las fuerza policial.

En paralelo, en La Plata avanzan con el diseño de una propuesta salarial que le de sustento a la negociación que se abra y que pueda terminar el conflicto. Tienen voluntad de resolverlo en el corto plazo y evitar que se extienda, lo que implicaría que la tensión aumente. Lo que no saben es la respuesta que tendrán del otro lado de la vereda.
En el Ministerio reconocen que la situación salarial de la Policía Bonaerense no es buena y, mucho menos, cuando se la compara con las otras dos fuerzas que trabajan en el AMBA: la Policía de la Ciudad de Buenos Aires y los efectivos de las Fuerzas Federales.
En gobernación sucede lo mismo. “Es un reclamo genuino. Lo reconocemos. Por eso estábamos trabajando en la recomposición salarial en el marco del plan integral”, sostienen, marcando que los problemas salariales vienen desde hace tiempo y que, según explicaron esta mañana Berni y el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, estaba en la agenda de los temas a tratar durante este año. El gobierno de Kicillof quiere bajar los decibeles del conflicto y que el contrapunto no llegue a un punto de ebullición.

Asumen que los policías tienen un sueldo bajo y que los últimos años no tuvieron una recomposición salarial. El paso del tiempo y la falta de un ajuste en un contexto inflacionario nacional que degradó todos los sueldos llevaron al reclamo a este punto de máxima tensión.
En lo que respecta a los pedidos de los policías, lo que sucede es que no hay uno que sea formal y que unifique el reclamo. Dan vueltas diferentes petitorios que corresponden a distintos sectores que forman parte de la protesta. Desde los jubilados, pasando por los que están en funciones, hasta los exonerados de la fuerza. Esa situación, al igual que la falta de un interlocutor, complica la negociación.
En La Plata estiman que este miércoles el reclamo continuará igual. Sin demasiadas variaciones. Desde algunos municipios del conurbano la mirada es diferente. Temen que el conflicto se agudice en las próximas horas y que haya un efecto contagio en el resto de la provincia.

Desde uno de los grupos que está reclamando dejaron saber que no se van a conformar rápidamente con el ofrecimiento que hagan desde el gobierno bonaerense. Están dispuestos a negociar sabiendo que lo normal es que no se cumpla con la totalidad del reclamo. Sin embargo, dejan entrever que la negociación será ajustada y discutida, como la de cualquier gremio que se sienta a negociar un aumento de sueldo.
En el entorno de Berni creen de que detrás de los reclamos puede haber una movida política de algún sector que lo quiera perjudicar. Saben que desde que comenzó su gestión hay intendentes del Conurbano que intentan desgastarlo por lo bajo. “Si están metido detrás de este lío, es peligroso. Esto no es un juego. Se van a pegar un tiro en el pie. Es un tema muy delicado”, asumió un dirigente muy cercano al ministro del gobierno bonaerense.
Muchos de los intendentes peronistas están descontentos con el trabajo de Berni y su exposición mediática tan marcada. Evitan decirlo en público para no tirar leña al fuego y provocar un conflicto político en el gobierno de la provincia de Buenos Aires. El ministro no se inmuta. No confronta, pero tampoco baja el perfil ni asume otra forma de hacer política. Su comportamiento es el mismo desde que comenzó la gestión de Kicillof.

En el Ministerio resaltan que Berni habla con Alberto Fernández y con Axel Kicillof. Que no se corta solo y que trabajan en conjunto. Intentan bajar la espuma de cualquier tipo de contrapunto con la Nación. Como argumento simbólico hacen hincapié en la presentación del Plan de Seguridad que se presentó el último viernes en el que estuvieron Fernández, Kicillof, Berni y la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic.
El conflicto salarial obligó al gobierno bonaerense a enfocarse de lleno en este problema y dejar a un lado, por 24 horas, la gestión de la pandemia. El tema a resolver es el aumento salarial de los policías de la provincia. En La Plata saben que se necesitan respuestas rápidas para patear el tablero y retomar la senda de la normalidad.
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